Vistas de página en total

domingo, 27 de marzo de 2016

Republicano



En este artículo trataré de mostrar por qué soy republicano, y por qué considero que la República es la opción de gobierno más adecuada dentro de los sistemas democráticos. Antes de empezar,  me gustaría dejar claro,   que a día de hoy, el debate entre república o monarquía es baladí, dada la grave situación de parálisis y anquilosamiento que viven las fuerzas políticas españolas tras las elecciones del 20 de diciembre de 2015, que no fueron resolutorias, dejando un panorama político abierto e incierto.

Ahora sí, soy republicano por ser fiel a mí mismo, al ser plenamente consciente que todos nacemos iguales y debemos gozar de los mismos derechos, por ello, creo en lo más profundo de mi corazón, que la monarquía es una institución anacrónica, injusta, elitista, antinatural, e inservible, basada en una desigualdad establecida  legalmente  y asumida por el resto. Desde la lógica más absoluta,  es imposible defender una institución que mantiene desigualdades por el mero hecho de haber nacido en una casa o linaje, por tener la sangre azul o un determinado papel en la historia, dado que dicho papel lo tenemos todos, puesto  que hemos llegado hasta aquí a través de los siglos, como los reyes, eso sí, con muchas más dificultades y penurias que los mismos.

En España, el sistema republicano está muy denostado, defender la República, como forma de organización, casi supone ponerse del lado del desorden, del caos, de la barbarie, puesto que en el denominado subconsciente colectivo, la II República trajo consigo la Guerra Civil, obviando que la guerra se produce porque una serie de generales, abanderados por Franco, se levantaron contra la misma, que era la legalidad aceptada, iniciándose como todos sabemos la conflagración.

En nuestra historia  hemos tenido  dos repúblicas, la primera resultó caótica, debido a la precipitación con que se proclamó, la falta de entendimiento entre los mismos republicanos, que no discernían bien entre unitarismo o federalismo,  y la situación general que vivía el país, que no olvidemos, decidió echar a la reina Isabel II, por sus errores, e intento salvar la institución monárquica con un rey extranjero, Amadeo de Saboya, desoyendo a los Carlistas, la facción absolutista de los Borbones patrios, que llevaban haciendo la guerra civil desde hacía décadas, optando, finalmente por la República, que podemos entender, tras estos devaneos, que no acabaría nada bien.  La II República, como ya he señalado, finalizó en un golpe de Estado fallido, por parte de los generales, que no resultó bien y degeneró, en una cruenta Guerra Civil de tres años. Como vemos, no sólo fue el sistema republicano el que fallaba en nuestro país, quizás no tenga la culpa de todos los males que se le atribuyen habitualmente. Aun así, aceptando la idea errónea que manifiesta el fracaso de las dos experiencias republicanas, podíamos contraargumentar aquí,  preguntando  ¿cuántos reyes han sido un auténtico fiasco en la Historia de nuestro país? , la respuesta abruma, muchos, desde luego.

Como republicano, no pretendo que en nuestro país se reedite la II República, eso está superado, lo que deseo es el establecimiento de un sistema republicano en España, serio, moderno, comprometido, progresista, que sepa poner a España en la vanguardia, si se me permite, ilustrar de una vez nuestro país, un tremendo erial intelectual. Como el viejo  maestro  Julio Anguita señala, el empeño republicano no consiste en  cambiar la bandera y el himno, se trata de establecer un nuevo sistema, más justo, más igualitario, más fraternal, en definitiva más libre. Los principios de la Revolución francesa nos han de guiar, y el objetivo será el cumplimiento íntegro de los Derechos Humanos, recogidos en la Declaración de las Naciones Unidas.

Hay que dejar de una vez por todas de mirar al pasado y rememorar glorias que no volverán, quizás  porque nunca estuvieron, y fueron una quimera alimentada en la mente de los nostálgicos. La III República Española debería establecer una democracia plena, que mire por el desarrollo del país, de todo el país, que ayude a los ciudadanos, que sea capaz de volver a universalizar la educación pública y de calidad, que ilusione a la juventud, que forme a los analfabetos, que los hay, y que evite la fuga de cerebros, que luche contra la tiranía de las multinacionales, que acabe con el paro, que ponga a España en Europa, y no que Europa diga lo que España debe hacer anulando nuestra capacidad de decisión, que ponga freno a los mercados y mire por las personas, que cuide de los enfermos e incapaces, que sea capaz de unir a los españoles, a sus representantes, que acabe con la ponzoña, en definitiva que sea capaz de hacernos LIBRES –IGUALES y FRATERNALES.  

Soy Republicano porque como se dice en el artículo I de la citada declaración; “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”. En el primer artículo ya se insiste en la igualdad, en la libertad y en la fraternidad, y al tiempo ya se anula la posibilidad de la Monarquía, dado que todos nacemos iguales y dignos, no con privilegios.

Pretendo una III República que tenga como guía estos Derechos de todos, empeño compartido con las Naciones Unidas (ONU) así en el preámbulo de este documento se establece; “La ASAMBLEA GENERAL proclama la presente DECLARACIÓN UNIVERSAL DE DERECHOS HUMANOS como ideal común por el que todos los pueblos y naciones deben esforzarse, a fin de que tanto los individuos como las instituciones, inspirándose constantemente en ella, promuevan, mediante la enseñanza y la educación, el respeto a estos derechos y libertades, y aseguren, por medidas progresivas de carácter nacional e internacional, su reconocimiento y aplicación universales y efectivos, tanto entre los pueblos de los Estados Miembros como entre los de los territorios colocados bajo su jurisdicción”.

Ahora lo único que queda es ponerse a trabajar para hacer de España un país mucho más moderno, serio y progresista de lo que hoy es, para ello, creo que debería ser la República su marco de actuación. 

domingo, 20 de marzo de 2016

Perlas de la Historia…muy presentes.



Detrás de lo que cuentan los libros de Historia, encontramos otra historia mucho más mundana, y en ocasiones igual de gráfica y apasionante que la oficial. En este artículo nos referiremos a tres personajes poco respetados por el pueblo, tal y como ha quedado patente en libelos, cancioncillas o poemas escritos sobre sus hechos, personalidad, aficiones o desdichas. La Historia es el eco de las hazañas de los ganadores, y un eterno retorno insoportable para los perdedores, es decir, para la mayoría de los que participaron en sus doradas páginas. Muchos de los comportamientos manifestados por el pueblo o la corte, en el pasado, se reproducen en la actualidad, como veremos, a pesar de los años, o siglos transcurridos.
La primera parada en nuestro viaje particular por la historia patria la haremos, en un periodo de decadencia, como tantos otros en nuestro pasado, el reinado del infecundo Carlos II “el Hechizado”. España se encontraba cercada y casi entregada, tras siglos de guerras y defensa de imperios y catolicismo, al tiempo que la Flor de Lis de nuestros vecinos iluminaba Europa como nuevo Imperio y estandarte del absolutismo, encarnado este,  en la figura de Luís XIV  “el Rey Sol”. Dentro del cerco al que nos sometía nuestro vecino se encontraban los matrimonios regios, que se iniciasen ya en tiempos del “Rey Planeta”, Felipe IV, para con sus hijas, ahora, el nuevo monarca e hijo también del anterior, Carlos II era casado “por poderes” en Quintanapalla, Burgos, el 11 de noviembre de 1679, con María Luisa de Orleans, francesa y sobrina del citado Rey Sol. A pesar de las vicisitudes de un matrimonio de conveniencia por motivos geopolíticos, del desconocimiento entre ambos contrayentes, y de que Carlos, concentraba en su ser, toda la fealdad y deformidad propia de años continuados de consanguineidad entre sus ancestros, los Habsburgo, fue un matrimonio, en cierta forma, feliz y bien avenido, al menos entre sus integrantes. De todos es sabido que la principal obligación de un rey, más aún que ser un buen rey, es la de traer al mundo, lo antes posible, un heredero varón que perpetúe la dinastía en el trono. En estas lides y a pesar de su empeño Carlos II fue incapaz de cumplir con su obligación y moriría sin herederos, cambiando por ende la Historia de nuestro país. En la autopsia que se hiciera a su cadáver, tras una larga agonía se afirmaba… que tenía un solo testículo, negro como el carbón y la cabeza llena de agua”..., por tanto, difícilmente podía el Austria engendrar nada. Sin embargo, lo interesante de la historia se encuentra, en este caso, en la cancioncilla que rondaba los mentideros de la Corte española del momento, y que como no podía ser de otra manera, se cebaban con la consorte, María Luisa de Orleans, que permítaseme la confianza, bastante tenía siquiera con intentar cumplir con lo más amargo de sus obligaciones regias. Se sabe que la reina intentó todo tipo de ungüentos, pócimas, ritos o encantamientos para quedar encinta, y todos ellos en balde, puesto que el problema no estaba en ella, sino en la impotencia del rey, que también se frustraba ante los reiterados fracasos.  Carlos II, fue un buen rey, quizás de los mejores que hayamos tenido, pero incapaz, por ser preso de sus deformidades y taras físicas, quizás también psíquicas, pero que siempre quiso servir a su país, lo mejor que pudo. Su consorte, María Luisa de Orleans, fallecería con tan sólo 26 años, de apendicitis, el 12 de febrero de 1689, sin haber conseguido dar un heredero al trono español, y después de ser agredida por el pueblo que siempre la vio como extraña y extranjera, y que cargo contra ella por medio de cancioncillas como la siguiente; 

“Parid, bella flor de lis,
en aflicción tan extraña,
si parís, parís a España,
si no parís, a París”.

Carlos II, fallecería en 1700, sin herederos, el Imperio Hispano sucumbía definitivamente ante la Francia Borbónica, y precisamente, sería un Borbón nuestro nuevo rey, Felipe de Anjou, nieto de Luís XIV, aunque también biznieto de Felipe IV (todo quedaba en casa), quien reinaría como Felipe V.
La segunda parada del viaje nos lleva, tras la primera etapa borbónica, bastante bochornosa, por cierto, a 1808, momento en que España es invadida por Francia, y tras las abdicaciones de Bayona (mayo) recabará como rey José I Bonaparte, hermano mayor de Napoleón, conocido vulgarmente como “Pepe Botella” o “Pepe Plazuelas”, en relación a las aficiones, reales o no, atribuidas al soberano, por el pueblo español, sometido, engañado e invadido. El Tratado de Fontainenebleu de 1807, había permitido, en un gesto de maestría política de Napoleón, que las tropas francesas ocupasen España, pretextando la invasión de  Portugal, supuesta aliada de Inglaterra, y por ello atravesaron España, y de paso la conquistaron casi sin dar un solo tiro. El artífice de dicho tratado, Manuel Godoy, sería apaleado en Aranjuez, cuando el heredero al trono, Fernando VII, obligó a su padre, Carlos IV, a entregarle la corona bajo amenazas, en una situación más que cómica. El gran Corso, cansado de los dimes y diretes familiares, entre Carlos y su hijo Fernando, los trasladó a Bayona, donde conseguiría finalmente, tras las mencionadas abdicaciones,  la corona  para su hermano. La Historia haría vivir a los españoles, el famoso estallido de la población madrileña contra el invasor, el conocido como “dos de mayo”, la subsiguiente Guerra de la Independencia, la magnífica y brillante labor de los liberales españoles en las Cortes de Cádiz, fraguando nuestra primera Constitución, la de 1812, denominada “la Pepa”, y el regreso de Fernando VII, que en primera instancia, era “deseado”, pero que con el tiempo resultó ser “felón”. Entre junio de 1808 y diciembre de 1813, los designios de España estuvieron bajo el cetro de José I Bonaparte, quien gobernaba en nombre de su hermano, el emperador Napoleón. José I sólo tenía un problema para ser rey de España, era un rey impuesto y extranjero, francés (Corso) para más INRI, pero a pesar de ello, intentó ser un buen rey, haciendo gala de las idea Ilustradas que su hermano había recogido de la revolución y aplicaba en el país galo, así intentó racionalizar la administración, mejorar la hacienda, creó un incipiente Ministerio de la Policía o del Interior, y fomento el arte y las ciencias, fundando el llamado Museo Josefino, antecedente del Museo del Prado que fundara su sucesor Fernando VII. Sin embargo y a pesar de estos empeños no fue querido por el pueblo, que lo tachó de jugador y borracho, cuando está demostrado que era abstemio, e incluso algunos le dedicaron versos tan poco amables como los  que escribiese  Juan Bautista Arriaza y que decían así;


“Pepe Botella
baja al despacho;
No puedo ahora,
que estoy borracho.

Anoche, Pepe Botellas,
anoche se emborrachó
y le decía su hermano:
borracho, tunante, perdido, ladrón” (…).


Otra oportunidad perdida, el francés traía consigo las ideas nobles de Libertad, Igualdad y Fraternidad, pero en España hicimos la guerra por un rey Borbón que no sabría agradecer el esfuerzo realizado por su pueblo, y que amarró al absolutismo frente al mismo, generando incluso al final de su reinado un problema sucesorio que traería consigo el Carlismo y más enfrentamientos entre españoles por la incompetencia de reyes y cortesanos.
El final de este recorrido histórico nos lleva al reinado de Isabel II, hija de Fernando VII y  en cierta forma  responsable del enfrentamiento entre los Liberales españoles, por aquello de apoyar siempre a los Moderados frente a los Progresistas, que recurrirían de forma habitual al levantamiento militar para acceder al gobierno que la reina les negaba.  Resulta que Isabel II acabaría casándose con su primo Francisco de Asís de Borbón, hombre apocado y con poco carácter que contó con el apoyo de los distintos sectores políticos españoles y de las potencias europeas del momento (que inferían en los asuntos hispánicos de forma recurrente), celebrándose el enlace el 10 de octubre de 1846. El enlace entre Francisco de Asís y su prima, la reina Isabel II, es otro ejemplo más de casamiento por cuestiones de estado, en la que no se respetaba nada más que el interés por mantener un trono estable y la complacencia a los intereses de las distintas facciones europeas, en donde cada vez pintaba menos la peculiar y atrasada España. En este matrimonio en concreto se obvió incluso la tendencia sexual de los contrayentes, dado que Francisco de Asís era homosexual, lo cual traería consigo múltiples coplas, cancioncillas y anécdotas sobre su figura y matrimonio, así se cuenta que la misma reina había comentado que no pudo consumar matrimonio debido a  que voy a decir de un hombre que en la noche de bodas llevaba en su camisa más encajes  que yo en la mía. En este periodo de enfrentamiento entre Moderados y Progresistas, problemas coloniales y una guerra civil, la Carlista, las burlas y críticas a la condición sexual del rey consorte fueron exageradamente habituales, a la par de las condenas públicas que recibieran las relajadas costumbres sexuales de la Reina, que al parecer vivía en una continua fiesta, por no decir orgía. La pareja conseguiría  tener  doce hijos, aunque es cierto, que parte de ellos fallecieron en el parto o al poco tiempo de nacer. De la descendencia destacar a Alfonso, príncipe de Asturias, y futuro Alfonso XII, del que hay serias dudas que fuese hijo de Francisco de Asís ( "la única sangre Borbón que corre por tus venas es la mía", le comentaría su madre). En la España decimonónica la homosexualidad era un pecado imperdonable, y repudiable, por lo que el rey consorte, hijo de Francisco de Paula, aquel por el que el pueblo madrileño cosiese a navajazos a los franceses en mayo de 1808, tuvo que vivir haciendo oídos sordos a las críticas del pueblo, o mejor, de las diferentes facciones políticas obviadas por su mujer, la reina, así es ya famosa la copla que decía; 

“Paco Natillas
es de pasta flora
y se mea en cuclillas
como una señora.”

Acabo ya este pequeño recorrido por nuestra historia mostrando que los comportamientos reprochables del pasado, siguen con bastante vigencia en nuestros días, el Machismo que condenó a María Luisa de Orleans,  totalmente patente en el siglo XXI, al igual que la Xenofobia con la que tratamos las buenas intenciones de José I o la Homofobia que arremetía contra Francisco de Asís, todos ellos presos de las circunstancias históricas, y de la poca educación patria, acostumbrada a encumbrar lo propio y correcto y demonizar contra lo distinto, aunque esto sea mejor.  En fin…

miércoles, 9 de marzo de 2016

La Fraternidad



Como persona progresista, al menos creo serlo, considero que para que la Humanidad siga avanzando debemos hacer que los ámbitos comunitarios y sociales sean lo más solventes y desarrollados  posibles. Hay aspectos básicos, como la educación o la sanidad, pero también el cuidado a los dependientes, el acceso a la cultura o la atención a la diversidad. Una sociedad de primer nivel requiere que se cumplan una serie de principios, se me ocurren aquellos que inspiraron la Revolución Francesa y que no eran otros que “Libertad, Igualdad y Fraternidad”. Dichos principios son la base para levantar el resto del edificio comunitario, sin los cuales todo el entramado social se derrumbaría. La Libertad es la capacidad de hacer lo que uno quiera pero respetando un marco de convivencia común, mientras que por Igualdad entendemos la correspondencia entre las partes que componen un conjunto social. Sin embargo, y tratando de no perder el hilo con respecto al asunto de este artículo, es la Fraternidad el motor de todo el conjunto comunal, la base sobre la que se deben conseguir desarrollar los otros dos principios referidos. La fraternidad entendida como la hermandad entre los miembros de un conjunto, como lazo de amistad, como elemento de confianza que entrelaza a los individuos, convirtiéndose en una virtud.
De los principios que inspiraron la Revolución Francesa, la Fraternidad ha sido el más obviado, de forma consciente o no, pero sin duda, del todo ignorado. Una de las aspiraciones del movimiento obrero es buscar el hermanamiento entre iguales, así en la Internacional Socialista, se llega a decir “…el hombre del hombre es hermano”, y claro está, la unión de los desagraviados siempre ha sido combatida por los poderosos, que han comprado voluntades, han corrompido, o sembrado la discordia, al objeto de evitar la citada unión. Sin la Fraternidad, la consecución de los otros principios nobles referidos es casi imposible, y podríamos preguntarnos ¿cómo fomentar esa hermandad?, pues la respuesta es muy sencilla, a través de tres grandes ámbitos, que como para otros muchos aspectos son  fundamentales, a saber:
En la familia; en el seno familiar nos enculturamos y recibimos los parámetros básicos de comportamiento, respeto, civismo, trascendentales para el desarrollo de la vida adulta del individuo. Es aquí donde debe aparecer esa incipiente y originaria fraternidad, de manos de padres, madres, o tutores legales, quienes con su ejemplo y paciencia inculcarán, poco a poco, los nobles principios en el menor. De sobra es conocido que el “arbolito” se endereza desde pequeño, en estas grandes cuestiones mucho más, si cabe.
En la educación; desde la escuela a la secundaria y por supuesto, en la universidad, se debe incidir en la importancia de la hermandad, de la cooperatividad, del hermanamiento entre iguales, de lo importante que es el honor, el respeto, la tolerancia, así como, en sentido contrario, lo deleznable que  es la traición, el robo, la falsedad o la felonía. Aquí la ejemplaridad de maestros, docentes o catedráticos es principal, si no hay ejemplaridad en todos estos aspectos, su enseñanza es estéril. El profesor que no da ejemplo, simplemente no es profesor de nada, simplemente es un sofista y de los malos. Hay que implicarse con el alumnado, entender todo lo que atañe a sus alumnos, y por supuesto buscar que sus discípulos le superen en conocimiento y sabiduría, y por qué no, en ejemplaridad.
El último gran ámbito que quisiera reseñar aquí, es el político o institucional; la gestión de lo público, de lo comunal, de lo que es de todos, debe ser considerada casi como un sacramento, en el plano místico del asunto, lo comunitario es simplemente sagrado e intocable. Aquí sí que no valen las medias tintas, el ejemplo, las buenas maneras deben regir todo el proceso administrativo y político. Si hemos sido capaces, en los apartados anteriores, de hacer ver que la Fraternidad, el respeto, el honor, son fundamentales, la gestión pública debería ser el oficio más bello de todos, base a partir de la cual, los niveles de Igualdad y de Libertad, en dicha sociedad serán plenos, y esa sociedad fructífera y fecunda, una Utopía hecha realidad.
No hace falta tanto, sólo ser fieles a una serie de principios incuestionables, como los ya mencionados, así en noviembre del pasado año, 2015, una serie de atentados de corte “yihadista” asolaron la capital francesa, en uno de los escenarios, un campo de futbol, el público asustado, pero unido, de forma espontánea comenzó a cantar “la Marsellesa” el himno de Francia, emblema patrio que representa la consecución de los principios nobles (que no nobiliares) de 1789, y a pesar del dolor, desde nuestros hogares, en España y a salvo, estoy seguro que muchos sentimos, cuanto menos asombro y admiración, que gran país el de nuestros vecinos, quizás esto suceda aquí,  cuando llegue la Ilustración al nuestro.

miércoles, 2 de marzo de 2016

Una de…asesinos



El poder a lo largo de la Historia ha utilizado variados medios para perpetuarse, para acrecentar su dominio o forma de dominación, desde la difamación al mecenazgo, desde la prohibición al  oprobio público, incluso en ocasiones,  el destierro o el ostracismo (entiéndase este en su acepción peyorativa). Hay una forma aún más drástica de actuar, el simple y llano asesinato, práctica utilizada para eliminar a cualquiera que supusiese un obstáculo para fines mayores. Esta práctica además ha sido “patria común” de reyes y súbditos, de hombres y mujeres, de eclesiásticos y mafiosos,  que en múltiples formas  han  hecho buena la conocida máxima de Maquiavelo “el fin justifica los medios”.
No nos queremos referir aquí al asesinato común, por dinero o por barbarie, pretendemos hablar de aquellos asesinatos que detrás tienen una finalidad mayor, bien sea política, religiosa o simplemente por liderazgo, lo que  todavía nos ofrece un abanico enorme de posibilidades, pero también es cierto que reduce mucho el número de las mismas.
Haciendo un pequeño recorrido histórico podemos hablar de los Zelotas, un grupo judío radical, surgido en el siglo I, que atentaba contra aquellos judíos que se mostraban demasiado tolerantes con la presencia de los romanos en Judea. Aplicaban el asesinato selectivo y el fanatismo religioso, de ahí su nombre, que procedería del “celo” con que desempeñaban las prácticas hebraicas. Famosos Zelotas o Zelotes serían, Barrabas, aquel a quien el pueblo judío salvó de la cruz en perjuicio de Jesús, o aquellos ladrones, Gestas y Dimas, que acompañaron al crucificado en el Gólgota, y que en realidad eran más que rateros como nos ha querido transmitir  la tradición cristiana.  Esta última teoría es argumentada por el mismo Papa emérito Benedicto XVI en la segunda parte de su obra Jesús  de Nazaret. El asesinato como profesión, nos ha transmitido un término que deriva de esta época, y que además entronca con los Zelotes, me refiero al vocablo Sicario. Los Sicarios serían en origen una manifestación aún más radical de los Zelotes, de los que se escindirían, y su nombre procede de la utilización de la “Sica” una pequeña espada curva con la que perpetraban asesinatos de Fariseos o Saduceos.
En este recorrido histórico no pueden faltar los famosos Nizaríes, una secta ismaelita desgajada de los Chiíes, aquellos musulmanes que siguen la línea de sucesión tras Mahoma marcada por Alí (es decir, por aquellos descendientes inmediatos del profeta) y que conformarán la segunda gran corriente islámica tras la mayoritaria de los Suníes. Es bajo la sombra del poderoso califato Fatimí, en Egipto cuando los Nizaríes alcancen su mayor proyección, en torno a la fortaleza de Alamut (actual Irán)  entre el siglo XI y XIII, dirigidos por “el viejo de la Montaña”, especie de autoridad (entre los que destacó principalmente Hasan bin Sabbah)  que ordenaba asesinatos y muertes entre dirigentes políticos y militares rivales, principalmente de Seléucidas o Cristianos, siendo también conocidos, probablemente por la costumbre de beber hachís como “Hashashin”, y que por paradojas de la historia y de la evolución lingüística nos dejarán para la posteridad  el término de “Asesino”, vinculado no con el consumo de hachís sino relacionado con su otra macabra afición, la de  matar gente.
En el siglo XV, mientras el Humanismo dominaba la academia florentina y en Roma el pontificado estaba en manos de un español, Rodrigo de Borja, quizás más conocido como Alejandro VI, o simplemente Papa Borgia, se inició un periodo prolífico para el asesinato, el envenenamiento y la eliminación de rivales, hasta el punto que el mismísimo Leonardo da Vinci escribió un tratado en el que indicaba como un determinado anfitrión debía situar en un sitio concreto al invitado que pretendía asesinar, facilitando la retirada del cadáver y que los demás comensales prosiguiesen con el arte de yantar como si no hubiese sucedido nada. En este periodo no debemos dejar de mencionar a un oscuro personaje, de origen valenciano que se convirtió en el brazo ejecutor de las aspiraciones de su patrón, el ambicioso Cesar Borgia, hijo segundón del mencionado Papa Borgia, nos estamos refiriendo aquí a Miquel Corella, quien dejó un rastro de sangre imborrable al tiempo que su señor abandonaba la carrera cardenalicia y abanderaba los ejércitos del Vaticano, tratando de hacer de los estados Pontificios la base de un nuevo reino italiano unificado, aunque como sabemos no consiguió sus objetivos. Para ser el modelo de gobernante elegido por Maquiavelo en su obra “el Príncipe” queda claro que este personaje uso todos los medios a su alcance para alcanzar sus objetivos, y dentro de esos medios, Miquel Corella resultó clave. Entre otros logros se cree que fue Corella quien eliminara a Juan Borgia, obstáculo que Cesar tenía que salvar para salir del ámbito eclesiástico, donde actuaba como Cardenal, y acceder al mando militar que anhelaba. No fue el único asesinato de Corella, el “perro fiel” de los Borgia, eliminó también a; Alfonso de Aragón, Bernardino di Niccolò, Oliverotto da Fermo, Vitellozzo Vitelli, Paolo Orsini, Francesco Orsini, o al señor de Faenza, entre otros muchos que seguramente acabaran siendo pasto de los peces en el Tíber.
Siguiendo el recorrido histórico tenemos que afirmar que el Imperio Hispánico también estuvo sembrado de cadáveres, conocido es el caso acaecido bajo el reinado de Felipe II, en el que sería asesinado Juan de Escobedo, secretario de Don Juan de Austria, hermanastro del  llamado “diablo del mediodía”. Juan de Escobedo solicitaba fondos y ejércitos para su señor Don Juan de Austria, nombrado Gobernador de los Países Bajos. Parece ser que detrás de toda esta trama de asesinato se encuentra el secretario personal de Felipe II, Antonio Pérez, que temía las acusaciones de Escobedo, quién le había amenazado con hacer públicas algunas prácticas poco lícitas que este practicaba con asiduidad, como la venta de favores o el cobro de dádivas por hacer su trabajo, y que además convenció al monarca de que tanto Escobedo, como su señor Juan de Austria, eran unos traidores que pretendían la misma corona hispánica. Por un motivo u otro y tras varias tentativas fallidas, Escobedo fue “atravesado de lado a lado”, el día 31 de marzo de 1578, con la connivencia del Rey, quien poco después también intentaría lo propio con su secretario Aragonés.
Emplazándonos ya al siglo XX, podemos referir todo tipo de asesinatos y eliminaciones con un componente higiénico, desde el punto de vista político o partidista, pero limitaremos este amplio panorama a tan sólo una serie de elementos concretos.
Así, dentro de todas las clasificaciones de genocidas y perturbados del pasado siglo, aparece con letras de oro el “Zar Rojo”, Iosiff Stalin, causante de la muerte de millones de personas, entre purgas, asesinatos, campos de trabajo y acusaciones políticas, falsas o no, hay autores que elevan estas cifras a 23 millones de personas. Al margen de este genocidio, quisiera mencionar, dentro de las acciones de Stalin, el asesinato de Trotsky y el asesinato de Andreu Nin. En el primer caso, de sobra es conocido como el español, Ramón Mercader, haciéndose pasar por un periodista acabaría con el antiguo dirigente soviético y rival de Stalin, Lev Trotsky, quien defendía la vía del socialismo universal, frente al georgiano que se conformaba con el socialismo tan sólo en Rusia. El 20 de agosto de 1940, con un piolet y por la espalda, Mercader  acabaría con la vida del antiguo camarada de Stalin y del propio Lenin, Lev Trotsky.
 No menos significativa fue la tortura y  eliminación del fundador del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista), Andreu Nin, comunista y revolucionario catalán, eso sí, partidario de la vía universalista del socialismo que representara Lev Trotsky. Andreu Nin se convertía en enemigo de Stalin en pleno proceso de purgas, y sería detenido, vejado y asesinado por orden de Alexander Orlov, representante del NKVD, la temida policía política soviética, en una España partida por la guerra. Tras la detención arbitraria, la  tortura, y sin conseguir nada en claro, Nin sería ejecutado por sus captores el día 22 de junio de 1937, y no fallecería de forma dulce, sería desollado vivo  por no traicionar a sus camaradas del POUM.
En nuestro macabro trayecto obviaremos algunos asesinos y depravados que no por manidos pierden importancia, pero, claro está, no podemos aquí recoger todo lo acaecido en el “arte de matar”, como lo han denominado algunos. Por ello no hablaremos de Reinhard Heidrich, Ilse Koch, Heinrich Himmler y toda la nómina de asesinos y turbados nazis, pero al menos que quede constancia de su existencia por esta escueta mención.
Otro ámbito donde la práctica del asesinato es habitual, y hasta cotidiana, es en la Mafia, la Familia, los Hombres de Honor, la Camorra, o las diversas alusiones  con que nos queramos referir a las bandas  criminales organizadas. El listado de asesinos a sueldo es enorme, por ello sólo me referiré a Abe Reles “Kid Twist”,  un asesino a sueldo que trabajara en la década de los años treinta al servicio de la Murder. Inc, o lo que es lo mismo,  la mano ejecutora del sindicato del crimen fundado por Lucky Luciano y Meyer Lansky, y que tenía por objeto ajustar cuentas con quienes se interpusieran en los intereses de las familias mafiosas neoyorkinas. Este asesino despiadado es el causante de más de 1000 asesinatos, algunos realizados de forma salvaje utilizando un picahielos que clavaba en el cerebro de sus desdichadas víctimas a través de las orejas, convirtiéndose en el prototipo de mafioso que luego Hollywood nos ha transmitido en numerosas películas de gánsteres. Moriría en 1941, con tan sólo 35 años, se había convertido en un delator, y el que fuera el perfecto ejecutor  fue arrojado por  la ventana del hotel donde se refugiaba de sus antiguos colegas criminales.
En el convulso siglo XXI, al margen de los asesinatos llevados a cabo con una motivación religiosa, donde tendríamos que mencionar al Estado Islámico y otros grupos integristas, quizás los asesinos más despiadados han sido aquellos que han estado al servicio de los cárteles de la droga, colombianos o mexicanos. Destaca por sus aterradores números Jhon Jairo Velásquez, alias “Popeye”, el brazo ejecutor de Pablo Escobar, máximo dirigente del Cártel de Medellín. Se le atribuyen cerca de 3000 asesinatos, ordenados, 300 realizados con sus propias manos, políticos, bandas rivales, jueces, periodistas, candidatos presidenciales caerían bajos las balas de este sanguinario hombre, al servicio del señor de las drogas de Medellín.
Finalizo aquí este truculento recorrido por el crimen a lo largo de la Historia, se dejan numerosos capítulos y protagonistas en el tintero, pero ya se abordarán si viene al caso, en otros artículos, nos sobra tiempo. No quisiera acabar sin mencionar, al menos, dos nombres; Alexander Litvinenko, ex espía ruso, envenado en Londres, en el año 2006, y Anna Politkóvskaya, periodista rusa, tiroteada en el ascensor de su casa, también en el año 2006, en ambos casos detrás se encuentra la siniestra sombra de Vladimir Putin (aunque no se puede demostrar efectivamente), el presidente ruso, que aún hoy permite proseguir con este rastro de sangre por el que camina la misma Historia.