En una época en la que vivimos una mentira continua, donde campan a sus anchas los publicistas y los pseudo-historiadores, movidos por intereses sectarios y terriblemente tendenciosos, se agradece leer la obra de uno de los grandes de la Historia contemporánea española, como el tristemente desaparecido Javier Tusell. Me interesaba conocer la obra del profesor Tusell, relacionada con el periodo franquista, puesto que el mismo historiador partía de una base ideológica encuadrada dentro de la democracia cristiana, corriente no muy prolífica en nuestro país, hasta el punto de militar en asociaciones de dicha tendencia, en el periodo final de la dictadura, y ser concejal de oposición en el Ayuntamiento de Madrid, durante la primera legislatura democrática. Casado con la también historiadora Genoveva Queipo de Llano, falleció de leucemia en el año 2005, con tan solo cincuenta y nueve años.
La obra que he leído recientemente de Javier Tusell es la que lleva por nombre “ La España de Franco”, obra en la que se analiza de forma bastante pormenorizada los distintos periodos de la dictadura, desde el estallido de la Guerra hasta la muerte del dictador, ahondando en diversos aspectos, desde el tipo de dictadura que conformó el Caudillo vencedor de la Guerra, pasando por los grupos de oposición o el desarrollismo, que incluso señala el propio Franco no llegó a comprender en su totalidad.
En este breve texto, que sólo pretende ser un comentario “sui géneris” del libro referido, no tengo nada que objetar a la exposición de hechos y sucesos que hace el maestro Tusell, nada que añadir, aunque sí me gustaría referir algunos pasajes que me han llamado la atención y que pienso que son bastante interesantes para todo el que tenga un interés en la historia del personaje analizado o el periodo histórico descrito.
En esta línea podemos señalar que a lo largo de las páginas queda claro el historiador que Franco era ante todo un militar, y más que eso, un militar africanista, forjado en la Guerra de Marruecos. Esta situación vital, no podemos dejarla en ningún momento de lado, puesto que esa condición cuartelera será omnipresente a lo largo de los cuarenta años de mandato de Franco. Siempre los generales, almirantes, o miembros del estamento militar tendrán un puesto destacado en los círculos de poder más cercanos al propio dictador. En un régimen donde no hay una ideología clara, aunque sí un rumbo fijo y marcado por determinados sentimientos, Tusell considera que lo más importante para Franco fue el nacional-militarismo, el nacional- catolicismo, y el nacional-patrioterismo. En resumidas cuentas, y por ese orden, Ejército, Iglesia y Patria, pero ojo, aquí hablamos de “patrioterismo”, es decir que observa un importante alarde patriotero, lo cual dista mucho de patriotismo. Añade Tusell, que estás características iban, además, unidas a un fanático espíritu antimasónico, propio de las derechas más radicales.
Se le atribuye a Girón de Velasco, quién fundara las JONS partido de tintes fascistas, la frase que pretendía resumir el carácter y actuación del generalísimo y que no es otra que la que afirma que Franco mostraba “paso de buey, mirada de halcón y diente de lobo”, lo cual fue cierto en diversos momentos del régimen, pero no siempre, los años y las enfermedades mermaron alguna de éstas características. Era, al parecer, muy lento a la hora de tomar decisiones, incluso alguno de sus más allegados llegó a decir “lo que tarda en parir” cuando se refería a la sucesión en la Jefatura del Estado. Esta cualidad la mantuvo hasta el último momento. El ojo de halcón es más cuestionable, es decir, Franco acertó algunas cosas relativas al orden político nacional e internacional, pero, sin dudas, la coyuntura internacional le ayudó a perdurar tanto en el tiempo. Por su parte si manifestó la mordida del lobo hasta el final, es cierto que el régimen se relajó, pero en cualquier momento el dictador estaba en disposición de volver a apretar. Girón añade a las cualidades analizadas otra que no es menos importante, la de hacerse el bobo, y bueno, al parecer es una técnica utilizada a menudo a lo largo de la historia, desde Claudio hasta el propio Stalin. Imagino que es una mera cuestión de supervivencia.
Un aspecto que también me ha llamado la atención es el poco interés que mostraba Franco sobre la política, hasta el punto de comentarle a un dignatario extranjero que hiciese como el mismo, que no se metiese en política. Al parecer el propio Fraga señala los amplios márgenes que se le daban a los ministros en su actuación ministerial, cierto que dentro de los parámetros acotados por la última palabra que siempre recaía en el vencedor de la Guerra Civil. Fraga llegó a comentar que en los consejos de ministros no se habló de política hasta no bien entrados los años sesenta. Debo reconocer que me ha hecho mucha gracia el carácter resonador que Tusell le atribuye a los distintos organismos políticos estatales en el periodo dictatorial. En concreto le atribuye ese rasgo “resonador” a las cortes del reino, es decir, su única función era la de amplificar las medidas ya tomadas de antemano por Franco.
Como ya he señalado el libro en cuanto a su contenido es impecable, y muestra desde diversas perspectivas los distintos aspectos del régimen, a lo largo de sus cuarenta años de andadura. Uno de los aspectos destacables es el papel que el insigne historiador le da a Franco como mediador entre las distintas familias del régimen. Aunque desde fuera pudiera parecer que no había nadie que se moviera dentro de la dictadura, la realidad es muy distinta, porque había luchas encarnizadas entre los distintos líderes y facciones, y la sangre nunca llegaba al río por ese papel de mediación que le correspondía al líder absoluto. En este asunto, cuenta el libro que el ministro de agricultura, con cierto predicamento falangista, quiso interceder por otro “camarada” ante el Caudillo, y este, con oficio le respondió a su sugerencia con “ usted dedíquese a los olivos”. En esta ocasión el papel de apaciguar las aguas fue un tanto radical, y es que, parece ser, que con los años y el Parkinson fue perdiendo esa capacidad negociadora.
Por no alargar mucho esta pequeña aproximación al libro de Tusell,me ha parecido también muy interesante el trato que da a la oposición, desde el maquis hasta el contubernio de Munich. En este apartado, se reflejan las cartas enviadas y recibidas entre Franco y Don Juan, o las mismas reuniones personales que tuvieron, en el Azor o en otras localizaciones,y en donde encontramos a un dirigente, frío, cauto, hermético, que no cedió un ápice su postura, y la defendió como buen militar que era a capa y espada. Ahora bien, lo que no es claro, es esa postura, dudó, y le tuvo que dar mil vueltas al asunto, recuerden el “lo que tarda en parir este hombre” que antes mencionamos. Don Juan se tuvo que desesperar esperando años, décadas, un paso que nunca se dio, al final nuestro emérito Don Juan Carlos I, fue el heredero en la Jefatura del Estado, su padre, Don Juan, se tuvo que conformar con ver la restauración de la monarquía en la figura de su hijo, testigo de la historia y secundario de lujo. En sus dimes y diretes con Don Juan, llegó incluso a señalar, de forma descarada, que no había desechado en su mente la posibilidad de mantener la sucesión borbónica en la descendencia de su hermano Jaime, mayor que él, sordo y que ya había renunciado al trono desde hacía años.
En fin, como pueden ver, es un libro de historia serio, de manos de un prestigioso profesor, reconocido por sus logros académicos, y repleto de conocimientos y anécdotas. En mi opinión es super recomendable. Buena tarde amigos.
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