Otro momento de la historia tildado de una forma, más o menos, extravagante, fue la Paz Armada, que refiere el marco de relaciones internacionales del último tercio del siglo XIX, cuando las grandes naciones europeas, convertidas en enormes imperios, se armaron hasta los dientes y esperaron el momento idóneo en el que iniciar una conflagración total. El enfrentamiento no se produjo a finales del XIX, aunque hubo momentos en los que pudo llegar la contienda, como el denominado conflicto internacional de Fachoda en 1898, sino que llegó en el siglo XX, con el inicio de la Primera Guerra Mundial, o Gran Guerra.
Tras la derrota de la Alemania Nazi en 1945, se abrió un amplio periodo histórico denominado de una forma, al menos, llamativa, me refiero, como se pueden imaginar, a la Guerra Fría. Este periodo alcanza desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta el desmoronamiento de la Unión Soviética en 1991, y estuvo caracterizado por un enfrentamiento sostenido y constante entre dos grandes potencias, Estados Unidos y la Unión Soviética, y sus respectivos aliados, con una forma contraria de entender el mundo. El quid de la cuestión radicaba en que las dos grandes superpotencias no se podían enfrentar abiertamente, puesto que desde 1949, ya no solo eran los americanos los poseedores de la bomba atómica, sino que a partir de esa fecha también la poseían los rusos, anulando la posibilidad de una guerra directa entre ambos contendientes.
Estos tres conceptos, llamativos y contrarios, de Dulce Apocalipsis, Paz Armada y Guerra fría, me permiten enlazar con el título del artículo que dice “sonó el despertador”, es decir, nos hemos despertado, al menos, a nivel histórico, y además de una forma terrible y cruel, con una guerra en el corazón de Europa. La reciente invasión rusa de Ucrania parece una extensión de ese periodo de Guerra Fría, en el que los rusos temen una pérdida de poder en sus fronteras occidentales y el avance de la alianza militar contraria, es decir la OTAN. Los telediarios se han llenado de muertos, heridos, desplazados, bombardeos selectivos o no tanto, asesinatos, violaciones de civiles, y las temidas matanzas o depuraciones de inocentes. La historia se vuelve a hacer presente en la comodidad nuestros propios hogares, y nuestro mundo civilizado, consumista y arrogante se ve amenazado con una guerra que demuestra que la humanidad ha evolucionado muy poco en determinados aspectos, así la muerte, las violaciones, el hambre y los refugiados, que han estado siempre presentes, pero obviados en nuestra urna de cristal y vanidad, aparecen a la vuelta de la esquina, y vuelven las inseguridades y debilidades que no hemos sabido controlar después de treinta años de “fin de la historia” según la tesis de Fukuyama.
Despertarse de este sueño engreído y mirar al futuro cercano da mucho miedo, porque aparece un viajero que siempre nos ha acompañado a lo largo de todos los periodos de la historia, la incertidumbre, que nos acongoja y oprime el corazón, así surgirán grandes interrogantes…qué será de nosotros, de nuestros hijos, de nuestra bonita civilización. ¿Resistiremos?
La guerra de Ucrania ha puesto de manifiesto que la primera víctima siempre es la verdad, y aparecen las temidas matanzas de civiles, negadas como siempre por sus propios perpetradores, lo mismo que ya sucedió en otros momentos de la historia reciente. La matanza de Bocha, negada por los rusos, nos recuerda a otros episodios terriblemente crueles y que también han sido negados o silenciados. En 1999, dentro de la guerra del Kosovo, se produjo la depuración étnica de la población bosnia de religión musulmana, en un episodio negro de la historia que se denominó “masacre de Srebrenica”. Un poco antes, en 1994, en Ruanda los Tutsis fueron exterminados por los dominantes Hutus en el genocidio ruandes, con cifras que llegan hasta el millón de muertos. En 1986, los americanos en la guerra de Vietnam protagonizaron la matanza de My Lai, donde se depuraron vilmente más de quinientos civiles vietnamitas en una intensa búsqueda del enemigo vietcong. Siempre que se habla de barbaridades contra civiles se hace referencia a la “matanza de Katyn”, de 1940, donde unos veinte mil polacos inocentes, miembros de la oficialidad del ejército, civiles e intelectuales, fueron masacrados por orden del temido Lavrenti Beria, mano derecha de Stalin. Esta matanza fue falsamente atribuída a los nazis, sin embargo fue protagonizada por el ejército rojo. Los nazis, si serán responsables, en este caso, de la masacre de Lídice, en la actual república Checa, donde tras el asesinato de Heydrich, literalmente, borraron la de la faz de la tierra dicha población como forma de castigo ejemplarizante.
El planeta se muere por la contaminación de nuestro consumismo insaciable, las guerras asolan, como siempre, buena parte del globo, los recursos se distribuyen de forma egoísta e inhumana, y en Europa, por fin, hemos vuelto de nuestra falsa ensoñación.
Inquietante pero certero relato de la realidad con el hilo conductor de la estupidez humana. Gracias por darle a la pluma poniendo los pies en la tierra de forma tan magistral querido y admirado Iván.
ResponderEliminarMuchas gracias Auxi, lo certero es que tú me quieres bien. Gracias de nuevo.
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