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sábado, 29 de octubre de 2016

Fin de Semana de Terror



Conforme uno se va haciendo mayor parece que se asumen algunas cosas, por ejemplo las canas, las patas de gallo, la gente tóxica, las tallas de pantalón y otras cosas que forman parte de la vida, entendida esta como el único remedio conocido para la muerte. Sin  embargo, se supone que se van perdiendo miedo a muchas situaciones que antes eran difíciles de asumir, por inexperiencia o vete a saber por qué, el caso es que se dominan con naturalidad, forman parte de ese terrible proceso de socialización que es “necesario” para la vida en comunidad. Al igual que el miedo, la capacidad de asombro se hace más tenue, hasta el punto de casi desaparecer, aunque no lo hace del todo, y es que es muy complicado que en nuestro país, o en nuestra sociedad se pierda el miedo y el asombro completamente.
Este fin de semana se celebra Halloween, si, la noche de brujas, y demás chorradas aculturativas que calan en España como en ningún otro lugar del planeta, a pesar de contar con tradiciones mucho más antiguas y en ciertos casos, si se busca eso, hasta más tétricas que esa supuesta noche de miedo, como podría ser la costumbre de pasar un día en el cementerio compartiendo jornada con los muertos, comiendo y platicando al lado de esas filas de nichos, que curiosamente tienen un número, como si fuesen a recibir alguna carta o algo.
Al margen de tradiciones, este fin de semana hay dos cosas que por un lado me dan bastante miedo y como no, me asombran por otro, y es que uno no se acostumbra al proceso regresivo, desde el punto de vista cultural, al que esta sociedad de la “imagen” (del escaparate) nos está avocando, al menos al que se deje seducir por la banalidad, superficialidad y el poco gusto que ofrece.
En primer lugar, hoy se supone que tendremos por fin,  gobierno, y es motivo este de celebración, fanfarria y alegría, la democracia ha triunfado después de casi un año. Pero ya vale de celebración, el sistema ya puede continuar y no hay mucho por lo que estar contentos, así, Europa, la fría Unión Europea, exige a España 5.500 millones de euros en recortes, que como siempre recaerán sobre las clases humildes, poco festejo entonces. Es cierto que tenemos lo que nos merecemos, y que la socialdemocracia, abanderada en nuestro país por el PSOE, ha cedido tras el famoso “golpe palaciego”, permitiendo (permitirá mejor, puesto que será esta tarde) la investidura de Mariano Rajoy, desatascando la situación de parálisis institucional sufrida por los españoles. En este asunto hay muchos prismas, numerosos elementos que no conocemos los “del común”, y esto nos hace no entender del todo que ha pasado, pero aun así, yo sigo sin comprender la actitud del socialismo español, que se impone a sí mismo límites que luego no puede asumir, y me explico, es de lógica que no quede más remedio que investir a Rajoy, porque las otras opciones han sido vetadas y minadas desde el principio. Un partido que dice representar a la mayoría de los españoles, la gente de a pie, los que tenemos que trabajar, y sabemos que formamos parte de la clase obrera y trabajadora, decide pactar en primera instancia con un partido de centro derecha, nuevo eso sí, para algunos de diseño, y con cierto tufillo al Ibex 35, pero más bien tirando a la derecha, y a partir de ahí buscar el acuerdo ( castrado de antemano) con la Izquierda, más real y también radical, que representa Podemos. Ahí está el asunto, después de ese acuerdo con Ciudadanos, Podemos replanteó la situación, pidió ministerios, y apretó a un Pedro Sánchez, que ya no podría aceptar según qué peticiones, como aquella de votar la pertenencia o no al estado español de Cataluña, País Vasco, Galicia y no sé si hasta la misma Extremadura. Las izquierdas han fallado, el enfrentamiento de egos obreros ha llevado a Rajoy al gobierno, y al PSOE a una difícil situación de la que no tengo idea de  cómo saldrá, y que conste en acta que yo me considero socialdemócrata, y apuesto por la unión de las Izquierdas, a pesar que gente muy respetable de la Izquierda española no ve posible esta unión, yo sigo pensando, y además de corazón,  que la utopía es posible, que otro mundo no sólo es posible, sino necesario. Rajoy en el gobierno da mucho miedo, sus tijeretazos al estado de bienestar dan mucho miedo, los dirigentes del PSOE también, la socialdemocracia rota, más aún,  da pavor.
La segunda situación que hace de este fin de semana algo aterrador, hasta el punto que podríamos, por aquello de estar en la onda de “mundo subnormal”,  hablar de “Halloweek”, en un juego de palabras más que terrorífico, viene determinada por la memez más absoluta disfrazada de horrendos burlones descafeinados. En la última semana, en Badajoz, en esta esquinita de la parte suroccidental del país, nos han atacado los supuestos “payasos asesinos”, aunque me temo que hemos de precisar el término, dado que no es correcto del todo. Si es cierto que se trata de payasos, en el sentido peyorativo del término,  jóvenes y no tan jóvenes, vestidos con máscaras y que aprovechándose del anonimato tratan de amedrentar a la población, pero como digo, lo de payaso viene por ser un conjunto de gilipollas aneuronados, no porque se vistan de payasos y deshonren este digno oficio, que es muy diferente a lo que pretenden estos imbéciles, dado que los verdaderos buscan  la alegría y las risas de los niños, no la agitación social, de una población crédula, y me temo que bastante aburrida. La psicosis ha sido generalizada, apuñalados, agredidos, niños en el hospital, todos los elementos que conforman el caldo de cultivo de una película de terror adolescente, y que pone de manifiesto que no estamos tal lejos de la superchería y el oscurantismo del que pretendían curarnos los Ilustrados del siglo XVIII, yo asustado me pregunto qué nos está pasando para volver trescientos años atrás en el pensamiento, da miedo de verdad.
La situación no quedó ahí, salimos hasta en los telediarios nacionales, de nuevo Extremadura en las noticias, en este caso no por un asesinato, no por alguna estafa, ahora porque hemos sufrido el ataque de un grupo de payasos asesinos, que creo que no han matado a nadie, resulta incluso que un compungido joven de mirada vidriosa que alegaba ante toda España ser víctima de los supuestos enmascarados, había mentido y ahora pide perdón. En fin, una locura, ahora saldrán los supuestos imitadores, y seguro que a alguno le pegan una paliza por hacerse el graciosillo, y es que con el miedo de la gente no hay que hacer gracias, y más  miedo da, que la gente se tome la justicia por su mano, y en las barriadas, temerosos de los payasos, se arman con hachas, machetes y hasta con pistolas haciendo patrullas ciudadanas en busca de la leyenda urbana, que país este, la gente se une para luchar contra una leyenda, contra una mentira, pero no hacemos nada por buscar trabajo, luchar contra la incultura, o las drogas, eso sí, sacamos nuestras armas ilegales y buscamos seguridad, nos convertimos en justicieros de psicosis colectivas.
En fin, Mariano en la Moncloa, y Brayan, Biron y la Yeni, fumaítos hasta las trancas y  armados con hachas y machetes  de patrulla ciudadana, al final lo han conseguido, este “finde” en casa, sin salir, porque la cosa da miedo. 

domingo, 23 de octubre de 2016

Idiotas perdidos

De aquellos barros estos lodos, así podríamos empezar a describir el panorama político patrio, pero no me apetece, uno está saturado de lo mismo. Aún cuando hoy es el día en que un PSOE, con hemorragias ideológicas y sin rumbo fijo, cede y deja pasar (Si Pasarán) al Partido Popular, el de la Gurtel y el caso Bárcenas, y también el que ha ganado las tres últimas elecciones, si, si, las tres últimas. Pero como digo, no me apetece hoy hablar de política, hoy quiero comentar algunas cosillas que creo ensamblarán bien el título de este artículo.
Resulta que en unos días celebraremos Halloween, el día de los muertos, una celeración de origen irlandés  que festejaba el fin de  la temporada de cosechas, pero que ha llegado a nuestra "católica" España desde Estados Unidos, la potencia económica mundial. Nos encontramos con un claro fenómenos de Aculturación, es decir una Cultura impone sus rasgos y tradiciones a otra Cultura, por determinados factores, en este caso, el único que se me ocurre es el económico, que hace irradiar el mundo norteamericano como un luminoso escaparte en el que sólo se muestra lo bonito y en el que se esconde el hollín de sus bajezas. Muy pocos jóvenes perciben que ese Halloween cada vez más nuestro, oculta otras tradiciones propias, como podría ser el "día de todos los Santos" donde recordamos a nuestros seres queridos y acudimos a los cementerios. No señalo aquí que dicha tradición, aunque propia, es también muestra de un comportamiento que no comparto en absoluto. Es decir, a los muertos se les rememora desde el interior, no es necesario que los demás vean lo que añoramos, lloramos o repudiamos y pasamos de nuestros antepasados.
En la misma línea Papa Noel, Santa Claus, o cualquier otro anciano barbado y con renos visitarán los hogares de los niños españoles, y les traerán regalos el día de Navidad. Otra enorme mentira, otra muestra más de lo poco que valoramos lo propio y lo que nos gusta introducir elementos procedentes del ámbito anglosajón, a pesar de haber estado media historia en guerra con ellos.
El show típicamente americano ha llegado para quedarse, así los debates entre candidatos políticos forma parte ya de nuestras vidas, el espectáculo llevado a todos los ámbitos deporte, política, televisión etc., todo lo que tenga una salida comercial nos inhunda. Ahora nos divertimos en centros comerciales, donde nos sangran los bolsillos y la inteligencia, buscando un prototipo de hombre y mujer, de niño y niña, en definitiva se trata de construir un tipo medio de humano hecho a la imagen y semejanza de los que quieren las distintas marcas comerciales. Aquí es muy importante que nadie se salga del guion marcado, que todos cumplan con su papel en el engranaje como consumidores aneuronales.
Este gusto por lo foráneo ha llegado a un grado enfermizo, y así escuchamos como en determinados programas que buscan talentos musicales, aquellos encargados de valorar la progresión de los aspirantes se denominan "coach", es decir algo así como entrenadores, eso debe decir que un idioma como el español o castellano, con quinientos millones de hablantes, no tiene un término para ese concepto y  por ello usa uno de otro idioma. Si esto no es así, como me temo, somos autenticamente gilipollas por seguir viendo un minuto más ese programa que vulnera nuestra dignidad como pueblo.
La cosa no queda ahí, en los Institutos de Secundaria de unos años a esta parte, se ha impuesto una moda que, en mi opinión copia bastante el formato de graduación americana. Cuando yo finalizé el instituto no existía este tipo de graduación, cada uno celebraba con sus colegas o familiares. Sin embargo, era usual que el tercer año de instituto se realizase una excursión, y que esta en parte, se financiase con una fiesta de Gala, en la que todos nos disfrazabamos con chaquetas y corbatas paternas, y ellas...pues no lo se, sólo tengo un hermano mayor, imagino que con vestidos para la ocasión. La verdad que era importante aquella fiesta para alguien de dieciseis años o así, pero no quita que trataba de emular la típica americanada en la que la más guapa de las animadoras (que también solía ser o mala o tonta del culo) bailaba con el capitán del equipo de Futbol Americano (cachas sin cerebro). Las graduaciones actuales aún conservan ciertos resortes que debemos mantener de la tradición europea, pero que deben huír de la "americanada" soez y estulta. 
En estos tiempos, resumimos los "fines de semana perfectos" sacando morritos en fotos de molde, todas son iguales, que subimos a las redes sociales, mercadeando con nuestra vida, necesitando ese poquito de regustillo que nos da el que nos miren los demás. Esas fotos, esos retratos o autoretratos se llaman "selfies", por aquello de que nos lo hacemos a nosotros mismos. Otra palabra que tampoco tenemos en el diccionario...debe ser.
Producto de una sociedad degenerada y que cada día carece de más valores, los niños diferentes, con personalidad, los que no se limitan a las paredes del molde, los que son distintos, y que viva la diferencia y los diferentes, que conste, sufren de "mobbing", o acoso, pero parece  más grave si lo ponemos en inglés, basta ya, como podemos ser tan tontos, de verdad.
De vez en cuando comemos con la noticia que un mandril inglés se ha matado haciendo "balconing", por no decir haciendo el gilipollas, y ya se que el término no existe en inglés, pero el sentido es el mismo, que parezca inglés, al igual que el incorrecto "footing" o el correcto "running", el caso es dar mil vueltas para no hablar o de tios tontos que pierden la vida por una foto, o aquellos que salen a trotar o correr en función de sus dotes físicas. Hay muchísimos términos en esta línea; puenting, shopping, flashmob, hipster y otros mil que denotan nuestro poco afán como pueblo, a pesar que nos sentimos orgullosos de ser español, español, español, y es que nuestro carácter es ese, el de valorar mucho más lo de fuera que lo de dentro, que diría el el "manco de Lepanto" o el insigne morador de la torre de Juan Abad.
A lo largo de este artículo sólo pretendo hacer hincapié en lo mismo, que cada vez somos más gaznápiros, estultos, catetos, zopencos, engreídos, mentecatos, necios, borricos, papanatas, memos, tardos, lerdos, etc y otras cien variantes "castellanas" para definir lo Idiotas que estamos. Pues ya saben, queridos lectores, a traducir, que nos quedamos sin diccionario.

martes, 4 de octubre de 2016

Aristocracia a ras de suelo



Por aristocracia se entiende el gobierno de los mejores, de aquellos que poseen la virtud, o excelencia, la areté que dirían los griegos. Los aristócratas son los miembros más selectos de una determinada sociedad, los mejores, los “aristoi”.
 En nuestra Extremadura, entre lindes de tierra  y de intelecto, al abrigo de la necesidad y la incultura, a lo largo de los años se ha venido desarrollando un tipo peculiar, el Aristócrata de pueblo. Esa  Aristocracia rural, analfabeta, creída, estulta, católica y putera, aquella que se mueve entre los Casinos de “señores” y las cofradías de santos, cuanto más de negro el traje, mejor.
En todos los pueblos encontramos miembros integrantes de este elegante club, por un lado están aquellos que dicen descender de algún antepasado de renombre, aunque luego resulta que su apellido es común, y que no hay nada reseñable en sus antepasados, al margen de descender de explotadores laborales o de correligionarios de la dictadura, nunca es fácil distinguirlo. Les gusta tratar con la gente del común, sin pasarse, pero están a gusto entre el vulgo, probablemente por aquello de no tener nada de sangre azul en sus venas. En cuestión política, son de derechas hasta las trancas, aunque suelen renegar del franquismo, prefieren, por aquello de la “nobilitas” declararse como monárquicos, hasta hace no mucho decían ser “juan carlistas”, y a nivel histórico, se identifican con Don Juan de Borbón. En el plano religioso son católicos, cofrades, amantes de la semana santa, de los toros y de los purillos, aunque con el humo asfixien a media humanidad. Su comportamiento es altivo pero sociable, ¡hasta van de putas al mismo sitio que la plebe!,  y a nivel cultural tienen ciertos resortes, pero no se les puede sacar de su libro, puesto que a nivel ideológico tienen menos cintura que un muñeco de futbolín. Sus cuentas corrientes presentan el  mismo color que su sangre, números rojos, dado que no hay tantas tierras, ni tanta herencia, y si a ello sumamos que trabajan menos que un espía sordo, el resultado es el descrito, mucho “don” y poco “din”.
Por debajo, con menos realeza, pero con mayor altivez y tontuna, encontramos al típico fachilla chulo, que gasta camisas de marca con jugadores de criquet y banderitas de España en el cinturón. Estos tipos, por norma general son vacíos, su nivel cultural camina a la altura de las babosas, y su código de valores no pasa de la gomina, la moda y el qué dirán. A nivel económico no tienen un puto duro, por ello se afanan en seguir e imitar al único de su grupo que tiene dinero. Se consideran católicos y de derechas, a pesar de no conocer nada de su religión, y ser pobres de espanto. Estos son peligrosos, su nivel de incultura sólo puede competir con su grado de superficialidad, pasan de mirar por encima a un toxicómano a esnifar a granel dentro de un Golf, pagado a plazos o de segunda mano, estos tienen que currar,  claro.
Una tercera variedad la encontramos en aquellos que no tienen un duro, pero aun así gustan de mirar por encima del hombro, son conservadores, en las cofradías son los que hacen el trabajo pesado, o cargan con la imagen, o limpian las colillas de los puros de los primeros, cuando no, sus botas. Son de derechas, no se sabe muy el motivo, y a pesar de tener dificultades para llegar a final de mes, son  tremendamente conservadores, aunque podríamos preguntarnos qué temen perder, si no tienen ni cinco en el bolsillo, y la mochila de su dignidad pesa muy poco. Son seres serviles, estirados, siempre afanados en tratar de parecer otra cosa que lo que son, honra y apariencia por bandera, su lema "que piensen lo que quieran menos que somos pobres". Otro elemento es que siempre tienen miedo,a la revolución,  a los rojos, a Podemos, al PSOE, al Comunismo y hasta hace no mucho al butanero(siempre tuvieron mala fama entre las familias de bien), ahora ya no, se piensan que es de Ciudadanos, esos caen regulín. Este grupo es el más deleznable de los tres, porque es igual que el grupo intermedio, pero no disfruta de nada, no bebe, no come, no gasta, casi no respira, pasa la vida entre confesión y ayuno, entre peloteo y mirada altiva al rumano que tiene por vecino. Son sigilosos como si fuesen chinos, hay de mí si se enteran de que les comparo con chinos, no, ellos son españoles, piensan en español, hablan en español, y se confiesan y masturban en español, su vida es un largo y derrotado suspiro.
Volveremos otro día sobre la aristocracia, queda mucho que contar, pero hoy ya es tarde, sólo un último apunte que me fastidia de todos ellos, más que ninguno de los anteriores y es que a nivel futbolístico todos suelen ser del mejor equipo de futbol, el mío, qué decir oye…nadie es perfecto.