Vistas de página en total

lunes, 25 de abril de 2016

De Pena

Hay veces que uno se siente más frustrado que de costumbre, y es cierto que sobran los motivos para ello, pero se intenta seguir hacia adelante y no caer en la desidia del día a día, siendo como digo, en ocasiones imposible evitar la sensación de vacío y por qué no, de fracaso. Algo de luz podrán ver  ustedes, si les digo que me dedico, al menos de momento, a la ardua tarea de la educación, y aprovecho aquí para decir, que en estos momentos, es profesión de riesgo, y con un nivel de desprestigio abrumador. De dónde procede esa frustración , que la mayor parte  de las veces se sobrelleva, pero en otros momentos te puede y te agobia hasta hacerte sentir muy pequeñito. La respuesta es clara, y múltiple, es cierto que la situación no puede seguir así, puesto que en poco tiempo tendremos que recapacitar, sentarnos entre todos y tomar una decisión razonada de hacia dónde queremos que vaya este país con su actual sistema educativo. La solución no es fácil en un lugar  donde la progresía campa a sus anchas, y donde pedagogos y psicólogos han reducido el papel de los profesores al de meros secundarios con muy poco “texto” en esta gran obra que supone la educación de nuestros jóvenes. De educación, así como de medicina o de informática sabe todo el mundo, y es habitual que personas ajenas al universo  docente opinen, gestionen o incluso formen parte activa en la redacción de los textos educativos, que ya van siendo numerosos en nuestro país, casi a Ley educativa por cambio de gobierno.
Pongamos un poco de orden a esta situación; desde mi punto de vista, el papel de psicólogos y pedagogos, ha convertido a los profesores en simples comparsas del sistema educativo, sin prácticamente nada que decir de un cometido, que debería ser, en todo caso, controlado en un noventa por ciento, por el propio profesorado. Estamos convirtiendo a los alumnos en pacientes, todos susceptibles de tener algún que otro trauma o el manido TDAH, lo que lleva a medicar a niños desde muy jóvenes,  sin saber muy bien qué consecuencias tendrá esto en el futuro. Cuidado con esto,  puesto que todo es manipulable, conste que soy un firme defensor de la educación pública, con sus diversidad, variedad  y peculiaridad, abierta e inclusiva, pero otra cosa es, que tengamos que “comulgar con ruedas de molino”, y aceptar que no se puede suspender a un alumno, porque es una víctima del sistema, ( independientemente de que arroje su vida a la basura y no haga  nada por su propio futuro)  y cada vez más, asediados por nuestra propia dejadez,  aprobamos  a gente incapaz, que tenemos   entre algodones y que, de aquí a no mucho, una vez acabe esta fase, enviaremos a un mundo laboral tremendamente competitivo, exigente y sobre todo,  cruel.  No podemos hacer de la vagancia un instrumento para conseguir títulos, usando las posibilidades que el propio sistema da, pero que están orientadas hacia quién, de verdad, tiene mayores dificultades que el resto. Hay que ayudar a quien lo necesita, pero también hay que hacer un buen uso de las posibilidades del sistema, y no buscar subterfugios en donde no hay más que mala educación y poca laboriosidad.
Algo que literalmente me repugna, es la actitud de aquellos que no saben apreciar la bondad que tiene poseer  una educación gratuita y de calidad. Durante siglos la educación ha sido algo reservado a una minoría, generalmente adinerada, mientras que el común de los mortales, se pudría de asco, en la miseria y en la ignorancia. La educación pública es desdeñada por muchos jóvenes que no saben apreciar el tesoro que supone salir del marasmo de la ignorancia y convertirse en hombres y mujeres dignos, formados, preparados para devolver al sistema parte de lo que este les ha dado a ellos en los años de formación. Es cierto que en nuestros días, el sistema no tiene capacidad para absorber a estos jóvenes, pero no podemos hacer de esto una justificación para recrearnos en la vagancia, la grosería y la mala educación. Es tremendamente decepcionante que algunos te digan que se ven obligados a ir al centro educativo, puesto que si no lo hacen, los asistentes sociales irán a sus casas, por lo que deciden acudir a las clases a molestar a los profesores y a los compañeros, que si están interesados en lo que allí se cuenta.  En este caso, que pretende ejemplificar una situación bastante común y extendida, el problema no sólo es del adolescente rebelde, sino también de su estulta familia, que observa como su hijo fracasa reiteradamente en la educación, y o bien, no puede hacer nada, pues se le escapa a su control, o simplemente asume esta atrocidad como algo propio de niños, o una simple trastada sin consecuencias, craso error.
El profesorado es parte responsable de su propia realidad, se trata de un colectivo desunido, que no sabe salvar las diferencias y luchar en pro de un objetivo común, mejorar la sociedad, y por ende, mejorar la educación de nuestros jóvenes y no tan jóvenes. En esta lucha se requiere compromiso, y conocimiento de la realidad que nos rodea, que es cambiante, y para mucha gente dramática, por ello hay que decir a todo profesor/a evadido de la realidad que despierte, que hay que regresar a los orígenes, que hay que entender que la profesión debe estar vinculada con la cotidianeidad que viven los alumnos y sus familias. Debemos transmitir conocimiento, y desde mi punto de vista también valores, que sin duda también deben emitirse desde la misma familia, eso es prioritario, pero desde la escuela debe ser requisito “sine qua non”.  Es necesaria una movilización masiva de todo el ente educativo en pro de una Ley consensuada y con visos de durabilidad en el tiempo, moderna y adaptada a nuestro propio país, que se aleje de intereses políticos y que mire por el futuro de nuestra sociedad. En esta movilización hay que exigir algunas cosas, primero autoridad y respeto a la profesión docente, y lógicamente una readaptación del currículo que potencie el pensamiento, el espíritu crítico, y la laicidad necesaria de la educación, superando la  Religión, en pro de otras asignaturas útiles tales como la Filosofía o la Ética.  
En mi opinión, me parece que cometemos otro error en secundaria, y no es otro que convertir los Institutos en Escuelas, con mi más profundo respeto a las Escuelas, pero el objeto de la secundaria es preparar a los alumnos para la Universidad, principalmente, ya sé que hay otras opciones, pero la principal debería ser la mencionada anteriormente. Hay que potenciar lo bueno, y no perder tanto tiempo con aquellos que agotan las posibilidades de un sistema demasiado garantista y que sólo se preocupa por falsear las estadísticas y aprobar masivamente. Hay que dejar de lado tanta cartulina y tanto villancico, para dedicarnos a una educación seria y de calidad.

El tema de la educación daría para un centenar de folios en un primer análisis, sin duda, pero no busco aquí desarrollar de forma extensa todo el problema, y digo bien problema, que supone la educación española en la actualidad. Tan sólo manifiesto, desde el respeto, mi humilde punto de vista, subjetivo y personal, pero que recoge el sentir de muchos compañeros, en parte como yo, asqueados de esta patraña de sistema, cuerpo putrefacto en manos de inspectores a dedo, intereses de conferencias episcopales, y progresía de sueldo base. La autocrítica va en vanguardia de este análisis, si no nos movemos nosotros, nadie lo hará, a quién le importa la educación, si parece más útil producir titulillos de secundaria que alumnos formados y con aspiraciones culturales e intelectuales. Se nos llena la boca con el sistema educativo finlandés,  cuando no hacemos nada porque el nuestro sea siquiera una sombra, claro está, ni nuestro sistema es tan bueno, ni nosotros intentamos que lo sea, harto estoy de ver gente fija que su mayor preocupación es entrar tarde los lunes e irse pronto los viernes, el alumno lo primero, sin duda…Pero no es mi objetivo tirar tierra sobre los docentes, la mayoría son trabajadores y muy buenos profesionales, ahora sí, inspectores preocupados por acojonar al personal sobran por todas las circunscripciones educativas, que asco de gente, que lo único que anhelan es dar miedo a los iguales y no solventar ni un sólo problema, tal y como es su trabajo. La educación adolece de muchas actividades extraescolares, bailes colectivos, semanas británicas o chorradas varias, y peca de no ser un conjunto unido en defensa de una educación pública de calidad, que mejore repito, la sociedad, que nos mejore a todos.  Por ello afirmaba al principio que estamos…de pena.

No hay comentarios:

Publicar un comentario