Las campanas doblan por ti.
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sábado, 23 de agosto de 2025
La "rage".
viernes, 8 de agosto de 2025
Una noche de verano.
viernes, 1 de agosto de 2025
Genocidios comparados.
lunes, 30 de junio de 2025
Persépolis.
Con el tiempo he llegado a la conclusión que son los libros los que lo eligen a uno y no al contrario. En algunas ocasiones, intentando romper este axioma he tratado de leer un libro que no tocaba, y no ha sido posible, por eso, porque es el libro el que decide el momento en que debe ser leído. Esto último me ha sucedido con la novela gráfica Persépolis, de Marjane Satrapi, dado que durante años he buscado el momento idóneo de sumergirme en sus interesantes páginas, y no ha sido posible por diversos motivos, sin embargo, hace un par de días, el libro me encontró y se hizo la magia. En pocas horas me he bebido la trama, no he sido capaz de dejar de leer hasta que he visto la palabra “fin”. Mi veredicto, simplemente gratitud, gracias a Satrapi por esta sublime obra maestra.
Dividida en cuatro partes o libros la obra nos muestra las experiencias autobiográficas de una joven Marji Satrapi, desde finales de los años setenta hasta los años noventa. En este recorrido vital, no sólo observamos la evolución histórica de Irán, desde el reinado del sha Reza Pahlevi, hasta la llegada de la república islámica de los Ayatolás, sino también el tránsito de la infancia y adolescencia de su protagonista hasta su total conversión en una mujer, independiente y culta.
Al igual que la historia evoluciona, lo hace también la mirada de la joven Satrapi, que observa cómo, poco a poco, las limitadas libertades al estilo occidental que tenían con el sha y que no siendo suficientemente tolerables dieron lugar a la revolución del setenta y nueve, acabando por ser totalmente usurpadas por la teocracia instalada y controlada por Jomeini y su régimen de ayatolás. Este hecho se puede observar por la omnipresente presencia simbólica del color negro en la novela grafica, color que representa el velo para las mujeres, de forma obligada, y desde muy niñas. Decir aquí, que aunque no tan conocido, el protocolo iraní, obliga a llevar manga larga a los hombres, puesto que si el pelo atrae a los hombres, el brazo masculino hace lo propio para con las mujeres. El negro, siempre presente, representa, quizás, la muerte de la libertad, de los sueños, de la esperanza.
A lo largo de esta doble evolución son muy entrañables algunas comparativas hechas en la mente de la joven Marji, como aquella que dice, que Dios y Marx, tienen la misma imagen, salvo por el hecho de que el filósofo alemán tuviera los pelos más ondulados. Ese simple pensamiento infantil tiene mucha más miga de lo que parece.
A nivel personal, hay un elemento que me ha permitido tocar con mi propia infancia, y que ya viene siendo un clásico, cuando doy mi opinión sobre distintas obras literarias, al final, siempre llevamos todo a los límites de nuestra propia experiencia. Uno de los recuerdos que tengo de infancia, es oír de fondo el telediario en casa de mis padres, el parte como se llamaba antaño, y escuchar que se hablaba de la guerra entre Irak e Irán, guerra que vértebra buena parte de la historia contada. El conflicto referido se inició en mil novecientos ochenta y llegó hasta el ochenta y ocho, en ese momento yo tenía diez años. Será una tontería, pero me ha gustado compartir, salvando las enormes distancias, este hecho histórico con la autora señalada.
No ha dejado de llamarme la atención la modernidad de los padres de Satrapi, que permitieron que su hija se formase en Austria, tratando de alejarla de la guerra externa e interna que vivía su querido Irán. En el corazón del viejo continente, Satrapi se sintió extranjera, y se auto afirmó como mujer y como iraní. Conoció el rechazo, el amor, el interés, y por distintos motivos, consumió y vendió drogas, muy al estilo occidental. En un empeño muy tenaz no pidió ayuda cuando tocó fondo, y hasta vivió en la calle. Todo ello conformó el carácter y la personalidad de una figura tan relevante como Marjane Satrapi, autora de Persépolis.
La vuelta a Irán supuso un reencuentro con sus orígenes, pero como suele pasar, ya no era ni de dentro ni de fuera, era simplemente Satrapi, en estado puro. En este retorno volveremos a ver a una mujer reivindicativa que no cejó en el empeño de vivir su libertad a pesar de las restricciones y de la policía de la moral. A través de su osadía, y de su pensamiento claro, rompió moldes y consiguió cambiar algunas cosas, tal y como muestran sus encuentros con el Mula que agradeció su sinceridad al no tener ni idea de la ideología cerrada de los padres de la revolución islámica.
Antes del desenlace conocemos a una Marjane que conoce el amor, y se casa, con el permiso paterno, por supuesto, y al poco tiempo, conocerá la rutina y la costumbre que acabará con ese amor incipiente, hasta provocar el divorcio, si el divorcio, aceptado en el mundo islámico desde hace siglos, y al final, su marcha a Francia, donde reside en la actualidad. La rebeldía, el espíritu crítico, los sueños, el ansia de libertad hacen de esta obra un clásico imprescindible al que doy las gracias por cruzarse en mi camino. Para finalizar, no puedo dejar de recordar a Mahsa Amini, otra mujer iraní, que no pudo vivir en libertad, y que tras ser torturada por no ponerse el velo, acabó siendo asesinada en el año dos mil veintidós, hace nada, por lo que esta obra de Satrapi sigue siendo totalmente necesaria.
sábado, 31 de mayo de 2025
Una oportunidad a la Paz.
No hemos aprendido nada, desde luego, como humanidad seguimos estando en la era de las cavernas, si me apuran todavía mucho más atrás que cuando vivíamos en cuevas, puesto que nuestra capacidad para hacernos daño es, desde hace tiempo, planetaria. A día de hoy, están activos cincuenta y seis conflictos en diferentes partes del planeta, cifra que es la más elevada desde la finalización de la Segunda Guerra Mundial. En esta última guerra acabamos con cerca de sesenta millones de personas, y en los campos de Exterminio murieron más de cinco millones de judíos. En agosto de mil novecientos cuarenta y cinco, podíamos afirmar que habíamos tocado fondo como especie, y sin embargo, ochenta años después, el mundo está bastante cerca de una gran conflagración mundial, y puede que definitiva.
La Guerra de Ucrania es quizás el conflicto más significativo de los últimos tiempos, y sí, es una guerra desigual, iniciada por la agresión de la Rusia de Putin a la región del Donbas. Ya en el año dos mil catorce, los rusos se hicieron con la península de Crimea, y el mundo no movió un dedo. No existe equiparación alguna entre los contendientes, el ejército ruso es más amplio, sus posibilidades son mayores, y además, su líder, no tiene prisa. Sin embargo, aún siendo un conflicto desigual, al menos hay dos ejércitos que luchan, el ya mencionado ruso, y los agredidos ucranianos, que se mantienen por el apoyo de Estados Unidos y de la Unión Europea. Es un conflicto terrible, en el corazón del viejo continente, y complejo de solucionar, puesto que apoyar más a los invadidos podría generar un conflicto de proporciones terribles.
Sin embargo lo que de verdad es repugnante en la actualidad mundial, es el “genocidio” que los judíos del Estado de Israel, están llevando a cabo en la granja de Gaza. Y digo que es atroz porque no hay guerra, hay simplemente un exterminio de inocentes, ancianos, mujeres, hombres y niños inocentes. Cuidado, no justificamos aquí el terrorismo de Hamás, el ataque a los colonos judíos, y el secuestro de inocentes hebreos, nada justifica el terror. Pero, la respuesta del gobierno de Netanyahu está siendo terrorífica, desproporcionada y criminal, no buscan un final del conflicto, simplemente que no existan musulmanes en la franja de Gaza. Después de decidir dejar parte de su territorio, los gazatíes, han visto como poco a poco, los judíos, cada vez más ricos, mejor armados, con apoyos de gigantes económicos como Estados Unidos, han ido arrebatándoles sus tierras, apartándolos en una pequeña porción de tierra, rodeada de hostiles, y cada vez más mermada. En qué cabeza cabeza, que esto lo están perpetrando los judíos, el pueblo de Dios, que fue masacrado en los campos nazis. Por otro lado, parece ser que el grupo terrorista "Hamás", fue financiado en sus orígenes por el propio estado de Israel, en aquel momento, intentando mermar a la más poderosa Organización para la Liberación de Palestina. No habíamos tocado fondo en el cuarenta y cinco, y tampoco lo estamos haciendo ahora, seguiremos masacrando inocentes, niños, ancianos, etnias, pueblos, en nombre de intereses militares, religiosos, políticos y sobre todo, económicos. Qué hace la ONU, nada, nadie hace nada en nombre de los oprimidos, lo que verifica que somos un desastre de especie. La barbarie llega hasta el punto de no dejar entrar ayuda humanitaria a la franja, intentando matar de hambre a los musulmanes que resisten entre los cascotes de los que fue su vida.
La solución que propone el presidente Trump, es fantástica, expulsar a los musulmanes de su tierra, y reubicarlos en otros países musulmanes, pobres, claro está, los musulmanes ricos son amigos, y a estos se les trata de otra manera. Qué asco damos. La tierra ganada propone convertirla en una especie de “spa” para millonarios, una suerte de “Punta Cana” en la parte oriental del Mediterráneo.
Tenemos unas tragaderas enormes, porque mientras ignoramos el telediario esperando ver la previsión atmosférica en nuestros cómodos hogares, escuchamos de fondo todas estas bestialidades en las noticias, y nos resbala, claro, como yo no soy de Gaza, ni musulmán, me resbala. Qué horror, somos terribles con nosotros mismos.
A Ucrania y Gaza, podemos añadir, el Congo, Yemen, Etiopía, Colombia, y otros muchos lugares, junto con algún que otro genocidio, como el de los Ronhinyás en Birmania, es decir, que el mundo sigue en guerra, y con posibilidades de una guerra mayor. No hemos aprendido nada. Por último, me acuerdo de una afirmación de Varoufakis en su libro “Economía sin corbata”, en donde dice, que los humanos nos comportamos como un “virus idiota” porque destruimos nuestro organismo receptor, en nuestro caso, la Tierra, lo destruimos todo, a nosotros mismos y a nuestro planeta. Va siendo hora ya de darle una oportunidad a la Paz, como dice la canción del bueno de Lennon. Buenas tardes.
sábado, 12 de abril de 2025
El valle de los sueños.
domingo, 16 de marzo de 2025
El arte de caminar.
El añorado Eduardo Galeano dijo que la utopía servía para caminar, porque siempre estaba en el horizonte, de modo que si uno anda dos pasos, la misma se aleja dos pasos, y qué sentido tiene, entonces, buscar la utopía, si está siempre huye. Pues muy sencillo, Galeano nos dio la clave, la utopía sirve para eso mismo, para caminar. Muchos han sido a lo largo de la historia los que han buscado la utopía y han caminado largo trecho sin alcanzarla. De ellos, en el último siglo y medio, destacan los anarquistas, que buscaban un ideal inalcanzable, la Libertad, o lo que es lo mismo el arte de volar, sin ataduras, libres como cualquier pajarillo. Uno de estos anarquistas se arrojó con noventa años desde la ventana de una cuarta planta en la residencia donde pasaba sus últimos días. No era otro que Antonio Altarriba Lope, padre del famoso escritor, profesor e intelectual Antonio Altarriba, quien, hace ya algunos años, en torno al año 2009, homenajeó a su progenitor contando su vida en una novela gráfica, ilustrada por Kim y con un guion elaborado a partir de las propias notas vitales tomadas por parte del homenajeado, y que llevó por título “el arte de volar”. A partir de esta obra gráfica excepcional y más que recomendable, he pretendido reflexionar conformando un artículo que lleva por título una mezcla de las aportaciones de Galeano y Altarriba, y que no es otro que “el arte de caminar”.
El libro me ha servido de base para reflexionar un poco sobre el periodo, la temática, y también sobre el final de la vida, en definitiva, sobre aspectos que se han ido desgajando de cada uno de los cuatro capítulos que la obra contempla.
El periodo abarca desde principios del siglo XX hasta el año 2001, ya en el siglo XXI, y podemos decir, que a lo largo de este largo periplo vital, Antonio Altarriba, relata su vida en Peñaflor, en Zaragoza, su adscripción forzada a la vida rural, los sueños que compartía con algunos amigos, como Basilio y que chocaban con la dura realidad del campo, los primeros amores y los primeros sinsabores, el maestro que enseña gratis para formar a un pueblo ciego de incultura, y el cacique local, al que todos miran con desdén, y que desprecian por tener todo sin hacer nada. La siguiente fase está dominada por la Guerra Civil, y la lucha libertaria en la Brigada Francia, de la CNT, donde hace un pacto con algunos de sus correligionarios, la famosa alianza de plomo, forjada a partir de una bala. En la guerra y en la derrota, ve como la utopía se aleja cada vez más, con cada pequeña traición, con cada pequeña mentira. Después vino el exilio en Francia, los campos de concentración y la Resistencia contra los nazis. Cuando el tirano mundial se encaminaba hacia el final, los resistentes españoles gritaron aquello de “hoy París y mañana Madrid”, pero la parte española nunca se cumplió. En el extranjero disfrutó de una libertad mucho más amplia que en España, con rasgos culturales y sexuales mucho más abiertos que en el cortijo patrio. El retorno a la vida civil, aún en el extranjero, supuso otra renuncia más, porque las puertas abiertas eran pocas, y pasaban por el contrabando de cemento, es decir hacer negocio a costa de los más pobres, de nuevo volar era complicado. Sus alas eran todavía poderosas y por ello decidió regresar a Zaragoza, asumir definitivamente que habían sido derrotados, y que España era gobernada con mano de hierro y voz de pito por Franco. Se dedicó al negocio de las galletas, dejando el contrabando de lado y adentrándose en el más nacional estraperlo, otra renuncia más, que incluso le puso en el lado de los que traicionan, ya saben, de todo hay que hacer en esta vida. Al poco tiempo el tren del amor pasó otra vez y lo aprovechó, hasta el punto de ser feliz con su mujer y su hijo, al menos durante los primeros años. Como todos los finales, el final de Antonio Altarriba fue cruel, por diversos motivos, entre ellos la depresión, la separación de su mujer, las batallas no libradas, y por último el último vuelo hacia la eternidad.
Por su parte, la temática gira en torno a la libertad, o al menos, la búsqueda insaciable de la misma, aunque, quizás, lo único que buscó Antonio Altarriba y otros muchos, fue la felicidad, la tranquilidad, el poder vivir dignamente sin tener que estar deslomados para no dejar de ser pobres y míseros de solemnidad. La libertad en su máxima expresión es la mayor de las utopías, porque depende en buena medida de la bondad del ser humano, y en esas lides hay mucho que decir. Sin embargo, esa búsqueda de la libertad, aunque no sea en el sentido maximalista del término, es fundamental para que la sociedad avance. No se trata de llevar a cabo una revolución libertaria sin sentido y con demasiada sangre, pero si es necesario ese espíritu de lucha, de enfrentamiento a los poderosos, de rebeldía frente a lo establecido. Es decir, no alcanzaremos nunca el horizonte, pero si tenemos que avanzar en su dirección todo lo que podamos. No puedo negar que este libro me ha recordado al bueno de Antonio Robles, un personaje singular que siempre estuvo buscando esa utopía y que representa muy bien la idea que aquí pretendo referir. Militante histórico de la CNT, con una cultura encomiable, con el que pude compartir algunos momentos, y que, tristemente ya es libre en su máxima expresión.
Por último, y dada mi propia experiencia vital, el libro me ha removido al tratar el asunto de las residencias de ancianos, lugares cada vez más necesarios y que nos ponen ante el reflejo de nuestra propia realidad y miseria, es decir, tarde o temprano nos vamos a ir de aquí, y ese tránsito lo vamos a hacer solos, en ocasiones en condiciones muy difíciles y tristes. Hay que prepararse para ese viaje, el último, porque al final todos saldremos de aquí, de una forma u otra, todos intentaremos volar.