En esta ocasión me gustaría
escribir sobre los “pijos” y no me refiero a Borja Mari, Goyo o Pelayo, nombres
usados por aquellos que en su corto entendimiento, encuentran en el nombre una
excusa para creerse por encima de los demás, como si en el mismo se encontrase
la clase, o el dinero, o vete a saber que pasa por la cabeza de esta gente
amante de la exclusión social y el
exclusivismo de alpargatilla.
El objeto del artículo es hablar
sobre nosotros mismos, sobre la gente de hoy en día, a los que tan sólo unos
años nos separan de la necesidad, de la escasez, o del hambre propiamente
dicho, y es que nos hemos vuelto unos “pijos” preocupados por el que dirán y el
consumismo absurdo de corto alcance, puesto que tampoco hay para más. Las consecuciones sociales, el progreso, la asunción
de la democracia han permitido alcanzar un nivel de vida aceptable para gran
parte de la población, aunque si bien es cierto que la crisis financiera, ha
menoscabado gran parte de estos logros, podemos decir que nuestra situación es
mucho mejor que la que vivían nuestros abuelos, y eso ha sido positivo en
muchas cosas pero también pernicioso en otras muchas, y me explico; hemos
conseguido alcanzar una cuotas de bienestar que al menos, a pesar de lo tontos
que nos hemos vuelto en otros muchos aspectos, nos han permitido tener la barriga
llena, y como dijese el de la triste figura “los duelos con pan son menos”. Tenemos una situación, en líneas generales, y
soy consciente que no para todos, bastante mejor, pero también hemos empeorado
en otras cosas, así, como dice la gente
entrada en años “ahora tenéis muchos más adelantos, pero no sois más felices
que antes”, cuánta razón, ahora se ve muchísima incultura, a pesar de contar
con una educación asequible a todo el mundo, se observa un enorme estrés,
derivado de una sociedad competitiva, y que ha perdido el norte, se percibe
tristeza, que procede de intentar satisfacer deseos mundanos de lo más banal a
precio de oro, y que lógico, no podemos alcanzar así como así. Somos más “PIJOS”, nos hemos desclasado, no
sabemos que la gran mayoría somos “obreros”, es decir que trabajamos para poder
vivir, con más o menos dificultades, hemos caído en la trampa del capital, ese
enorme monstruo que pretende generalizar el bienestar y lo que realmente hace
es extender el consumismo masivo y sin sentido. Está claro que en este
magnífico sistema lo único que no debemos hacer es dejar de tener dinero,
puesto que con él se consigue todo, salvo la felicidad, que no se compra.
La vida de cualquiera de nuestros
abuelos fue muchísimo más dura, no sólo a nivel laboral, que estaban explotados
trabajando por miserias de sol a sol, bien en el campo, o en la mina, sin
prácticamente ningún derecho social, fueron ellos los que lo pelearon para que
nosotros los tuviésemos. A nivel alimenticio comían lo que había, el médico era
un bien tremendamente escaso y ni mucho menos al alcance de todos, la educación
para los señoritos, como la caza y la política, las vacaciones y el turismo para los ricos,
para los pobres la emigración y el desarraigo. En definitiva, para la gente del
común, para la mayoría de la población, la vida era dura, como la gente, aquí
no había sitio para la ñoñería o la pose que impera en nuestros días. Los
logros conseguidos se esfuman por medio de crisis globales o más bien estafas
mundiales, y la gente ahora, aborregada, pijita, sin saber luchar por nada, es
manejada a placer por los intereses
económicos del sistema, puesto que ni los políticos pintan un carajo, el "mandamás" tiene un nombre CAPITALISMO.
Soy nieto de minero, represaliado
por ideas, y muerto de silicosis con apenas cincuenta años, por parte de madre, así como nieto de preso
político y fusilado, por parte de padre, al tiempo que hijo de emigrantes en
Alemania en la década del llamado milagro español, los años sesenta del pasado
siglo, me dedico a la docencia, leo lo que puedo, y aunque no tengo ningún
callo en las manos de trabajar, como mis ancestros, sé muy bien lo que soy y de dónde vengo, es mi forma de honrarlos,
saber que ahora somos lo que somos gracias a sus logros, que no podemos olvidar que
hay que seguir progresando, dando parte de lo que nos han dado, seguir en la
lucha por un mundo mejor, cuestionando el capitalismo y sus lacras, expandiendo
el pensamiento crítico, agradeciendo y fortaleciendo la democracia, el marco de
convivencia común, y enseñando a los que vienen detrás que debemos dejar de ser
tan PIJOS para ser más reales, más duros, y sobre todo, más LIBRES.
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