Después de toda la mañana
buscando la inspiración en vano, llega la
tarde y me viene a la cabeza una idea, relativa a la visión que propios y extraños albergan o
han albergado sobre nuestro solar patrio
y que trataré de convertir en artículo,
sin garantías de conseguirlo. Es sabido que España, lo español, o más genérico
aún, los españoles hemos sido objeto de admiración, asombro, o simplemente crítica,
a lo largo de nuestra dilatada y azarosa
historia. Muchas frases han pretendido señalar que somos, cuál es nuestro
carácter y nuestra idiosincrasia, en definitiva se ha querido ofrecer un
retrato de España, una mirada soslayada y poco profunda, pero en ocasiones muy gráfica. En el mundo de las máximas
encontramos de todo, desde lo exagerado hasta lo banal, pero en buena medida,
nos permite hacernos una idea de cómo nos vemos y como nos ven, de forma
sincrónica y también a través del diacronismo histórico.
Para comenzar me gustaría señalar
dos frases pronunciadas, por dos grandes políticos (de esos que es raro
encontrar por inteligentes y honrados), eso sí,
separados por más de medio siglo de Historia, la primera de ellas se
atribuye a Manuel Azaña y decía; "En España la
mejor manera de guardar un secreto es escribir un libro.", la
sagacidad del que fuese presidente de la
II República Española, condenaba la insana costumbre nacional de no leer, de
ser un país poco cultivado, jamás se revelaría el secreto, dado que nadie
leería dicho libro, ni ningún otro. La otra frase a la que me refería la
encontré el otro día en una entrevista realizada a Julio Anguita, en la que
afirmaba sobre España; "Es un país que se pone delante de un
toro, pero que ve un libro y sale corriendo", habían pasado más de cincuenta años que
incluyen una dictadura de cuarenta y el proceso de Transición democrática, pero
en la que el genio de este intelectual sigue observando el mismo mal que ya se
denunciara en la máxima anterior, seguimos sin leer, sin cultivarnos, en plan
de broma, en ocasiones afirmo con algún amigo, el día que la Ilustración llegue
a España la que se va a liar. En España la vulgaridad y el mal gusto campan a
sus anchas, no consumimos cultura, sólo telebasura y afán de notoriedad en las
redes sociales, pero esto no quita que se quiera aparentar en ocasiones ser
gente de libro, inquieta y curiosa. Este mal gusto en determinados grupos de
edad incluso es potenciado y valorado como elemento de estatus.
Uno de nuestros héroes olvidados,
y tendremos algún día que hablar de todos aquellos a los que hemos abandonado en el
cuarto de los trastos viejos, Blas de Lezo y Olavarrieta, el insigne vencedor
de la Real Armada Británica, defendiendo Cartagena de Indias, con muchas más
“pelotas” que medios, hasta el punto que
no volverían los ingleses a juntar
tantos barcos hasta la II Guerra Mundial, y aquello sucedió en 1741, profirió
diversas frases que han pasado a la Historia pero incluiremos aquí la que me
parece más gráfica de todas, y dice así; “Todo buen español debería mear siempre
mirando a Inglaterra” , se resume así , perfectamente, gran parte del pasado español (y se tira por tierra el Bilingüísmo, de sueldo base, del actual sitema educativo) en el que bajo
los intereses de antojadizos gobernantes y reyes, los soldados españoles
dejaban su vida y sus entrañas en proezas para mayor gloria del Imperio
Español. En fechas recientes, los Británicos reformulaban con la Unión Europea
su adhesión a la misma, y al margen de ser más o menos altivos, nuestros
antiguos rivales, siguen manifestando una fuerza y una voluntad que hace ya
mucho se perdió en nuestro país. Hemos asumido los intereses de la Unión como
propios, dejando de ver que es lo importante para España, en tanto que miembro
de dicha Unión, no como criado de los intereses de las dos grandes potencias
europeas, de nuevo los británicos nos dan una lección de la famosa flema.
Son muchísimas las alusiones que se
han hecho sobre España, para finalizar este artículo, que decido aquí, y cambio
el título, dividiré en varios, quiero
hacer referencia a otras dos frases que bien pueden ser aplicadas a nuestra
agitada situación actual. La primera de ellas, la dijo un alemán, y no uno
cualquiera, sino el hombre que inventó Alemania, Otto Von Bismarck “el
Canciller de Hierro”, afirmó “La nación más fuerte del mundo es sin duda
España. Siempre ha intentado autodestruirse y nunca lo ha conseguido. El día
que dejen de intentarlo, volverán a ser la vanguardia del mundo”,
el artífice de la Unificación Alemana, el hombre que durante lustros dirigió no
sólo los designios de Alemania (Prusia) sino también los de Europa entera, a
través de sus sistemas de alianzas que daban a los germanos una posición
predominante en el continente, pero que evitaba la Guerra a gran escala, esta
llegaría más tarde, vislumbraba en gran medida la capacidad de autodestrucción
que los españoles hemos tenido a los largo de los siglos y que era palmaria en
el siglo XIX, aquél en el que perdimos la oportunidad de ser una gran nación
para convertirnos en un país de tradiciones, incienso, caciques y analfabetos.
Finalmente me ha parecido oportuno recordar lo que dijera Amadeo de Saboya,
aquel galán italiano, que por casualidades de la vida fuese rey de España,
quién en las Cortes y antes de
emprender camino de su patria de
nacimiento señaló, al tiempo que abdicaba que “Los españoles son
ingobernables”, y no le faltaba razón al de Aosta, dado que horas después se
proclamaba la I República Española, en la que como se sabe en tan sólo once
meses se sucederían cuatro presidentes de la misma, poniéndose fin a un proceso
político que se iniciaba con la salida de Isabel II del país al exilio, seguido
de la búsqueda de nuevo rey y las inferencias europeas, entre ellas las del
mencionado Bismarck o Napoleón III, y que incluía el magnicidio de la Calle del
Turco, donde el presidente del gobierno, y artífice de la candidatura de Amadeo
fuese asesinado, perdiendo el monarca el único apoyo que contaba en el país. En
nuestros días no llegamos a tanto, los carlistas casi no existen, y los
republicanos nos conformamos con poco, el marco constitucional parece estable,
y de momento no hay ruidos de sables, pero la gobernabilidad del país es más
que difícil, ya veremos lo que los tiempos nos depararán.
Estas son algunas máximas dichas
sobre nuestro país, sobre nuestras gentes, sobre nosotros, y en todas ellas
podemos ver alguno de los males que nos aquejan, que nos definen, que nos
retratan, exagerados o no, tienen su parte de razón. Podríamos concluir el
artículo, que ya he dicho retomaré más adelante, señalando lo que escribiera el
genio de Quevedo “Miré
los muros de la patria mía, si un tiempo fuertes ya desmoronados de la carrera
de la edad cansados por quien caduca ya su valentía”, y sin tanta genialidad
afirmar con rotundidad “Que país”.
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