Hay veces que uno se siente más
frustrado que de costumbre, y es cierto que sobran los motivos para ello, pero
se intenta seguir hacia adelante y no caer en la desidia del día a día, siendo
como digo, en ocasiones imposible evitar la sensación de vacío y por qué no, de
fracaso. Algo de luz podrán ver ustedes,
si les digo que me dedico, al menos de momento, a la ardua tarea de la
educación, y aprovecho aquí para decir, que en estos momentos, es profesión de
riesgo, y con un nivel de desprestigio abrumador. De dónde procede esa
frustración , que la mayor parte de las
veces se sobrelleva, pero en otros momentos te puede y te agobia hasta hacerte
sentir muy pequeñito. La respuesta es clara, y múltiple, es cierto que la
situación no puede seguir así, puesto que en poco tiempo tendremos que
recapacitar, sentarnos entre todos y tomar una decisión razonada de hacia dónde
queremos que vaya este país con su actual sistema educativo. La solución no es
fácil en un lugar donde la progresía
campa a sus anchas, y donde pedagogos y psicólogos han reducido el papel de los
profesores al de meros secundarios con muy poco “texto” en esta gran obra que
supone la educación de nuestros jóvenes. De educación, así como de medicina o
de informática sabe todo el mundo, y es habitual que personas ajenas al
universo docente opinen, gestionen o
incluso formen parte activa en la redacción de los textos educativos, que ya
van siendo numerosos en nuestro país, casi a Ley educativa por cambio de
gobierno.
Pongamos un poco de orden a esta
situación; desde mi punto de vista, el papel de psicólogos y pedagogos, ha
convertido a los profesores en simples comparsas del sistema educativo, sin
prácticamente nada que decir de un cometido, que debería ser, en todo caso,
controlado en un noventa por ciento, por el propio profesorado. Estamos
convirtiendo a los alumnos en pacientes,
todos susceptibles de tener algún que otro trauma o el manido TDAH, lo que
lleva a medicar a niños desde muy jóvenes, sin saber muy bien qué consecuencias tendrá
esto en el futuro. Cuidado con esto, puesto que todo es manipulable, conste que soy
un firme defensor de la educación pública, con sus diversidad, variedad y peculiaridad, abierta e inclusiva, pero
otra cosa es, que tengamos que “comulgar con ruedas de molino”, y aceptar que
no se puede suspender a un alumno, porque es una víctima del sistema, (
independientemente de que arroje su vida a la basura y no haga nada por su propio futuro) y cada vez más, asediados por nuestra propia
dejadez, aprobamos a gente incapaz, que tenemos entre
algodones y que, de aquí a no mucho, una vez acabe esta fase, enviaremos a un
mundo laboral tremendamente competitivo, exigente y sobre todo, cruel.
No podemos hacer de la vagancia un instrumento para conseguir títulos,
usando las posibilidades que el propio sistema da, pero que están orientadas
hacia quién, de verdad, tiene mayores dificultades que el resto. Hay que ayudar
a quien lo necesita, pero también hay que hacer un buen uso de las
posibilidades del sistema, y no buscar subterfugios en donde no hay más que
mala educación y poca laboriosidad.
Algo que literalmente me repugna,
es la actitud de aquellos que no saben apreciar la bondad que tiene poseer una educación gratuita y de calidad. Durante
siglos la educación ha sido algo reservado a una minoría, generalmente
adinerada, mientras que el común de los mortales, se pudría de asco, en la
miseria y en la ignorancia. La educación pública es desdeñada por muchos
jóvenes que no saben apreciar el tesoro que supone salir del marasmo de la ignorancia
y convertirse en hombres y mujeres dignos, formados, preparados para devolver
al sistema parte de lo que este les ha dado a ellos en los años de formación.
Es cierto que en nuestros días, el sistema no tiene capacidad para absorber a
estos jóvenes, pero no podemos hacer de esto una justificación para recrearnos
en la vagancia, la grosería y la mala educación. Es tremendamente decepcionante
que algunos te digan que se ven obligados a ir al centro educativo, puesto que
si no lo hacen, los asistentes sociales irán a sus casas, por lo que deciden
acudir a las clases a molestar a los profesores y a los compañeros, que si
están interesados en lo que allí se cuenta. En este caso, que pretende ejemplificar una
situación bastante común y extendida, el problema no sólo es del adolescente
rebelde, sino también de su estulta familia, que observa como su hijo fracasa
reiteradamente en la educación, y o bien, no puede hacer nada, pues se le
escapa a su control, o simplemente asume esta atrocidad como algo propio de
niños, o una simple trastada sin consecuencias, craso error.
El profesorado es parte
responsable de su propia realidad, se trata de un colectivo desunido, que no
sabe salvar las diferencias y luchar en pro de un objetivo común, mejorar la
sociedad, y por ende, mejorar la educación de nuestros jóvenes y no tan
jóvenes. En esta lucha se requiere compromiso, y conocimiento de la realidad
que nos rodea, que es cambiante, y para mucha gente dramática, por ello hay que
decir a todo profesor/a evadido de la realidad que despierte, que hay que
regresar a los orígenes, que hay que entender que la profesión debe estar
vinculada con la cotidianeidad que viven los alumnos y sus familias. Debemos
transmitir conocimiento, y desde mi punto de vista también valores, que sin
duda también deben emitirse desde la misma familia, eso es prioritario, pero
desde la escuela debe ser requisito “sine qua non”. Es necesaria una movilización masiva de todo
el ente educativo en pro de una Ley consensuada y con visos de durabilidad en el
tiempo, moderna y adaptada a nuestro propio país, que se aleje de intereses
políticos y que mire por el futuro de nuestra sociedad. En esta movilización
hay que exigir algunas cosas, primero autoridad y respeto a la profesión
docente, y lógicamente una readaptación del currículo que potencie el
pensamiento, el espíritu crítico, y la laicidad necesaria de la educación,
superando la Religión, en pro de otras
asignaturas útiles tales como la Filosofía o la Ética.
En mi opinión, me parece que
cometemos otro error en secundaria, y no es otro que convertir los Institutos
en Escuelas, con mi más profundo respeto a las Escuelas, pero el objeto de la
secundaria es preparar a los alumnos para la Universidad, principalmente, ya sé
que hay otras opciones, pero la principal debería ser la mencionada
anteriormente. Hay que potenciar lo bueno, y no perder tanto tiempo con
aquellos que agotan las posibilidades de un sistema demasiado garantista y que
sólo se preocupa por falsear las estadísticas y aprobar masivamente. Hay que
dejar de lado tanta cartulina y tanto villancico, para dedicarnos a una
educación seria y de calidad.
El tema de la educación daría
para un centenar de folios en un primer análisis, sin duda, pero no busco aquí
desarrollar de forma extensa todo el problema, y digo bien problema, que supone
la educación española en la actualidad. Tan sólo manifiesto, desde el respeto,
mi humilde punto de vista, subjetivo y personal, pero que recoge el sentir de
muchos compañeros, en parte como yo, asqueados de esta patraña de sistema,
cuerpo putrefacto en manos de inspectores a dedo, intereses de conferencias
episcopales, y progresía de sueldo base. La autocrítica va en vanguardia de
este análisis, si no nos movemos nosotros, nadie lo hará, a quién le importa la
educación, si parece más útil producir titulillos de secundaria que alumnos
formados y con aspiraciones culturales e intelectuales. Se nos llena la boca
con el sistema educativo finlandés, cuando no hacemos nada porque el nuestro sea
siquiera una sombra, claro está, ni nuestro sistema es tan bueno, ni nosotros
intentamos que lo sea, harto estoy de ver gente fija que su mayor preocupación
es entrar tarde los lunes e irse pronto los viernes, el alumno lo primero, sin
duda…Pero no es mi objetivo tirar tierra sobre los docentes, la mayoría son
trabajadores y muy buenos profesionales, ahora sí, inspectores preocupados por
acojonar al personal sobran por todas las circunscripciones educativas, que
asco de gente, que lo único que anhelan es dar miedo a los iguales y no
solventar ni un sólo problema, tal y como es su trabajo. La educación adolece
de muchas actividades extraescolares, bailes colectivos, semanas británicas o
chorradas varias, y peca de no ser un conjunto unido en defensa de una
educación pública de calidad, que mejore repito, la sociedad, que nos mejore a
todos. Por ello afirmaba al principio
que estamos…de pena.