Las vacaciones estivales caminan inexorablemente hacia su final, y por mucho que uno se empeña en frenar el paso de los días estos avanzan sin remisión, el ocaso del verano está, cada vez, más cerca. A pesar de esta realidad, mi predisposición laboral e intelectual sigue siendo la misma que a finales de junio, es decir la de un hombre ocioso, dispuesto a no cambiar de estado hasta que no quede más remedio. Pues bien, el caso es que hace no mucho, me pidieron que hablase sobre mi "libro favorito" al objeto de colaborar con la revista del Instituto, cosa que me congratula y agradezco de antemano al bueno de Antonio Julio, afanado coordinador de la biblioteca escolar. En primera instancia acepté de buen grado el encargo pero cuando me senté a escribir me di cuenta de la complicado que es elegir un libro entre libros, tarea imposible, por lo que me dije, porque no hablar de una temática mejor, cosa que hice, y que les ofrezco aquí, de forma literal y a falta de inspiración, disculpen el acople y disfruten de la lectura.
El
cuerpo de Mary Anne Nichols “Polly” Nichols yace sin vida en un oscuro
callejón de Whitechapel, acaba de morir
asesinada, un reguero de sangre cubre su cintura y alcanza el suelo, ha sido
acuchillada en el cuello y en el abdomen. Al otro lado de la ciudad, en un
lujoso despacho del Soho, el señor Utterson vuelve a leer el testamento de su
amigo el Doctor Jekyll, en el cual informa que en caso de sucederle algo toda
su fortuna y propiedades pasaran a manos de un huraño y desconocido Míster
Hyde. Las campanadas del Big Ben anuncian las cuatro de la madrugada, es una
noche bastante clara de finales de verano, la luna brilla con fuerza, y en su
centro se confunde la silueta de un enorme murciélago en dirección a la abadía
de Carfax. No lo puedo negar, el Londres victoriano
me encanta, los suelos húmedos donde resuenan los pasos de alguien que acecha
en la oscuridad, la niebla que camufla los rostros y esconde las intenciones,
el famoso East End, donde se puede comprar todo, los carruajes y los elegantes
caballeros que se reúnen en logias masónicas, el palacio de Buckingham donde se
alza impertérrita la reina Victoria I estandarte del poderoso imperio
Británico. Cuando me pidieron que escribiera sobre mi libro favorito pensé,
imposible, no sabría cual elegir, pero después me dije a mi mismo, elegir un
libro es muy difícil, pero una temática, un ambiente facilita las cosas, por
ello me decidí por el Londres victoriano, si, ese Londres de finales del XIX,
sucio e industrial, pujante y decadente al tiempo. Con el ambiente elegido los
libros llegaron por si solos, por un lado una novela gráfica magistral de Alan
Moore, “From Hell” que recrea la versión oficial sobre los asesinatos
perpetrados por Jack “el destripador”, el famoso asesino en serie que atemorizó
a la hipócrita sociedad londinense decimonónica. En forma de cómic novelado
Moore analiza todas las circunstancias que rodean los asesinatos de Whitechapel e involucra a la
propia casa real en la realización de los mismos. Entre nieblas, clubes de alta
sociedad e investigaciones de Scotland Yard, podemos mencionar una novela de
Robert Louis Stevenson, donde se narran las peripecias del angustiado Doctor Jekyll
y su alter ego Míster Hyde, poniendo en evidencia el maquillaje que supone la
vida social que tan sólo enmascara el animal que todos llevamos dentro. Mi
última propuesta sigue el curso del Támesis y se adentra en la Abadía de
Carfax, lugar donde Bram Stoker fijó la
residencia del conde Drácula en pleno Londres, y que sirvió de marco al
penúltimo combate entre el bien y el mal, antes que la liza final se trasladase
a los Cárpatos. Pues bien esta es mi recomendación, abríguense y cojan el
paraguas, en Londres suele llover, paseen por sus calles, mézclense con sus
moradores, tomen una pinta en el Ten Bells, o acudan al 221 b de Baker Street, y disfruten del té que a las cinco sirve la
Sra. Hudson en compañía de un famoso investigador que hace prodigios con su
mente…
Pues esa era mi propuesta, y lo sigue siendo a día de hoy, qué les parece, si no conocen estas obras les invito a caminar entre la neblina, las capas y los sombreros de copa londinenses y a perderse en el famoso y oscuro Londres Victoriano.
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