Después de casi dos años sin pisar por estos lares, vuelvo a la carga, adentrándome en el proceloso mundo de los microrrelatos, de los que ya hemos dado algunas muestras en otras ocasiones. En este caso vamos a mostrar tres momentos fugaces, que sin embargo, tuvieron una enorme trascendencia histórica. No voy a referir a qué momentos de la historia estoy aludiendo, eso se lo dejo a ustedes...¿ponen nombre y fecha a los acontecimientos que se recrean? Vamos a ello...
Siempre le gustó imponer respeto en los demás. Era mejor ser temido que amado. Se encontraba en el cenit de su poder. Ahora, su cuerpo yacía muerto sobre un sillón y los médicos ni siquiera se habían atrevido a molestarle...por respeto.
Después de toda una vida de entrega, esfuerzos y sacrificios al fin había alcanzado la cúspide del estamento militar. Habría esperado felicitaciones, abrazos y camaradería, sin embargo, no era posible, todavía estaba trabajando. La voz de su asistente le trajo de nuevo a la realidad ¡Mariscal! ¡Señor! Los rusos han aceptado nuestra claudicación. Todo está perdido.
La voz del anciano le hablaba de la tradición, de las leyes y normas sagradas, de la convivencia pacífica entre los pueblos. La misma voz le sugirió la posibilidad de una terrible rebelión y siguió el discurso clamando al cielo, mencionando lo humano y lo divino. Cuando por fin cesó aquella perorata se hizo el silencio en la estancia. Finalmente, y mientras se secaba las manos con un trapo, respondió a una audiencia expectante. ¡Liberad a Barrabás!
Eso es todo amigos, ha sido un regreso efímero, pero prometo que, en esta ocasión, no tardaré tanto en volver a escribir. ¿Ya saben sus respuestas? Buenas noches.
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