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sábado, 12 de abril de 2025

El valle de los sueños.

El rostro enjuto, largo bigote, descuidado, la barba de varios días, la mirada fija en algún punto del horizonte, una faz curtida, bajo una boina calada, las manos fuertes y castigadas. Ropa sucia, gastada, de tanto bregar. Esta breve descripción pretende ser fiel a la imagen que sirve de portada a la novela gráfica “la balada del Norte” y corresponde a la recreación de Paulino, un minero veterano que protagoniza el primer tomo de esta tetralogía, y que bien pudiera ser la de cualquier minero español de los años treinta. Me ha encantado, no puedo decir otra cosa, es más me he bebido la historieta en pocas horas, y me ha dejado un regusto muy agradable, hasta el punto de que esta misma tarde voy a ir a buscar el segundo tomo a la biblioteca. 
Quien no quiera que le destripe la historia, que deje de leer en este momento, aunque ya les digo que esto no es una reseña, sino sólo, una mera aproximación al libro y a su temática, cargada además, la misma, de mis propias impresiones. 
La novela recrea la vida de una comunidad minera asturiana, en los momentos previos a la revolución de Asturias de 1934, donde por más de quince días las cuencas carboníferas ardieron bajo el ardor de una fallida revolución que pretendía mejorar la horrible situación en la que se encontraban los trabajadores del carbón, y bueno, todos aquellos que, en general, componían la clase obrera y campesina española del momento. Con un tono mesurado relata las vivencias cotidianas de los pozos mineros, el peligroso día a día de los que tenían que bajar a las entrañas de la tierra a cambio de un exiguo jornal, la envidia que siempre trae consigo la mentira y la traición, los accidentes, y la vida después de la tragedia y la muerte. Pero también se relata el otro lado de la mina, las reuniones elegantes, las partidas de billar en las que se compran y venden acciones, o se compran las débiles voluntades de políticos o jueces corruptos, las cacerías que servían para la diversión y para cerrar tratos y negocios de una forma más desenfadada que en un frío despacho. Los sentimientos, la humanidad, y los números, que no siempre cuadran bien. Todo ello en el marco de una república atenazada por las izquierdas y las derechas, y relatado, con detalle, desde una ficticia redacción periodística que representaba los intereses de los trabajadores “La Noticia”. No, no voy a hablar de Tristán, el hijo del marqués, unido por la sangre con los poderosos, y por ideas con los desposeídos, ní tampoco diré mucho más sobre Isolina, la hija de Paulino, eso lo deberán ustedes descubrir en la obra de Zapico, que fervientemente recomiendo desde aquí. 
He acabado el libro hace un rato, esta misma mañana, y como en otras ocasiones, he podido relacionarlo con algunos pasajes cercanos, no en el tiempo, aunque sí en mí vida. Todavía recuerdo las historias que mi madre me contaba sobre su padre, mi abuelo, que fue picador, de carbón, y vivió experiencias muy parecidas a las relatadas en la novela. Y, parece que todavía oigo a mi tía Pura hablándome del marqués, en este caso de Comillas, al que se le debía buena parte de la colonia minera de Vallejo de Orbó y Barruelo de Santullán, sitios, por otra parte, privilegiados, dado que la mina permitió la existencia de escuelas, economato, hospital, farmacia e incluso, cine. Cuántas veces he paseado por la entrada de la mina de Vallejo, donde trabajó mi abuelo Aníbal, y tantos otros, y cuantas veces, mi madre, o mis tías, me han comentado en la puerta del Cine Ideal, ya abandonado, que allí vieron numerosas películas de la época dorada de Hollywood. Por cierto, estos cines, con capacidad para cuatrocientos espectadores, fueron los primeros de toda la provincia de Palencia. Sirva este escrito para decir, que el último libro que le vi leer a mi madre, fue uno en el que se contaba la vida de los mineros de Vallejo, y que llevaba por título …"el valle de los sueños”. 
Tras acabar el libro, y como un autómata, he subido arriba, y sólo en la habitación de forma casi mecánica he puesto en el móvil, la famosa canción minera "el pozo María Luisa ”, de ahí he pasado a “la plaza de mi pueblo “ y me he venido arriba, finalmente, con el impresionante himno de la Unión Soviética. Cuando me he querido dar cuenta estaba llorando como un niño, emocionado, que le vamos a hacer, no podemos negar nuestras raíces, y no debemos dejar nunca de pelear por ese otro mundo posible y real. Buenas tardes. 

domingo, 16 de marzo de 2025

El arte de caminar.

El añorado Eduardo Galeano dijo que la utopía servía para caminar, porque siempre estaba en el horizonte, de modo que si uno anda dos pasos, la misma se aleja dos pasos, y qué sentido tiene, entonces, buscar la utopía, si está siempre huye. Pues muy sencillo, Galeano nos dio la clave, la utopía sirve para eso mismo, para caminar. Muchos han sido a lo largo de la historia los que han buscado la utopía y han caminado largo trecho sin alcanzarla. De ellos, en el último siglo y medio, destacan los anarquistas, que buscaban un ideal inalcanzable, la Libertad, o lo que es lo mismo el arte de volar, sin ataduras, libres como cualquier pajarillo. Uno de estos anarquistas se arrojó con noventa años desde la ventana de una cuarta planta en la residencia donde pasaba sus últimos días. No era otro que Antonio Altarriba Lope, padre del famoso escritor, profesor e intelectual Antonio Altarriba, quien, hace ya algunos años, en torno al año 2009, homenajeó a su progenitor contando su vida en una novela gráfica, ilustrada por Kim y con un guion elaborado a partir de las propias notas vitales tomadas por parte del homenajeado, y que llevó por título “el arte de volar”. A partir de esta obra gráfica excepcional y más que recomendable, he pretendido reflexionar conformando un artículo que lleva por título una mezcla de las aportaciones de Galeano y Altarriba, y que no es otro que “el arte de caminar”. 

El libro me ha servido de base para reflexionar un poco sobre el periodo, la temática, y también sobre el final de la vida, en definitiva, sobre aspectos que se han ido desgajando de cada uno de los cuatro capítulos que la obra contempla. 

El periodo abarca desde principios del siglo XX hasta el año 2001, ya en el siglo XXI, y podemos decir, que a lo largo de este largo periplo vital, Antonio Altarriba, relata su vida en Peñaflor, en Zaragoza, su adscripción forzada a la vida rural, los sueños que compartía con algunos amigos, como Basilio y que chocaban con la dura realidad del campo, los primeros amores y los primeros sinsabores, el maestro que enseña gratis para formar a un pueblo ciego de incultura, y el cacique local, al que todos miran con desdén, y que desprecian por tener todo sin hacer nada. La siguiente fase está dominada por la Guerra Civil, y la lucha libertaria en la Brigada Francia, de la CNT, donde hace un pacto con algunos de sus correligionarios, la famosa alianza de plomo, forjada a partir de una bala. En la guerra y en la derrota, ve como la utopía se aleja cada vez más, con cada pequeña traición, con cada pequeña mentira. Después vino el exilio en Francia, los campos de concentración y la Resistencia contra los nazis. Cuando el tirano mundial se encaminaba hacia el final, los resistentes españoles gritaron aquello de “hoy París y mañana Madrid”, pero la parte española nunca se cumplió. En el extranjero disfrutó de una libertad mucho más amplia que en España, con rasgos culturales y sexuales mucho más abiertos que en el cortijo patrio. El retorno a la vida civil, aún en el extranjero, supuso otra renuncia más, porque las puertas abiertas eran pocas, y pasaban por el contrabando de cemento, es decir hacer negocio a costa de los más pobres, de nuevo volar era complicado. Sus alas eran todavía poderosas y por ello decidió regresar a Zaragoza, asumir definitivamente que habían sido derrotados, y que España era gobernada con mano de hierro y voz de pito por Franco. Se dedicó al negocio de las galletas, dejando el contrabando de lado y adentrándose en el más nacional estraperlo, otra renuncia más, que incluso le puso en el lado de los que traicionan, ya saben, de todo hay que hacer en esta vida. Al poco tiempo el tren del amor pasó otra vez y lo aprovechó, hasta el punto de ser feliz con su mujer y su hijo, al menos durante los primeros años. Como todos los finales, el final de Antonio Altarriba fue cruel, por diversos motivos, entre ellos la depresión, la separación de su mujer, las batallas no libradas, y por último el último vuelo hacia la eternidad. 

Por su parte, la temática gira en torno a la libertad, o al menos, la búsqueda insaciable de la misma, aunque, quizás, lo único que buscó Antonio Altarriba y otros muchos, fue la felicidad, la tranquilidad, el poder vivir dignamente sin tener que estar deslomados para no dejar de ser pobres y míseros de solemnidad. La libertad en su máxima expresión es la mayor de las utopías, porque depende en buena medida de la bondad del ser humano, y en esas lides hay mucho que decir. Sin embargo, esa búsqueda de la libertad, aunque no sea en el sentido maximalista del término, es fundamental para que la sociedad avance. No se trata de llevar a cabo una revolución libertaria sin sentido y con demasiada sangre, pero si es necesario ese espíritu de lucha, de enfrentamiento a los poderosos, de rebeldía frente a lo establecido. Es decir, no alcanzaremos nunca el horizonte, pero si tenemos que avanzar en su dirección todo lo que podamos. No puedo negar que este libro me ha recordado al bueno de Antonio Robles, un personaje singular que siempre estuvo buscando esa utopía y que representa muy bien la idea que aquí pretendo referir. Militante histórico de la CNT, con una cultura encomiable, con el que pude compartir algunos momentos, y que, tristemente ya es libre en su máxima expresión. 

Por último, y dada mi propia experiencia vital, el libro me ha removido al tratar el asunto de las residencias de ancianos, lugares cada vez más necesarios y que nos ponen ante el reflejo de nuestra propia realidad y miseria, es decir, tarde o temprano nos vamos a ir de aquí, y ese tránsito lo vamos a hacer solos, en ocasiones en condiciones muy difíciles y tristes. Hay que prepararse para ese viaje, el último, porque al final todos saldremos de aquí, de una forma u otra, todos intentaremos volar. 


sábado, 15 de febrero de 2025

Cantar a la luna, luna.

Nadie le ha cantado a la luna mejor que Federico. Esta afirmación pertenece a Emilia Llanos y se dirige al americano de origen español, Agustín Penón, o al menos, así se recoge en la novela gráfica “la araña del olvido” que acabo de leer a lo largo de los últimos días. La historia relata la investigación que durante 1955 y 1956, realizó Penón en Granada y otras localizaciones, sobre la detención y muerte de Federico García Lorca. Es una obra versada, muy bien hilvanada, llena de datos históricos y anécdotas.

A lo largo de su lectura, podemos disfrutar del ambiente, perfectamente captado de una Granada detenida en el tiempo a mediados de los años cincuenta del pasado siglo. El lector observa como un americano, hijos de españoles exiliados, acude a Granada a investigar y preguntar por el asesinato de Lorca, su genio más universal, al objeto de escribir un libro definitivo, que relate las ultimas horas del excelente escritor. 

Desde el primer momento uno siente la sombra del miedo, del silencio, que poco a poco va atenazando al protagonista, y al propio lector, que observa y siente los peligros de tan ardua tarea. A lo largo de sus viñetas y diálogos, nos movemos por tascas, salones, mentideros y lupanares variados, siguiendo a Penón y a distintos personajes que tuvieron algo que ver con las últimas horas de Federico. Los hermanos Rosales, Ramón Ruiz Alonso, la Huerta de San Vicente, o la casa de la calle Angulo, serían algunos de los protagonistas y las localizaciones que se señalan en la obra y que nos permiten revivir desde nuestros cómodos sillones de lectura, los últimos y dramáticos momentos en la vida del autor del Romancero Gitano y tantas otras.

El libro muestra una serie de estampas, perfectamente logradas, en donde se puede advertir una España dividida entre vencedores y vencidos, entre los que señalan y los señalados, al tiempo que nos plantea algunos interrogantes no resueltos, como por ejemplo la relación de Federico con Emilia Llanos, que pudo ser una relación de amor, o por otra parte, el motivo de su asesinato, la política, la ideología, o simplemente la condición sexual del maestro granadino, o también, la necesidad de quedar en paz con Dios antes de morir, es decir, es cierto que rezó junto a un falangista antes de ser ejecutado. Todo ello quedará en el eco de la historia y nunca conoceremos la verdad. 

Nos podemos preguntar por el sentido de la guerra y la barbarie que fracturó nuestra sociedad y que aún hoy sigue siendo objeto de debate y de discusión política, cuando debería ser un tema agotado y superado. Se consiguió algo con tanto odio. Uno siente como se le encoge el estómago, al imaginarse a un aterrorizado Federico esperando el momento final, más aún cuando a lo largo de los diálogos e impresiones recogidos en la obra, de boca de sus seres queridos y amigos incluso de algunos de sus captores, Lorca, era una persona sensible, temerosa, desprendida, buena, más allá del genio literario. Uno observa en Lorca la personificación de todos aquellos inocentes que fueron liquidados por el odio y la envidia de aquellos que necesitan un culpable a sus propias frustraciones y desencantos vitales, y aquí no hay colores, sólo sangre, analfabetismo, incultura  y crueldad. 

La sombra del miedo, esa telaraña que se teje junto al olvido y al silencio, hizo que el propio Agustín Penón, no fuese capaz de publicar sus anotaciones en forma de libro. Si lo hizo la actriz Marta Osorio, que recibió los materiales atesorados por el mismo Agustin Penón, de manos de su amigo  común William Layton, a partir de la obra “Miedo, olvido y fantasía. Crónica de la investigación de Agustín Penón sobre Federico García Lorca (1955-1956)” y que permitió desentrañar la verdad sobre el final de Federico García Lorca. 

La obra tiene mucho muchísimo más de lo que aquí se indica, y espero que ustedes lo descubran por sí mismos, dado que es de obligada lectura está “Araña del olvido”, cuyo autor, Enrique Bonet, hace un trabajo extraordinario . Buenas noches amigos. 


lunes, 3 de febrero de 2025

Aproximación a "la España de Franco" de Tusell.

En una época en la que vivimos una mentira continua, donde campan a sus anchas los publicistas y los pseudo-historiadores, movidos por intereses sectarios y terriblemente tendenciosos, se agradece leer la obra de uno de los grandes de la Historia contemporánea española, como el tristemente desaparecido Javier Tusell. Me interesaba conocer la obra del profesor Tusell, relacionada con el periodo franquista, puesto que el mismo historiador partía de una base ideológica encuadrada dentro de la democracia cristiana, corriente no muy prolífica en nuestro país, hasta el punto de militar en asociaciones de dicha tendencia, en el periodo final de la dictadura, y ser concejal de oposición en el Ayuntamiento de Madrid, durante la primera legislatura democrática. Casado con la también historiadora Genoveva Queipo de Llano, falleció de leucemia en el año 2005, con tan solo cincuenta y nueve años. 

La obra que he leído recientemente de Javier Tusell es la que lleva por nombre “ La España de Franco”, obra en la que se analiza de forma bastante pormenorizada los distintos periodos de la dictadura, desde el estallido de la Guerra hasta la muerte del dictador, ahondando en diversos aspectos, desde el tipo de dictadura que conformó el Caudillo vencedor de la Guerra, pasando por los grupos de oposición o el desarrollismo, que incluso señala el propio Franco no llegó a comprender en su totalidad. 

En este breve texto, que sólo pretende ser un comentario “sui géneris” del libro referido, no tengo nada que objetar a la exposición de hechos y sucesos que hace el maestro Tusell, nada que añadir, aunque sí me gustaría referir algunos pasajes que me han llamado la atención y que pienso que son bastante interesantes para todo el que tenga un interés en la historia del personaje analizado o el periodo histórico descrito.

En esta línea podemos señalar que a lo largo de las páginas queda claro el historiador que Franco era ante todo un militar, y más que eso, un militar africanista, forjado en la Guerra de Marruecos. Esta situación vital, no podemos dejarla en ningún momento de lado, puesto que esa condición cuartelera será omnipresente a lo largo de los cuarenta años de mandato de Franco. Siempre los generales, almirantes, o miembros del estamento militar tendrán un puesto destacado en los círculos de poder más cercanos al propio dictador. En un régimen donde no hay una ideología clara, aunque sí un rumbo fijo y marcado por determinados sentimientos, Tusell considera que lo más importante para Franco fue el nacional-militarismo, el nacional- catolicismo, y el nacional-patrioterismo. En resumidas cuentas, y por ese orden, Ejército, Iglesia y Patria, pero ojo, aquí hablamos de “patrioterismo”, es decir que observa un importante alarde patriotero, lo cual dista mucho de patriotismo. Añade Tusell, que estás características iban, además, unidas a un fanático espíritu antimasónico, propio de las derechas más radicales. 

Se le atribuye a Girón de Velasco, quién fundara las JONS partido de tintes fascistas, la frase que pretendía resumir el carácter y actuación del generalísimo y que no es otra que la que afirma que Franco mostraba “paso de buey, mirada de halcón y diente de lobo”, lo cual fue cierto en diversos momentos del régimen, pero no siempre, los años y las enfermedades mermaron alguna de éstas características. Era, al parecer, muy lento a la hora de tomar decisiones, incluso alguno de sus más allegados llegó a decir “lo que tarda en parir” cuando se refería a la sucesión en la Jefatura del Estado. Esta cualidad la mantuvo hasta el último momento. El ojo de halcón es más cuestionable, es decir, Franco acertó algunas cosas relativas al orden político nacional e internacional, pero, sin dudas, la coyuntura internacional le ayudó a perdurar tanto en el tiempo. Por su parte si manifestó la mordida del lobo hasta el final, es cierto que el régimen se relajó, pero en cualquier momento el dictador estaba en disposición de volver a apretar. Girón añade a las cualidades analizadas otra que no es menos importante, la de hacerse el bobo, y bueno, al parecer es una técnica utilizada a menudo a lo largo de la historia, desde Claudio hasta el propio Stalin. Imagino que es una mera cuestión de supervivencia. 

Un aspecto que también me ha llamado la atención es el poco interés que mostraba Franco sobre la política, hasta el punto de comentarle a un dignatario extranjero que hiciese como el mismo, que no se metiese en política. Al parecer el propio Fraga señala los amplios márgenes que se le daban a los ministros en su actuación ministerial, cierto que dentro de los parámetros acotados por la última palabra que siempre recaía en el vencedor de la Guerra Civil. Fraga llegó a comentar que en los consejos de ministros no se habló de política hasta no bien entrados los años sesenta. Debo reconocer que me ha hecho mucha gracia el carácter resonador que Tusell le atribuye a los distintos organismos políticos estatales en el periodo dictatorial. En concreto le atribuye ese rasgo “resonador” a las cortes del reino, es decir, su única función era la de amplificar las medidas ya tomadas de antemano por Franco.

Como ya he señalado el libro en cuanto a su contenido es impecable, y muestra desde diversas perspectivas los distintos aspectos del régimen, a lo largo de sus cuarenta años de andadura. Uno de los aspectos destacables es el papel que el insigne historiador le da a Franco como mediador entre las distintas familias del régimen. Aunque desde fuera pudiera parecer que no había nadie que se moviera dentro de la dictadura, la realidad es muy distinta, porque había luchas encarnizadas entre los distintos líderes y facciones, y la sangre nunca llegaba al río por ese papel de mediación que le correspondía al líder absoluto. En este asunto, cuenta el libro que el ministro de agricultura, con cierto predicamento falangista, quiso interceder por otro “camarada” ante el Caudillo, y este, con oficio le respondió a su sugerencia con “ usted dedíquese a los olivos”. En esta ocasión el papel de apaciguar las aguas fue un tanto radical, y es que, parece ser, que con los años y el Parkinson fue perdiendo esa capacidad negociadora. 

Por no alargar mucho esta pequeña aproximación al libro de Tusell,me ha parecido también muy interesante el trato que da a la oposición, desde el maquis hasta el contubernio de Munich. En este apartado, se reflejan las cartas enviadas y recibidas entre Franco y Don Juan, o las mismas reuniones personales que tuvieron, en el Azor o en otras localizaciones,y en donde encontramos a un dirigente, frío, cauto, hermético, que no cedió un ápice su postura, y la defendió como buen militar que era a capa y espada. Ahora bien, lo que no es claro, es esa postura, dudó, y le tuvo que dar mil vueltas al asunto, recuerden el “lo que tarda en parir este hombre” que antes mencionamos. Don Juan se tuvo que desesperar esperando años, décadas, un paso que nunca se dio, al final nuestro emérito Don Juan Carlos I, fue el heredero en la Jefatura del Estado, su padre, Don Juan, se tuvo que conformar con ver la restauración de la monarquía en la figura de su hijo, testigo de la historia y secundario de lujo. En sus dimes y diretes con Don Juan, llegó incluso a señalar, de forma descarada, que no había desechado en su mente la posibilidad de mantener la sucesión borbónica en la descendencia de su hermano Jaime, mayor que él, sordo y que ya había renunciado al trono desde hacía años. 

En fin, como pueden ver, es un libro de historia serio, de manos de un prestigioso profesor, reconocido por sus logros académicos, y repleto de conocimientos y anécdotas. En mi opinión es super recomendable. Buena tarde amigos. 

viernes, 29 de noviembre de 2024

Jóvenes Perdidos y más ...

No dejaba de dar vueltas en la cama, estaba teniendo un sueño ligero y agitado. Se despertó sudando en plena noche, un ruido le había alertado, era como un pequeño arañazo en los cristales de la habitación. Hizo acopio de fuerzas y se levantó de la cama, camino quedamente hasta la ventana, descorrió de un tirón las cortinas y allí envuelto en la niebla estaba su hermano, flotando en el aire.

En el salón de la casa, el señor Glick observa abstraído la televisión, no es capaz de concentrarse, y es normal, porque el pequeño Danny, su hijo, lleva dos días desaparecido. En aquel momento estaban reproduciendo en la pantalla el Show de Peter Vincent, el famoso caza vampiros de estilo decimonónico que se enfrenta a las fuerzas de la oscuridad. En otras circunstancias aquel programa le habría encantado.

No muy lejos de allí en el parque de atracciones, Michael busca algo de diversión, acaba de llegar a Santa Carla, y no conoce a nadie. En aquel instante se fijó en una atractiva muchacha que se acababa de montar en un carrusel con su grupo de amigos. Al acercarse pudo escuchar que la chica se llamaba Star, y no dejó de observar a los chicos que iban con ella, los cuales portaban una estrafalaria estética glam tan a la moda en la California de aquella época. No sabía bien por qué pero resultaban inquietantes y atractivos.

Cómo pueden comprobar me encantan las películas de vampiros, y en esta ocasión he pretendido unir, no con mucho éxito, tres de las que más me gustaron y horrorizaron cuando era un niño. 

La primera de las películas que recreo es la recién reeditada “El Misterio de Salems Lot”, que pudimos ver cómo miniserie en España en el año 1985, aunque había aparecido unos años antes. La secuencia del chico en la ventana nos estremeció de miedo la primera vez que la vimos. Aquella película tenía una ambiente espeluznante, una música aterradora, y todo ello sin efectos especiales, generando unas imágenes que, particularmente, me han acompañado a lo largo de los años, principalmente cuando se apagaba la luz. El otro día me pareció ver un cartel de “Barlow and Straker”, cerca de mí casa, creo que van a abrir una tienda en Badajoz, y yo, personalmente, prefiero sus muebles a los de Ikea. Una obra maestra del terror, y de género vampírico.

La segunda película a la que hago un guiño es a Noche de Miedo, la cual llegó a nuestro país también en el ya lejano 1985, y es un film entrañable, de terror adolescente, con algunos personajes míticos, como el cazador de vampiros televisivo Peter Vincent, que no dejaba de ser un personaje de ficción pero que tuvo que ejercer  como tal, en la realidad representada en el celuloide. No podemos dejar de lado a otro personaje, el del amigo del protagonista, apodado “el Rata”, que acaba convertido en vampiro y finalmente rescatado. En esta película aprendimos que para que un vampiro entre en tu casa es necesario que se le invite a entrar, por eso, ya saben tengan cuidado en estas próximas fechas navideñas con las invitaciones que hagan a sus casas. A nivel personal, he de confesar que unos años más tarde conocí al Rata de verdad, y aunque adoraba la noche, los antros y tugurios, no era un vampiro, o quién sabe. 

La última de las pelis que he intentado recrear es Jóvenes Ocultos, no sé cuándo llegó a España, pero recuerdo que la vi cuando estaba en Segundo de EGB, y me fascinó, vamos hasta el punto que de buen agrado hubiese ofrecido mi cuello al primer vampiro (mejor vampira) que pasase por la recóndita Serena extremeña. La estética de la película, muy glam, con cuero y cardados era la caña, imposible resistirse. El título se traduce como "Jóvenes Perdidos", en nuestro país "Ocultos", y la verdad que ofrecían una visión del vampirismo moderna, novedosa, más allá de castillos, frondosos bosques y países lejanos, sólo una gruta, y la vida de desenfreno de un joven eterno. El film tiene varias sorpresas finales, la primera y más importante es que el jefe vampiro no es el líder del grupo de jóvenes, sino el mucho más aburrido y gris dueño del videoclub de la localidad, a la par que pretendiente de la madre de los dos hermanos protagonistas. La segunda sorpresa es la aparición crucial y en el último instante, del abuelo, que hasta ese momento había ejercido de viejete enrollado y un poco “verde” y que en realidad estaba al loro de todo, es más, a él se debe la destrucción de los vampiros y que la historia tenga un final feliz. 

Cómo pueden ver, me encantan los vampiros, sus historias, su lucha constante y abocada al fracaso para seguir entendiendo el mundo que les rodea, en donde todo se marchita y muere menos ellos, pero ya saben, cada hombre es hijo de su tiempo, y cada vampiro se apaga con su propia época, y muere continuamente, pero cabría preguntarse si merece la pena o no, posiblemente no, aunque, a pesar del precio, sigue llamando la atención. En otro momento hablaremos del gran vampiro, ausente en estas ficciones, en sus distintas versiones, Drácula, pero eso lo dejamos para otra ocasión. Tengan cuidado, se hace de noche. 

Tras el polvo de la destrucción escucharon que alguien abría la nevera, cuando al final pudieron ver la escena con claridad, observaron al abuelo tomando un trago de leche. Muy serio les miro, y les dijo “hay sólo una cosa de Santa Carla que nunca he podido aguantar…a esos malditos vampiros”


sábado, 9 de noviembre de 2024

Pequeñas derrotas.

Volviendo a la modalidad del relato corto, en este caso, muy corto, planteo tres pequeños micro relatos que giran en torno a la derrota. A lo largo de la Historia siempre se reconocen y recuerdan las victorias, pero como es lógico, para que unos triunfen otros deben ser derrotados, aunque en los casos que vamos a recrear, sus gestas aún en la cara oculta del devenir histórico son recordadas por su valor, valentía o sacrificio por una causa justa. En los siguientes relatos podemos contemplar al poderoso Leonidas observando su campamento la noche anterior a la llegada de los persas. Efialtes había consumado la traición y un pequeño paso de montaña permitió rodear a los espartanos llevándolos a la inevitable muerte. En la prisión Mamertina, en el monte Capitolino de Roma, Vercingetorix espera su ajusticiamiento tras ser derrotado en Alesia. No siente dolor físico, pero sí la humillación por la derrota y el comportamiento cruel de la plebe romana. Finalmente visitaremos el espectáculo de Bufalo Bill, en donde el último gran líder de los sioux, Toro Sentado, después de ser derrotado se gana la vida entreteniendo a un público que no entiende, y que no se hace una idea de la tristeza que invade el alma del último líder lakota. 


Una brisa fresca procedente del mar se deslizó por el campamento reconfortando los lastimados cuerpos de los agotados guerreros. La traición de aquel deformado se había consumado y la pesadilla se había hecho realidad. Al día siguiente morirían, y lo harían matando, no quedaba otra posibilidad para un espartano. El rey contempló una última vez el muro focense y el mar, ambos le habían protegido aquellos tres días de batalla, y sin embargo, a su espalda tan sólo se podia sugerir el estrecho camino de cabras por el que vendría a verlos la muerte a la mañana siguiente.


Un fino rayo de luz se colaba en aquella humeda estancia. No prestaba atención a las heridas, algunas bastante molestas, no era aquello lo que más le dolía. El paseo triunfal del día anterior, el desprecio de aquellos altivos romanos, los gritos y golpes del pueblo encolerizado, que ni siquiera sabían quien era él. Aquello sí que le dolía. Recordó Gergovia, todo salió bien, pero volver a ganarle la partida al más grande con la misma táctica era demasiado, y aquello se tradujo en el fracaso de Alesia. El sonido del metal abriendo la puerta de la mazmorra le hizo saber, al hijo de Celtilo, que hasta ahí había llegado.


Su mirada era inteligente, altiva y con un profundo poso de tristeza. Acababa de hacer una exhibición de utilización del arco a caballo, y su forma de montar, sin grupa, había encandilado al público. Nunca supo entender las motivaciones del hombre blanco, su egoísmo, su violencia y su falta de respeto hacia la madre naturaleza. Ahora formaba parte de un espectáculo para rostros pálidos, pero hacía no tanto tiempo había dirigido a sioux, cheyennes y arapahoes en la mismísima batalla de Little Bighorn. Aquel día derrotó a Custer y al séptimo de caballería, pero la violencia nunca es el camino.


Después de esta pequeña incursión en el pasado griego y romano, y tras contemplar el ocaso del último buen salvaje, les permito regresar a su confortable presente, que, y como la Historia es maestra, seguro que ya está libre de violencia y guerras, y que todos como hermanos buscamos la felicidad común. Buena tarde.

lunes, 13 de mayo de 2024

El Rabí.

Buenas tardes amigos, la musa va y viene, y desde hace unos días tenía en la cabeza un esbozo sobre la figura de Jesús. Me he atrevido a escribir tres pequeños fragmentos de la vida del maestro, del Rabí, como le llamaban algunos de sus contemporáneos. Por ello he tratado de, siguiendo una línea cronológica, exponer en primer lugar el episodio en el que un Jesús de doce años se pierde en Jerusalén y es encontrado por sus padres al cabo de varios días en el templo, debatiendo y asombrando a los rabinos. 

En segundo lugar he tratado de representar el episodio de las tentaciones, cuando Satanás, después de cuarenta días en el desierto le pide que utilice sus poderes divinos para conseguir ciertas y mundanas ventajas, muy alejadas por otra parte de los deseos del hijo del hombre. 

Por último, he tratado de reflejar ese instante fugaz en el que un moribundo Jesús, perdona a Dimas, al tiempo que observa desde la cruz a los que allí contemplan tan patético espectáculo. 


Durante horas había debatido con aquel muchacho de temas que no se planteaban ni en las más serias reuniones del Sanedrín. No tendría más de doce años y hablaba del hacedor con una naturalidad muy cercana al pecado. Conocía los mandamientos, los entresijos de la Torá e incluso cuestionaba la naturaleza única del creador. El sacerdote volvió de sus atribulados pensamientos cuando una pareja se adentró en el templo y llamó al chico a su presencia, Yeshua le pareció entender que le llamaban. Instantes después el chaval se alejaba hacia la entrada del recinto, al tiempo que les decía, a los recién llegados, que no entendía su preocupación puesto que había estado todo el tiempo en la casa de su padre. Aquel joven daría que hablar, aunque no presumía para él un final feliz.


Desde aquella cima se veía un horizonte profundo, repleto de llanuras, ríos y naturaleza de todo tipo, y también se observaban varias ciudades con su atalayas y murallas. Todo aquello sería suyo decía aquel extraño y al tiempo seductor desconocido. Le había abordado hacía rato y le venía haciendo raras solicitudes. Primero le pidió que hiciera magia con las piedras, después que se arrojase desde la torre más alta de la ciudad, y ahora le pedía un imposible, que se arrodillase ante él para conseguir ser el rey de todo lo que su vista alcanzase. No entendía que su reino no es de este mundo. ¡Atrás Satanás! - grito, al tiempo que apartaba al maligno de un empujón.


Las nubes se estaban cerrando y el soleado día se oscurecía. Miró a la multitud que se apelotonaba a sus pies, había mucha gente pero pudo distinguir a su madre, acompañada de María, y al fondo pudo discernir al joven Juan, el pobre lloraba desconsolado. Con el ojo casi cegado todavía pudo entrever al viejo sacerdote del Sanedrín, parecía nervioso y preocupado, a pesar de haberse salido con la suya. El chico joven que tenía a su derecha discutía con el hombre de la izquierda, no había escuchado todo, pero en el último momento supo entender que el corazón de aquel desventurado era puro. Se volvió hacia él y le comento que aquella noche cenarían los dos en la mesa de su padre.

Pues nada, parece que no ha quedado mal del todo, porque deben ustedes saber que,  escribir sobre un personaje que sirve de referente para el resto de los acontecimientos históricos, por aquello que todo es antes o después de Cristo, da mucho vértigo. Buena tarde.