Conforme uno se va haciendo mayor
parece que se asumen algunas cosas, por ejemplo las canas, las patas de gallo,
la gente tóxica, las tallas de pantalón y otras cosas que forman parte de la
vida, entendida esta como el único remedio conocido para la muerte. Sin embargo, se supone que se van perdiendo miedo
a muchas situaciones que antes eran difíciles de asumir, por inexperiencia o
vete a saber por qué, el caso es que se dominan con naturalidad, forman parte
de ese terrible proceso de socialización que es “necesario” para la vida en
comunidad. Al igual que el miedo, la capacidad de asombro se hace más tenue,
hasta el punto de casi desaparecer, aunque no lo hace del todo, y es que es muy
complicado que en nuestro país, o en nuestra sociedad se pierda el miedo y el
asombro completamente.
Este fin de semana se celebra
Halloween, si, la noche de brujas, y demás chorradas aculturativas que calan en
España como en ningún otro lugar del planeta, a pesar de contar con tradiciones
mucho más antiguas y en ciertos casos, si se busca eso, hasta más tétricas que
esa supuesta noche de miedo, como podría ser la costumbre de pasar un día en el cementerio
compartiendo jornada con los muertos, comiendo y platicando al lado de esas
filas de nichos, que curiosamente tienen un número, como si fuesen a recibir
alguna carta o algo.
Al margen de tradiciones, este
fin de semana hay dos cosas que por un lado me dan bastante miedo y como no, me
asombran por otro, y es que uno no se acostumbra al proceso regresivo, desde el
punto de vista cultural, al que esta sociedad de la “imagen” (del escaparate)
nos está avocando, al menos al que se deje seducir por la banalidad,
superficialidad y el poco gusto que ofrece.
En primer lugar, hoy se supone
que tendremos por fin, gobierno, y es
motivo este de celebración, fanfarria y alegría, la democracia ha triunfado
después de casi un año. Pero ya vale de celebración, el sistema ya puede
continuar y no hay mucho por lo que estar contentos, así, Europa, la fría Unión
Europea, exige a España 5.500 millones de euros en recortes, que como siempre
recaerán sobre las clases humildes, poco festejo entonces. Es cierto que
tenemos lo que nos merecemos, y que la socialdemocracia, abanderada en nuestro país
por el PSOE, ha cedido tras el famoso “golpe palaciego”, permitiendo (permitirá mejor, puesto que será esta tarde) la investidura de Mariano Rajoy,
desatascando la situación de parálisis institucional sufrida por los
españoles. En este asunto hay muchos prismas, numerosos elementos que no
conocemos los “del común”, y esto nos hace no entender del todo que ha pasado,
pero aun así, yo sigo sin comprender la actitud del socialismo español, que se impone
a sí mismo límites que luego no puede asumir, y me explico, es de lógica que no
quede más remedio que investir a Rajoy, porque las otras opciones han sido
vetadas y minadas desde el principio. Un partido que dice representar a la
mayoría de los españoles, la gente de a pie, los que tenemos que trabajar, y
sabemos que formamos parte de la clase obrera y trabajadora, decide pactar en
primera instancia con un partido de centro derecha, nuevo eso sí, para algunos
de diseño, y con cierto tufillo al Ibex 35, pero más bien tirando a la derecha,
y a partir de ahí buscar el acuerdo ( castrado de antemano) con la Izquierda, más real y también radical, que representa Podemos. Ahí está el asunto, después de ese acuerdo con Ciudadanos, Podemos replanteó la situación, pidió ministerios, y apretó a un Pedro Sánchez, que ya no
podría aceptar según qué peticiones, como aquella de votar la pertenencia o no
al estado español de Cataluña, País Vasco, Galicia y no sé si hasta la misma
Extremadura. Las izquierdas han fallado, el enfrentamiento de egos obreros ha
llevado a Rajoy al gobierno, y al PSOE a una difícil situación de la que no
tengo idea de cómo saldrá, y que conste
en acta que yo me considero socialdemócrata, y apuesto por la unión de las
Izquierdas, a pesar que gente muy respetable de la Izquierda española no ve
posible esta unión, yo sigo pensando, y además de corazón, que la utopía es posible, que otro mundo no
sólo es posible, sino necesario. Rajoy en el gobierno da mucho miedo, sus
tijeretazos al estado de bienestar dan mucho miedo, los dirigentes del PSOE también,
la socialdemocracia rota, más aún, da pavor.
La segunda situación que hace de
este fin de semana algo aterrador, hasta el punto que podríamos, por aquello de
estar en la onda de “mundo subnormal”, hablar de “Halloweek”, en un juego de palabras
más que terrorífico, viene determinada por la memez más absoluta disfrazada de horrendos burlones descafeinados. En la última semana, en Badajoz, en esta esquinita de la
parte suroccidental del país, nos han atacado los supuestos “payasos asesinos”,
aunque me temo que hemos de precisar el término, dado que no es correcto del
todo. Si es cierto que se trata de payasos, en el sentido peyorativo del
término, jóvenes y no tan jóvenes,
vestidos con máscaras y que aprovechándose del anonimato tratan de amedrentar a
la población, pero como digo, lo de payaso viene por ser un conjunto de
gilipollas aneuronados, no porque se vistan de payasos y deshonren este digno
oficio, que es muy diferente a lo que pretenden estos imbéciles, dado que los
verdaderos buscan la alegría y las risas
de los niños, no la agitación social, de una población crédula, y me temo que
bastante aburrida. La psicosis ha sido generalizada, apuñalados, agredidos,
niños en el hospital, todos los elementos que conforman el caldo de cultivo de
una película de terror adolescente, y que pone de manifiesto que no estamos tal
lejos de la superchería y el oscurantismo del que pretendían curarnos los
Ilustrados del siglo XVIII, yo asustado me pregunto qué nos está pasando para
volver trescientos años atrás en el pensamiento, da miedo de verdad.
La situación no quedó ahí,
salimos hasta en los telediarios nacionales, de nuevo Extremadura en las
noticias, en este caso no por un asesinato, no por alguna estafa, ahora porque
hemos sufrido el ataque de un grupo de payasos asesinos, que creo que no han
matado a nadie, resulta incluso que un compungido joven de mirada vidriosa que
alegaba ante toda España ser víctima de los supuestos enmascarados, había
mentido y ahora pide perdón. En fin, una locura, ahora saldrán los supuestos
imitadores, y seguro que a alguno le pegan una paliza por hacerse el
graciosillo, y es que con el miedo de la gente no hay que hacer gracias, y más miedo da, que la gente se tome la justicia por
su mano, y en las barriadas, temerosos de los payasos, se arman con hachas,
machetes y hasta con pistolas haciendo patrullas ciudadanas en busca de la
leyenda urbana, que país este, la gente se une para luchar contra una leyenda,
contra una mentira, pero no hacemos nada por buscar trabajo, luchar contra la
incultura, o las drogas, eso sí, sacamos nuestras armas ilegales y buscamos
seguridad, nos convertimos en justicieros de psicosis colectivas.
En fin, Mariano en la Moncloa, y Brayan, Biron y la
Yeni, fumaítos hasta las trancas y armados con hachas y machetes de patrulla ciudadana, al final lo han conseguido, este “finde”
en casa, sin salir, porque la cosa da miedo.