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sábado, 23 de agosto de 2025

La "rage".

He disfrutado hasta la última viñeta de esta historia que relata las andanzas de Nivek, un chico congoleño, desde las minas de Coltán en su país de origen, hasta la llegada por azar a España, pasando por la selva, la sabana, el desierto y los guetos de Misrata en Libia. Esta obra que lleva por título un llamativo “el cielo en la cabeza” ha sido Gran Premio de la crítica Francesa en el pasado año 2024. 
Aviso, desde aquí, que aunque no es mi pretensión principal, todo aquel que quiera leer la novela gráfica, abandone la lectura, para evitar los temidos “spoilers”. 
Digo que no es mi pretensión hacer una reseña de la obra mencionada, aunque inevitablemente disecciones alguna de sus partes, sino la totalidad de la misma. En primer lugar, decir que huyó de la banalidad propia del que analiza estás duras realidades desde la comodidad de su sillón y con la barriga llena, no pretendo ser un arribista bien quedado, sólo busco remover un poco las conciencias, empezando por la mía propia.
Cuando acabé de leer la obra escrita por Antonio Altarriba, un grande en esto de las novelas gráficas, me vino a la cabeza una imagen que vivo casi todos los veranos. Me refiero a los días de asueto en la playa, en la que después de pasar el día tumbado al sol, con la cervecita en la mano, y con un baño recurrente de vez en cuando, se finaliza la jornada dando un paseíto por el paseo marítimo y comprando en el denominado “top manta”. Esa imagen, que tenemos todos en nuestra retina, enlazó con la historia que acabo de leer, y es que, Nivek, cuando llegó a España, acabó vendiendo en unos de esos puestos ilegales de camisetas, gafas, bolsos, etc, que controlan las mafias de la inmigración. No he dejado de pensar ambas realidades desde hace un par de días, puesto que, mientras el hombre blanco acomodado finaliza su día de playa intentando engañar al negrito que vende en su manta, a través de esa práctica que detesto, y que se denomina regateo, detrás de ese hombre o mujer de color, hay generalmente una o mil tragedias silenciadas, calladas, obviadas, porque dichas desgracias evidencian las lacras más absolutas de nuestra elegante sociedad civilizada. Mientras uno regatea la camiseta de Joaquín del Betis, y trata de que la misma te salga casi gratis, ese hombre es un superviviente que ha atravesado selvas y desiertos, ha perdido, seguramente a familiares y amigos, y ha dejado buena parte de su alma en la travesía. Pero, oye, lo bien que he regateado, y he engañado al negrito dándole la mitad de lo que me pedía. Qué tristeza y qué vacuidad más grande. No ignoro aquí que todos nos movemos por modas, y hacemos lo que hace el resto, porque como íbamos a conseguir nosotros que las cosas cambien, es imposible. Esa forma de pensar es a la que se refería el añorado Julio Anguita como la mentalidad del esclavo, y es cierto, que se necesita un cambio global, pero los pequeños gestos ayudan, y si vas a comprar en el top manta, al menos, no seas un miserable que juega con la dura realidad del que te vende algo obligado por una mafia de la que es difícil escapar. Ojo, no entro aquí en el tema de la inmigración, las mafias y el derecho de los comercios que pagan impuestos y que ven cómo su actividad es agredida por una competencia ilegal, masiva y que reduce sus ganancias en una cuantía muy significativa, pero, ya sabemos, el hambre, el miedo y la miseria, empujan a realizar cualquier actividad, y todos haríamos lo mismo que estos hombres y mujeres venidos de África. 
Ahora sí, algunos momentos reseñables de la novela gráfica, para mí gusto, radican en el comienzo, en el que se nos presenta a Nivek y a su amigo Joseph, dos niños congoleños que trabajan en una mina de Coltán y que por distintos motivos acaban convirtiendo a Nivek en un Kadogo, es decir, en un “niño soldado” al servicio de una milicia que pretende controlar las minas de Coltán, mientras que por su parte, Joseph, mucho más pacífico y tranquilo, acaba siendo el cocinero de los guerrilleros. En esta primera parte, el punto álgido y terrible, es el momento en el que Nivek, como prueba definitiva para ser Kadogo, drogado y con la “rage”, la rabia, es obligado a matar a su familia. Lo hace, es un libro muy duro, y además, se come los pechos de su madre, cortados a tal efecto, para que su verdadera familia, su verdadera mamá, sea únicamente la milicia. Este hecho es terrible, quizás, el más duro que he leído en una novela gráfica, al menos que yo recuerde. Lógicamente, Nivek, jamás superará estos hechos en su vida. 
Entrañable serán los momentos que vivirá al lado del Gran Delwa, el hechicero más poderoso al oeste del lago Chad, atravesando las sábanas africanas, aprendiendo el oficio de sanador, e intentando curar al gran rey Zafoa III. En dicha corte conocerá los empeños miserables por matar al rey por parte de algunos de sus hijos, y vivirá todo tipo de aventuras con su gran maestro, que además lo intentará convertir en su sucesor como gran hechicero. Empeño que resultará a la postre en vano, dado que Nivek siempre será un guerrero. 
Tras cruzar la sábana buscará atravesar el gran desierto en dirección a Libia, teniendo por objetivo llegar a Europa. El desierto se mostrará implacable, y tras muchos días solo, sin provisiones, ni agua, se abandona a su suerte esperando la muerte, pero en un último empeño por sobrevivir, sus señales son vistas por una caravana que atraviesa el desierto. Allí, una chica, Aisha, le salvará, compartiendo su agua y su escasa comida. En este oscuro panorama, la novela, nos muestra un poco de esperanza, dado que en todos los capítulos hay monstruos y también ángeles. 
El último capítulo nos muestra a Nivek en España, en el top manta, huyendo de la policía y enfrentándose a ella, con un final triste, y como el resto de la obra, bastante crudo. Sin embargo, esta parte se la dejo a ustedes, no quiero desvelar el final. 
En el empeño de remover conciencias sólo resta decir, que cuando acudamos a esos mercadillos, copados por hombres y mujeres víctimas de la explotación de mafias, y procedentes de mil y un lugares, pensar que detrás de sus camisetas, sus gorras, y su aparente indiferencia, se encuentran gente como Nivek, o Joseph, que sufrieron en minas de Coltán, que fueron Kadogos obligados a matar a sus propias familias, que perdieron a amigos en el trayecto, que fueron violados y visitaron al médico “coseculos”, o que no fueron capaces de rescatar a su mujer e hijos de las aguas tras el hundimiento de la patera que los llevaba a nuestras costas. Todos aquellos paletos, incultos, que se creen más por haber nacido en Europa, no deben olvidar que simplemente nacemos en donde quieren nuestros padres, no hay mérito alguno en ello. Dicho queda, buena tarde, amigos. 

viernes, 8 de agosto de 2025

Una noche de verano.

Este artículo que he titulado “una noche de verano” bien pudiera haberse llamado “otra noche de verano” puesto que ya son varios los años en los que la visita al festival de teatro clásico de Mérida es obligada. Hace tan sólo unas horas que bajó el telón en el inigualable teatro emeritense, y tan sólo, un poco después del anochecer volverá a salir a escena Lluís Homar, encarnado en Adriano, el Adriano de Marguerite Yourcenar, obra clásica y reverenciada. No puedo dejar de manifestar aquí que todas estas noches de verano, en el teatro, son mágicas, uno se siente transportado muy lejos de nuestra realidad actual, y, en cierta medida, las piedras milenarias te absorben y empapan de historia y cultura. 
Entienda el lector que quién suscribe estás líneas no es entendido en la materia, la verdad, que no soy versado en ninguna materia, pero sí hombre de letras, amigo del saber, y bastante curioso. Esas son mis armas para hablar de lo que viví ayer en la capital extremeña. Deténgase aquí quién no quiera saber más. 
El espectáculo en sí mismo es un prolongado monólogo que el actor comparte con el público en una versión contemporánea de la historia clásica, en la podemos ver a Adriano, rodeado de un conjunto de cuatro actores, tres chicos y una chica, que representan distintos roles en la actualidad del personaje,es decir en el tiempo el presente, y personifican a otros protagonistas en la vida del emperador en sus recuerdos. 
La actuación de Lluís Homar, es espectacular, no vi ninguna duda, ningún pequeño error en la larga disertación, en una palabra podemos afirmar que estuvo sublime. En cuanto a los recuerdos que conforman la “memoria” de Adriano, podemos distinguir cronológicamente distintas etapas. Así sabemos que Adriano es el segundo emperador de Roma, “la ciudad Eterna”, que además fue denominada así por primera vez por este gran hombre, no nacido en la capital, sino que tiene una procedencia provinciana, en este caso es oriundo de Itálica, en Hispania, al igual que Trajano, primer emperador foráneo de Roma, y también de origen hispánico. La figura de Trajano es vivida en los recuerdos de Adriano, en cierta forma, no es exagerado decir, que el primero siempre ejerció una sombra demasiado alargada sobre el segundo. La hombría, la caza, la valentía, y la formación castrense forman parte de esos primeros años de vida. A lo largo de toda la obra hay siempre una admiración por la astrología, tomada de su abuelo Manuelino, y que es una constante en la obra, incluso en el triste final de Antinoo, su joven amante, del que luego hablaremos. El amor a los caballos, muy propio del hombre de acción, que necesita un acompañante fiel, y que no dude, también nos permite hacernos una idea de quién es el personaje que tan magistralmente nos habla. 
Más adelante, podemos conocer, por boca del emperador, su llegada a Roma, sus primeros escarceos en la capital del vasto imperio. Desde el primer momento y amando a Roma, siempre se consideró un tanto apartado en aquel hervidero de poder y corrupción. Cuando comienza el “cursus honorum” sus rivales lo tachan de filo helénico, como ya sucediera anteriormente con los “escipiones”, hasta el punto de ser apodado como “el estudiante griego”. El propio Adriano llega a afirmar que “rigió el Imperio con el latín, pero que pensó y sintió su vida en griego”, qué frase más bonita. Su formación fue griega también, y su estancia en Atenas, fundamental en su pensamiento, pero quiso volver a Roma, y estar cerca del poder. 
La muerte de Domiciano abría una nueva fase en la historia del Imperio, y tras la desaparición del tirano, un anciano Nerva asumió el poder de forma transitoria, buscando un retorno a la normalidad legal, al tiempo que Trajano se convertía en heredero al trono imperial. En aquel periodo Adriano tuvo que hacer carrera militar, y lo hizo en Macedonia, en Siria, en Dacia, en distintos lugares, algunos muy cerca de las llanuras asiáticas, las cuales estaban altamente impregnadas de aires nuevos, culturas ancestrales, y atractivas religiones, como el culto a Mitra, del que se hizo un fiel seguidor. Fue el primero en acudir a dar la noticia que convertía a Trajano en nuevo emperador. Esta premura le dio fuerza ante el nuevo hombre fuerte de Roma, pero esta cercanía tenía también una peligrosa contrapartida. 
En el Senado, sus rivales, se convirtieron en enemigos, los principales Nigrino, Palma, Celso y Quieto, quienes abanderaron un discurso belicista contrario al sentido común, pero muy del gusto de Trajano, que los situó cerca del trono. Aquel momento fue duro, y los largos años de servicio, parecía que no iban a servir de nada, porque el emperador, su primo, le daba la espalda. Sin embargo, Plotina, la emperatriz se puso de su parte, y un pequeño hilo de esperanza hacia el trono imperial se hizo realidad. 
La muerte de Trajano fue silenciada a todos menos a Adriano, quien, antes que el resto, pudo reaccionar, y hacer valer un documento firmado por parte de Trajano en la que le convertía en el nuevo emperador de Roma. Al parecer el texto lo había escrito la propia Plotina, pero eso nunca lo sabremos de verdad. El destino de sus enemigos fue ejecutado en pocas horas, y tras su llegada a Roma, se inició el Principado de Adriano, basado en la “Humanitas, Felicitas y Libertas”. En este punto creo que es necesario referir una frase utilizada por Marguerite Yourcenar, pero que proviene de Flaubert, en la que se dice “cuando ya no estaban los dioses y Cristo aún no estaba, hubo, desde Cicerón a Marco Aurelio, un momento único en el que sólo estuvo el hombre”, y que, como se puede comprobar, forma parte de esa Humanidad, Felicidad y Libertad, que guiaron el reinado de Adriano. 
Un último aspecto de la obra, que es principal, hace alusión a la vida íntima del emperador, y que gira en torno a sus jóvenes amantes. Es de sobra conocido que los romanos vivían, al menos quien podía, una vida bastante disoluta, en relación a nuestros parámetros contemporáneos, imbuidos de cierta mojigatería católica de origen medieval, en lo relativo a las relaciones sexuales. Los patricios romanos eran promiscuos, practicaban orgias y un sexo que hoy día sería propio del porno. Las relaciones eran más abiertas, y ello incluía la bisexualidad, la homosexualidad y la relación con hombres y mujeres, que no lo eran del todo, es decir que eran todavía niños o niñas. Adriano tuvo varios amantes, el más conocido, Antinoo, un joven que compartió varios años con el emperador, y que tuvo un triste final. Aunque promiscuos, algunos conocieron el amor verdadero, más allá de la relación sexual, es el caso del mencionado Antinoo, que no supo compartir la compañía de Adriano con otros jóvenes, como Lucio, y que decidió ahogarse en el lodo del Nilo. Aquel acontecimiento fue el punto de inflexión en el reinado y en la vida del emperador hispano, puesto que nunca pudo superar aquel duro golpe. Él que se había sentido Dios, acabó destrozado por la muerte de un joven, que era demasiado recatado para el gusto de la época. De nuevo las estrellas, porque en el firmamento, tras el suicidio de Antinoo, hubo una estrella que latía como un corazón, y que lleva desde entonces el nombre de aquel desdichado enamorado. 
Más de dos horas de monólogo, que se pasan en un abrir y cerrar de ojos, y que te dejan un regusto muy placentero en el paladar cultural, al menos en el mío, a otros, motivados más por la foto en redes, que por el disfrute meramente intelectual, quizás, se les hizo un poco largo. Como no puede ser de otra forma, recomiendo la lectura de la obra, y la representación de la misma, porque tal y como sentenció Adriano “todo está por hacer”. Buen día. 
 

viernes, 1 de agosto de 2025

Genocidios comparados.

Han pasado más de ochenta años entre la muerte de Czeslawa y la Ibrahim, pero, a pesar de la distancia en el tiempo y en el espacio, ambos acontecimientos tienen muchos elementos en común. El principal de ellos es el odio y el fanatismo de quienes se creen superiores al resto, cuando su superioridad tan solo se basa en la fuerza y en el mayor desarrollo tecnológico. 
Czeslawa Kwoka era una niña católica polaca (a los polacos les esperaba un destino casi igual de funesto que a los judíos) de 14 años que fue asesinada en Auschwitz en 1943, y que se ha hecho tristemente famosa por una imagen coloreada en la que se puede observar la mirada aterrorizada de la pequeña, y un un prominente hematoma en el labio. Al parecer, esa niña acababa de ser golpeada antes de quedar inmortalizada para la posteridad en una foto que pone a la humanidad delante de un espejo en el que se nos muestra como lo más bajo que ha existido bajo el cielo en toda la historia. Esa muchacha, había perdido a su madre, también asesinada en el mismo campo de concentración referido, no conocía el idioma, ni entendía por qué les hacían todas aquellas barbaridades. La tragedia se consumó unos días después cuando un oficial nazi le inóculo fenol en el corazón. No hay palabras. 
Hace unos días, consumidas dos décadas y media del siglo XXI, pudimos conocer en los informativos la tragedia de Ibrahim, y lo hicimos a través del llanto desconsolado de su padre. Este chico, del que desconozco su apellido, falleció en la franja de Gaza cuando intentaba hacerse con un saco de harina. Ibrahim fue asesinado a tiros por los soldados israelíes, que a modo de diversión disparan sobre los civiles hacinados que buscan desesperadamente algo de comida. Según los medios gráficos, los muertos, cada día muestran los disparos en una zona determinada de sus cuerpos, evidenciado que los que disparan se divierten con esta sádica práctica, apuntando a una u otra parte de sus indefensas víctimas. Así, unos días los disparos son en el abdomen, otros en la cabeza o, a veces, en los testículos, tal y como confirman algunos cirujanos británicos desplegados en la zona. 
No importa la religión, la raza, el color o las costumbres, con el caldo adecuado brota lo más oscuro del ser humano, por mucho que cada cierto tiempo, frenemos en seco e intentemos, como especie, girar y cambiar de dirección. Judíos, Gazatíes, Cristianos, Polacos, Rusos, Musulmanes, Blancos, Negros, Chinos o Coreanos, qué importa. Seguimos imponiendo la fuerza de la tecnología y la demencia de un sistema atroz para destruirnos como especie. A lo largo de nuestro parkour como humanidad siempre los que han tenido un mayor desarrollo tecnológico se han impuesto, y han llevado a cabo, genocidios, matanzas, o limpiezas étnicas de todo tipo. Es la ley del más fuerte, al menos, del que dispone de medios más avanzados. Qué triste es todo esto.
En el caso de Czeslawa, el ogro era el nazismo y su discurso de odio contra judíos, eslavos, polacos, rusos, cristianos, y “rojos”. En el caso de Ibrahim, los genocidas son los israelíes que apoyan el discurso excluyente, racista, y destructivo de Netanyahu, contra musulmanes, suníes, chiíes, cristianos, judíos heterodoxos y otros mil colectivos tildados de terroristas o antisemitas. El resultado de ambas ecuaciones fue y es terrible, en el primer caso, no es necesario ahondar, todos sabemos qué supuso el nazismo, y en el caso del pueblo elegido, Israel, podemos afirmar, que están llevando a cabo un genocidio de primer nivel, que muestra una franja de Gaza reducida a escombros y una población que muere a diario por los bombardeos, el hambre o la crueldad de unos soldados que exceden, con mucho, su labor como militares. 
Me preguntó a mí mismo si es tan difícil sentirse simple y también, por qué no, grandiosamente, habitante del planeta tierra, terrícolas, sin más, al margen de religiones, credos, ideologías, o nivel pecuniario. Sin embargo, ya sé también, que esa forma de pensar es sencillamente una utopía que sigue alejándose en el horizonte cuando avanzamos hacia ella. Buenos días, por decir algo, amigos. 

lunes, 30 de junio de 2025

Persépolis.

Con el tiempo he llegado a la conclusión que son los libros los que lo eligen a uno y no al contrario. En algunas ocasiones, intentando romper este axioma he tratado de leer un libro que no tocaba, y no ha sido posible, por eso, porque es el libro el que decide el momento en que debe ser leído. Esto último me ha sucedido con la novela gráfica Persépolis, de Marjane Satrapi, dado que durante años he buscado el momento idóneo de sumergirme en sus interesantes páginas, y no ha sido posible por diversos motivos, sin embargo, hace un par de días, el libro me encontró y se hizo la magia. En pocas horas me he bebido la trama, no he sido capaz de dejar de leer hasta que he visto la palabra “fin”. Mi veredicto, simplemente gratitud, gracias a Satrapi por esta sublime obra maestra. 

Dividida en cuatro partes o libros la obra nos muestra las experiencias autobiográficas de una joven Marji Satrapi, desde finales de los años setenta hasta los años noventa. En este recorrido vital, no sólo observamos la evolución histórica de Irán, desde el reinado del sha Reza Pahlevi, hasta la llegada de la república islámica de los Ayatolás, sino también el tránsito de la infancia y adolescencia de su protagonista hasta su total conversión en una mujer, independiente y culta. 

Al igual que la historia evoluciona, lo hace también la mirada de la joven Satrapi, que observa cómo, poco a poco, las limitadas libertades al estilo occidental que tenían con el sha y que no siendo suficientemente tolerables dieron lugar a la revolución del setenta y nueve, acabando por ser totalmente usurpadas por la teocracia instalada y controlada por Jomeini y su régimen de ayatolás. Este hecho se puede observar por la omnipresente presencia simbólica del color negro en la novela grafica, color que representa el velo para las mujeres, de forma obligada, y desde muy niñas. Decir aquí, que aunque no tan conocido, el protocolo iraní, obliga a llevar manga larga a los hombres, puesto que si el pelo atrae a los hombres, el brazo masculino hace lo propio para con las mujeres. El negro, siempre presente, representa, quizás, la muerte de la libertad, de los sueños, de la esperanza. 

A lo largo de esta doble evolución son muy entrañables algunas comparativas hechas en la mente de la joven Marji, como aquella que dice, que Dios y Marx, tienen la misma imagen, salvo por el hecho de que el filósofo alemán tuviera los pelos más ondulados. Ese simple pensamiento infantil tiene mucha más miga de lo que parece. 

A nivel personal, hay un elemento que me ha permitido tocar con mi propia infancia, y que ya viene siendo un clásico, cuando doy mi opinión sobre distintas obras literarias, al final, siempre llevamos todo a los límites de nuestra propia experiencia. Uno de los recuerdos que tengo de infancia, es oír de fondo el telediario en casa de mis padres, el parte como se llamaba antaño, y escuchar que se hablaba de la guerra entre Irak e Irán, guerra que vértebra buena parte de la historia contada. El conflicto referido se inició en mil novecientos ochenta y llegó hasta el ochenta y ocho, en ese momento yo tenía diez años. Será una tontería, pero me ha gustado compartir, salvando las enormes distancias, este hecho histórico con la autora señalada. 

No ha dejado de llamarme la atención la modernidad de los padres de Satrapi, que permitieron que su hija se formase en Austria, tratando de alejarla de la guerra externa e interna que vivía su querido Irán. En el corazón del viejo continente, Satrapi se sintió extranjera, y se auto afirmó como mujer y como iraní. Conoció el rechazo, el amor, el interés, y por distintos motivos, consumió y vendió drogas, muy al estilo occidental. En un empeño muy tenaz no pidió ayuda cuando tocó fondo, y hasta vivió en la calle. Todo ello conformó el carácter y la personalidad de una figura tan relevante como Marjane Satrapi, autora de Persépolis. 

La vuelta a Irán supuso un reencuentro con sus orígenes, pero como suele pasar, ya no era ni de dentro ni de fuera, era simplemente Satrapi, en estado puro. En este retorno volveremos a ver a una mujer reivindicativa que no cejó en el empeño de vivir su libertad a pesar de las restricciones y de la policía de la moral. A través de su osadía, y de su pensamiento claro, rompió moldes y consiguió cambiar algunas cosas, tal y como muestran sus encuentros con el Mula que agradeció su sinceridad al no tener ni idea de la ideología cerrada de los padres de la revolución islámica. 

Antes del desenlace conocemos a una Marjane que conoce el amor, y se casa, con el permiso paterno, por supuesto, y al poco tiempo, conocerá la rutina y la costumbre que acabará con ese amor incipiente, hasta provocar el divorcio, si el divorcio, aceptado en el mundo islámico desde hace siglos, y al final, su marcha a Francia, donde reside en la actualidad. La rebeldía, el espíritu crítico, los sueños, el ansia de libertad hacen de esta obra un clásico imprescindible al que doy las gracias por cruzarse en mi camino. Para finalizar, no puedo dejar de recordar a Mahsa Amini, otra mujer iraní, que no pudo vivir en libertad, y que tras ser torturada por no ponerse el velo, acabó siendo asesinada en el año dos mil veintidós, hace nada, por lo que esta obra de Satrapi sigue siendo totalmente necesaria. 


sábado, 31 de mayo de 2025

Una oportunidad a la Paz.

No hemos aprendido nada, desde luego, como humanidad seguimos estando en la era de las cavernas, si me apuran todavía mucho más atrás que cuando vivíamos en cuevas, puesto que nuestra capacidad para hacernos daño es,  desde hace tiempo, planetaria. A día de hoy, están activos cincuenta y seis conflictos en diferentes partes del planeta, cifra que es la más elevada desde la finalización de la Segunda Guerra Mundial. En esta última guerra acabamos con cerca de sesenta millones de personas, y en los campos de Exterminio murieron más de cinco millones de judíos. En agosto de mil novecientos cuarenta y cinco, podíamos afirmar que habíamos tocado fondo como especie, y sin embargo, ochenta años después, el mundo está bastante cerca de una gran conflagración mundial, y puede que definitiva. 

La Guerra de Ucrania es quizás el conflicto más significativo de los últimos tiempos, y sí, es una guerra desigual, iniciada por la agresión de la Rusia de Putin a la región del Donbas. Ya en el año dos mil catorce, los rusos se hicieron con la península de Crimea, y el mundo no movió un dedo. No existe equiparación alguna entre los contendientes, el ejército ruso es más amplio, sus posibilidades son mayores, y además, su líder, no tiene prisa. Sin embargo, aún siendo un conflicto desigual, al menos hay dos ejércitos que luchan, el ya mencionado ruso, y los agredidos ucranianos, que se mantienen por el apoyo de Estados Unidos y de la Unión Europea. Es un conflicto terrible, en el corazón del viejo continente, y complejo de solucionar, puesto que apoyar más a los invadidos podría generar un conflicto de proporciones terribles. 

Sin embargo lo que de verdad es repugnante en la actualidad mundial, es el “genocidio” que los judíos del Estado de Israel, están llevando a cabo en la granja de Gaza. Y digo que es atroz porque no hay guerra, hay simplemente un exterminio de inocentes, ancianos, mujeres, hombres y niños inocentes. Cuidado, no justificamos aquí el terrorismo de Hamás, el ataque a los colonos judíos, y el secuestro de inocentes hebreos, nada justifica el terror. Pero, la respuesta del gobierno de Netanyahu está siendo terrorífica, desproporcionada y criminal, no buscan un final del conflicto, simplemente que no existan musulmanes en la franja de Gaza. Después de decidir dejar parte de su territorio, los gazatíes, han visto como poco a poco, los judíos, cada vez más ricos, mejor armados, con apoyos de gigantes económicos como Estados Unidos, han ido arrebatándoles sus tierras, apartándolos en una pequeña porción de tierra, rodeada de hostiles, y cada vez más mermada. En qué cabeza cabeza, que esto lo están perpetrando los judíos, el pueblo de Dios, que fue masacrado en los campos nazis. Por otro lado, parece ser que el grupo terrorista "Hamás", fue financiado en sus orígenes por el propio estado de Israel, en aquel momento, intentando mermar a la más poderosa Organización para la Liberación de Palestina. No habíamos tocado fondo en el cuarenta y cinco, y tampoco lo estamos haciendo ahora, seguiremos masacrando inocentes, niños, ancianos, etnias, pueblos, en nombre de intereses militares, religiosos, políticos y sobre todo, económicos. Qué hace la ONU, nada, nadie hace nada en nombre de los oprimidos, lo que verifica que somos un desastre de especie. La barbarie llega hasta el punto de no dejar entrar ayuda humanitaria a la franja, intentando matar de hambre a los musulmanes que resisten entre los cascotes de los que fue su vida. 

La solución que propone el presidente Trump, es fantástica, expulsar a los musulmanes de su tierra, y reubicarlos en otros países musulmanes, pobres, claro está, los musulmanes ricos son amigos, y a estos se les trata de otra manera. Qué asco damos. La tierra ganada propone convertirla en una especie de “spa” para millonarios, una suerte de “Punta Cana” en la parte oriental del Mediterráneo. 

Tenemos unas tragaderas enormes, porque mientras ignoramos el telediario esperando ver la previsión atmosférica en nuestros cómodos hogares, escuchamos de fondo todas estas bestialidades en las noticias, y nos resbala, claro, como yo no soy de Gaza, ni musulmán, me resbala. Qué horror, somos terribles con nosotros mismos. 

A Ucrania y Gaza, podemos añadir, el Congo, Yemen, Etiopía, Colombia, y otros muchos lugares, junto con algún que otro genocidio, como el de los Ronhinyás en Birmania, es decir, que el mundo sigue en guerra, y con posibilidades de una guerra mayor. No hemos aprendido nada. Por último, me acuerdo de una afirmación de Varoufakis en su libro “Economía sin corbata”, en donde dice, que los humanos nos comportamos como un “virus idiota” porque destruimos nuestro organismo receptor, en nuestro caso, la Tierra, lo destruimos todo, a nosotros mismos y a nuestro planeta. Va siendo hora ya de darle una oportunidad a la Paz, como dice la canción del bueno de Lennon. Buenas tardes. 


 

sábado, 12 de abril de 2025

El valle de los sueños.

El rostro enjuto, largo bigote, descuidado, la barba de varios días, la mirada fija en algún punto del horizonte, una faz curtida, bajo una boina calada, las manos fuertes y castigadas. Ropa sucia, gastada, de tanto bregar. Esta breve descripción pretende ser fiel a la imagen que sirve de portada a la novela gráfica “la balada del Norte” y corresponde a la recreación de Paulino, un minero veterano que protagoniza el primer tomo de esta tetralogía, y que bien pudiera ser la de cualquier minero español de los años treinta. Me ha encantado, no puedo decir otra cosa, es más me he bebido la historieta en pocas horas, y me ha dejado un regusto muy agradable, hasta el punto de que esta misma tarde voy a ir a buscar el segundo tomo a la biblioteca. 
Quien no quiera que le destripe la historia, que deje de leer en este momento, aunque ya les digo que esto no es una reseña, sino sólo, una mera aproximación al libro y a su temática, cargada además, la misma, de mis propias impresiones. 
La novela recrea la vida de una comunidad minera asturiana, en los momentos previos a la revolución de Asturias de 1934, donde por más de quince días las cuencas carboníferas ardieron bajo el ardor de una fallida revolución que pretendía mejorar la horrible situación en la que se encontraban los trabajadores del carbón, y bueno, todos aquellos que, en general, componían la clase obrera y campesina española del momento. Con un tono mesurado relata las vivencias cotidianas de los pozos mineros, el peligroso día a día de los que tenían que bajar a las entrañas de la tierra a cambio de un exiguo jornal, la envidia que siempre trae consigo la mentira y la traición, los accidentes, y la vida después de la tragedia y la muerte. Pero también se relata el otro lado de la mina, las reuniones elegantes, las partidas de billar en las que se compran y venden acciones, o se compran las débiles voluntades de políticos o jueces corruptos, las cacerías que servían para la diversión y para cerrar tratos y negocios de una forma más desenfadada que en un frío despacho. Los sentimientos, la humanidad, y los números, que no siempre cuadran bien. Todo ello en el marco de una república atenazada por las izquierdas y las derechas, y relatado, con detalle, desde una ficticia redacción periodística que representaba los intereses de los trabajadores “La Noticia”. No, no voy a hablar de Tristán, el hijo del marqués, unido por la sangre con los poderosos, y por ideas con los desposeídos, ní tampoco diré mucho más sobre Isolina, la hija de Paulino, eso lo deberán ustedes descubrir en la obra de Zapico, que fervientemente recomiendo desde aquí. 
He acabado el libro hace un rato, esta misma mañana, y como en otras ocasiones, he podido relacionarlo con algunos pasajes cercanos, no en el tiempo, aunque sí en mí vida. Todavía recuerdo las historias que mi madre me contaba sobre su padre, mi abuelo, que fue picador, de carbón, y vivió experiencias muy parecidas a las relatadas en la novela. Y, parece que todavía oigo a mi tía Pura hablándome del marqués, en este caso de Comillas, al que se le debía buena parte de la colonia minera de Vallejo de Orbó y Barruelo de Santullán, sitios, por otra parte, privilegiados, dado que la mina permitió la existencia de escuelas, economato, hospital, farmacia e incluso, cine. Cuántas veces he paseado por la entrada de la mina de Vallejo, donde trabajó mi abuelo Aníbal, y tantos otros, y cuantas veces, mi madre, o mis tías, me han comentado en la puerta del Cine Ideal, ya abandonado, que allí vieron numerosas películas de la época dorada de Hollywood. Por cierto, estos cines, con capacidad para cuatrocientos espectadores, fueron los primeros de toda la provincia de Palencia. Sirva este escrito para decir, que el último libro que le vi leer a mi madre, fue uno en el que se contaba la vida de los mineros de Vallejo, y que llevaba por título …"el valle de los sueños”. 
Tras acabar el libro, y como un autómata, he subido arriba, y sólo en la habitación de forma casi mecánica he puesto en el móvil, la famosa canción minera "el pozo María Luisa ”, de ahí he pasado a “la plaza de mi pueblo “ y me he venido arriba, finalmente, con el impresionante himno de la Unión Soviética. Cuando me he querido dar cuenta estaba llorando como un niño, emocionado, que le vamos a hacer, no podemos negar nuestras raíces, y no debemos dejar nunca de pelear por ese otro mundo posible y real. Buenas tardes. 

domingo, 16 de marzo de 2025

El arte de caminar.

El añorado Eduardo Galeano dijo que la utopía servía para caminar, porque siempre estaba en el horizonte, de modo que si uno anda dos pasos, la misma se aleja dos pasos, y qué sentido tiene, entonces, buscar la utopía, si está siempre huye. Pues muy sencillo, Galeano nos dio la clave, la utopía sirve para eso mismo, para caminar. Muchos han sido a lo largo de la historia los que han buscado la utopía y han caminado largo trecho sin alcanzarla. De ellos, en el último siglo y medio, destacan los anarquistas, que buscaban un ideal inalcanzable, la Libertad, o lo que es lo mismo el arte de volar, sin ataduras, libres como cualquier pajarillo. Uno de estos anarquistas se arrojó con noventa años desde la ventana de una cuarta planta en la residencia donde pasaba sus últimos días. No era otro que Antonio Altarriba Lope, padre del famoso escritor, profesor e intelectual Antonio Altarriba, quien, hace ya algunos años, en torno al año 2009, homenajeó a su progenitor contando su vida en una novela gráfica, ilustrada por Kim y con un guion elaborado a partir de las propias notas vitales tomadas por parte del homenajeado, y que llevó por título “el arte de volar”. A partir de esta obra gráfica excepcional y más que recomendable, he pretendido reflexionar conformando un artículo que lleva por título una mezcla de las aportaciones de Galeano y Altarriba, y que no es otro que “el arte de caminar”. 

El libro me ha servido de base para reflexionar un poco sobre el periodo, la temática, y también sobre el final de la vida, en definitiva, sobre aspectos que se han ido desgajando de cada uno de los cuatro capítulos que la obra contempla. 

El periodo abarca desde principios del siglo XX hasta el año 2001, ya en el siglo XXI, y podemos decir, que a lo largo de este largo periplo vital, Antonio Altarriba, relata su vida en Peñaflor, en Zaragoza, su adscripción forzada a la vida rural, los sueños que compartía con algunos amigos, como Basilio y que chocaban con la dura realidad del campo, los primeros amores y los primeros sinsabores, el maestro que enseña gratis para formar a un pueblo ciego de incultura, y el cacique local, al que todos miran con desdén, y que desprecian por tener todo sin hacer nada. La siguiente fase está dominada por la Guerra Civil, y la lucha libertaria en la Brigada Francia, de la CNT, donde hace un pacto con algunos de sus correligionarios, la famosa alianza de plomo, forjada a partir de una bala. En la guerra y en la derrota, ve como la utopía se aleja cada vez más, con cada pequeña traición, con cada pequeña mentira. Después vino el exilio en Francia, los campos de concentración y la Resistencia contra los nazis. Cuando el tirano mundial se encaminaba hacia el final, los resistentes españoles gritaron aquello de “hoy París y mañana Madrid”, pero la parte española nunca se cumplió. En el extranjero disfrutó de una libertad mucho más amplia que en España, con rasgos culturales y sexuales mucho más abiertos que en el cortijo patrio. El retorno a la vida civil, aún en el extranjero, supuso otra renuncia más, porque las puertas abiertas eran pocas, y pasaban por el contrabando de cemento, es decir hacer negocio a costa de los más pobres, de nuevo volar era complicado. Sus alas eran todavía poderosas y por ello decidió regresar a Zaragoza, asumir definitivamente que habían sido derrotados, y que España era gobernada con mano de hierro y voz de pito por Franco. Se dedicó al negocio de las galletas, dejando el contrabando de lado y adentrándose en el más nacional estraperlo, otra renuncia más, que incluso le puso en el lado de los que traicionan, ya saben, de todo hay que hacer en esta vida. Al poco tiempo el tren del amor pasó otra vez y lo aprovechó, hasta el punto de ser feliz con su mujer y su hijo, al menos durante los primeros años. Como todos los finales, el final de Antonio Altarriba fue cruel, por diversos motivos, entre ellos la depresión, la separación de su mujer, las batallas no libradas, y por último el último vuelo hacia la eternidad. 

Por su parte, la temática gira en torno a la libertad, o al menos, la búsqueda insaciable de la misma, aunque, quizás, lo único que buscó Antonio Altarriba y otros muchos, fue la felicidad, la tranquilidad, el poder vivir dignamente sin tener que estar deslomados para no dejar de ser pobres y míseros de solemnidad. La libertad en su máxima expresión es la mayor de las utopías, porque depende en buena medida de la bondad del ser humano, y en esas lides hay mucho que decir. Sin embargo, esa búsqueda de la libertad, aunque no sea en el sentido maximalista del término, es fundamental para que la sociedad avance. No se trata de llevar a cabo una revolución libertaria sin sentido y con demasiada sangre, pero si es necesario ese espíritu de lucha, de enfrentamiento a los poderosos, de rebeldía frente a lo establecido. Es decir, no alcanzaremos nunca el horizonte, pero si tenemos que avanzar en su dirección todo lo que podamos. No puedo negar que este libro me ha recordado al bueno de Antonio Robles, un personaje singular que siempre estuvo buscando esa utopía y que representa muy bien la idea que aquí pretendo referir. Militante histórico de la CNT, con una cultura encomiable, con el que pude compartir algunos momentos, y que, tristemente ya es libre en su máxima expresión. 

Por último, y dada mi propia experiencia vital, el libro me ha removido al tratar el asunto de las residencias de ancianos, lugares cada vez más necesarios y que nos ponen ante el reflejo de nuestra propia realidad y miseria, es decir, tarde o temprano nos vamos a ir de aquí, y ese tránsito lo vamos a hacer solos, en ocasiones en condiciones muy difíciles y tristes. Hay que prepararse para ese viaje, el último, porque al final todos saldremos de aquí, de una forma u otra, todos intentaremos volar. 


sábado, 15 de febrero de 2025

Cantar a la luna, luna.

Nadie le ha cantado a la luna mejor que Federico. Esta afirmación pertenece a Emilia Llanos y se dirige al americano de origen español, Agustín Penón, o al menos, así se recoge en la novela gráfica “la araña del olvido” que acabo de leer a lo largo de los últimos días. La historia relata la investigación que durante 1955 y 1956, realizó Penón en Granada y otras localizaciones, sobre la detención y muerte de Federico García Lorca. Es una obra versada, muy bien hilvanada, llena de datos históricos y anécdotas.

A lo largo de su lectura, podemos disfrutar del ambiente, perfectamente captado de una Granada detenida en el tiempo a mediados de los años cincuenta del pasado siglo. El lector observa como un americano, hijos de españoles exiliados, acude a Granada a investigar y preguntar por el asesinato de Lorca, su genio más universal, al objeto de escribir un libro definitivo, que relate las ultimas horas del excelente escritor. 

Desde el primer momento uno siente la sombra del miedo, del silencio, que poco a poco va atenazando al protagonista, y al propio lector, que observa y siente los peligros de tan ardua tarea. A lo largo de sus viñetas y diálogos, nos movemos por tascas, salones, mentideros y lupanares variados, siguiendo a Penón y a distintos personajes que tuvieron algo que ver con las últimas horas de Federico. Los hermanos Rosales, Ramón Ruiz Alonso, la Huerta de San Vicente, o la casa de la calle Angulo, serían algunos de los protagonistas y las localizaciones que se señalan en la obra y que nos permiten revivir desde nuestros cómodos sillones de lectura, los últimos y dramáticos momentos en la vida del autor del Romancero Gitano y tantas otras.

El libro muestra una serie de estampas, perfectamente logradas, en donde se puede advertir una España dividida entre vencedores y vencidos, entre los que señalan y los señalados, al tiempo que nos plantea algunos interrogantes no resueltos, como por ejemplo la relación de Federico con Emilia Llanos, que pudo ser una relación de amor, o por otra parte, el motivo de su asesinato, la política, la ideología, o simplemente la condición sexual del maestro granadino, o también, la necesidad de quedar en paz con Dios antes de morir, es decir, es cierto que rezó junto a un falangista antes de ser ejecutado. Todo ello quedará en el eco de la historia y nunca conoceremos la verdad. 

Nos podemos preguntar por el sentido de la guerra y la barbarie que fracturó nuestra sociedad y que aún hoy sigue siendo objeto de debate y de discusión política, cuando debería ser un tema agotado y superado. Se consiguió algo con tanto odio. Uno siente como se le encoge el estómago, al imaginarse a un aterrorizado Federico esperando el momento final, más aún cuando a lo largo de los diálogos e impresiones recogidos en la obra, de boca de sus seres queridos y amigos incluso de algunos de sus captores, Lorca, era una persona sensible, temerosa, desprendida, buena, más allá del genio literario. Uno observa en Lorca la personificación de todos aquellos inocentes que fueron liquidados por el odio y la envidia de aquellos que necesitan un culpable a sus propias frustraciones y desencantos vitales, y aquí no hay colores, sólo sangre, analfabetismo, incultura  y crueldad. 

La sombra del miedo, esa telaraña que se teje junto al olvido y al silencio, hizo que el propio Agustín Penón, no fuese capaz de publicar sus anotaciones en forma de libro. Si lo hizo la actriz Marta Osorio, que recibió los materiales atesorados por el mismo Agustin Penón, de manos de su amigo  común William Layton, a partir de la obra “Miedo, olvido y fantasía. Crónica de la investigación de Agustín Penón sobre Federico García Lorca (1955-1956)” y que permitió desentrañar la verdad sobre el final de Federico García Lorca. 

La obra tiene mucho muchísimo más de lo que aquí se indica, y espero que ustedes lo descubran por sí mismos, dado que es de obligada lectura está “Araña del olvido”, cuyo autor, Enrique Bonet, hace un trabajo extraordinario . Buenas noches amigos. 


lunes, 3 de febrero de 2025

Aproximación a "la España de Franco" de Tusell.

En una época en la que vivimos una mentira continua, donde campan a sus anchas los publicistas y los pseudo-historiadores, movidos por intereses sectarios y terriblemente tendenciosos, se agradece leer la obra de uno de los grandes de la Historia contemporánea española, como el tristemente desaparecido Javier Tusell. Me interesaba conocer la obra del profesor Tusell, relacionada con el periodo franquista, puesto que el mismo historiador partía de una base ideológica encuadrada dentro de la democracia cristiana, corriente no muy prolífica en nuestro país, hasta el punto de militar en asociaciones de dicha tendencia, en el periodo final de la dictadura, y ser concejal de oposición en el Ayuntamiento de Madrid, durante la primera legislatura democrática. Casado con la también historiadora Genoveva Queipo de Llano, falleció de leucemia en el año 2005, con tan solo cincuenta y nueve años. 

La obra que he leído recientemente de Javier Tusell es la que lleva por nombre “ La España de Franco”, obra en la que se analiza de forma bastante pormenorizada los distintos periodos de la dictadura, desde el estallido de la Guerra hasta la muerte del dictador, ahondando en diversos aspectos, desde el tipo de dictadura que conformó el Caudillo vencedor de la Guerra, pasando por los grupos de oposición o el desarrollismo, que incluso señala el propio Franco no llegó a comprender en su totalidad. 

En este breve texto, que sólo pretende ser un comentario “sui géneris” del libro referido, no tengo nada que objetar a la exposición de hechos y sucesos que hace el maestro Tusell, nada que añadir, aunque sí me gustaría referir algunos pasajes que me han llamado la atención y que pienso que son bastante interesantes para todo el que tenga un interés en la historia del personaje analizado o el periodo histórico descrito.

En esta línea podemos señalar que a lo largo de las páginas queda claro el historiador que Franco era ante todo un militar, y más que eso, un militar africanista, forjado en la Guerra de Marruecos. Esta situación vital, no podemos dejarla en ningún momento de lado, puesto que esa condición cuartelera será omnipresente a lo largo de los cuarenta años de mandato de Franco. Siempre los generales, almirantes, o miembros del estamento militar tendrán un puesto destacado en los círculos de poder más cercanos al propio dictador. En un régimen donde no hay una ideología clara, aunque sí un rumbo fijo y marcado por determinados sentimientos, Tusell considera que lo más importante para Franco fue el nacional-militarismo, el nacional- catolicismo, y el nacional-patrioterismo. En resumidas cuentas, y por ese orden, Ejército, Iglesia y Patria, pero ojo, aquí hablamos de “patrioterismo”, es decir que observa un importante alarde patriotero, lo cual dista mucho de patriotismo. Añade Tusell, que estás características iban, además, unidas a un fanático espíritu antimasónico, propio de las derechas más radicales. 

Se le atribuye a Girón de Velasco, quién fundara las JONS partido de tintes fascistas, la frase que pretendía resumir el carácter y actuación del generalísimo y que no es otra que la que afirma que Franco mostraba “paso de buey, mirada de halcón y diente de lobo”, lo cual fue cierto en diversos momentos del régimen, pero no siempre, los años y las enfermedades mermaron alguna de éstas características. Era, al parecer, muy lento a la hora de tomar decisiones, incluso alguno de sus más allegados llegó a decir “lo que tarda en parir” cuando se refería a la sucesión en la Jefatura del Estado. Esta cualidad la mantuvo hasta el último momento. El ojo de halcón es más cuestionable, es decir, Franco acertó algunas cosas relativas al orden político nacional e internacional, pero, sin dudas, la coyuntura internacional le ayudó a perdurar tanto en el tiempo. Por su parte si manifestó la mordida del lobo hasta el final, es cierto que el régimen se relajó, pero en cualquier momento el dictador estaba en disposición de volver a apretar. Girón añade a las cualidades analizadas otra que no es menos importante, la de hacerse el bobo, y bueno, al parecer es una técnica utilizada a menudo a lo largo de la historia, desde Claudio hasta el propio Stalin. Imagino que es una mera cuestión de supervivencia. 

Un aspecto que también me ha llamado la atención es el poco interés que mostraba Franco sobre la política, hasta el punto de comentarle a un dignatario extranjero que hiciese como el mismo, que no se metiese en política. Al parecer el propio Fraga señala los amplios márgenes que se le daban a los ministros en su actuación ministerial, cierto que dentro de los parámetros acotados por la última palabra que siempre recaía en el vencedor de la Guerra Civil. Fraga llegó a comentar que en los consejos de ministros no se habló de política hasta no bien entrados los años sesenta. Debo reconocer que me ha hecho mucha gracia el carácter resonador que Tusell le atribuye a los distintos organismos políticos estatales en el periodo dictatorial. En concreto le atribuye ese rasgo “resonador” a las cortes del reino, es decir, su única función era la de amplificar las medidas ya tomadas de antemano por Franco.

Como ya he señalado el libro en cuanto a su contenido es impecable, y muestra desde diversas perspectivas los distintos aspectos del régimen, a lo largo de sus cuarenta años de andadura. Uno de los aspectos destacables es el papel que el insigne historiador le da a Franco como mediador entre las distintas familias del régimen. Aunque desde fuera pudiera parecer que no había nadie que se moviera dentro de la dictadura, la realidad es muy distinta, porque había luchas encarnizadas entre los distintos líderes y facciones, y la sangre nunca llegaba al río por ese papel de mediación que le correspondía al líder absoluto. En este asunto, cuenta el libro que el ministro de agricultura, con cierto predicamento falangista, quiso interceder por otro “camarada” ante el Caudillo, y este, con oficio le respondió a su sugerencia con “ usted dedíquese a los olivos”. En esta ocasión el papel de apaciguar las aguas fue un tanto radical, y es que, parece ser, que con los años y el Parkinson fue perdiendo esa capacidad negociadora. 

Por no alargar mucho esta pequeña aproximación al libro de Tusell,me ha parecido también muy interesante el trato que da a la oposición, desde el maquis hasta el contubernio de Munich. En este apartado, se reflejan las cartas enviadas y recibidas entre Franco y Don Juan, o las mismas reuniones personales que tuvieron, en el Azor o en otras localizaciones,y en donde encontramos a un dirigente, frío, cauto, hermético, que no cedió un ápice su postura, y la defendió como buen militar que era a capa y espada. Ahora bien, lo que no es claro, es esa postura, dudó, y le tuvo que dar mil vueltas al asunto, recuerden el “lo que tarda en parir este hombre” que antes mencionamos. Don Juan se tuvo que desesperar esperando años, décadas, un paso que nunca se dio, al final nuestro emérito Don Juan Carlos I, fue el heredero en la Jefatura del Estado, su padre, Don Juan, se tuvo que conformar con ver la restauración de la monarquía en la figura de su hijo, testigo de la historia y secundario de lujo. En sus dimes y diretes con Don Juan, llegó incluso a señalar, de forma descarada, que no había desechado en su mente la posibilidad de mantener la sucesión borbónica en la descendencia de su hermano Jaime, mayor que él, sordo y que ya había renunciado al trono desde hacía años. 

En fin, como pueden ver, es un libro de historia serio, de manos de un prestigioso profesor, reconocido por sus logros académicos, y repleto de conocimientos y anécdotas. En mi opinión es super recomendable. Buena tarde amigos.