Pues eso, que no nos ponemos de acuerdo ni en el color de la caca. Se preguntarán ustedes sobre el motivo de tamaña y escatológica afirmación, y no les sobran los motivos. En esta ocasión me refiero a mi "gremio", al colectivo educativo, y sí, me refiero al asunto de la huelga, y por supuesto estoy cabreado como un chino, como no puede ser de otra manera. Resulta que en el día de ayer, 9 de marzo de 2017 estabamos convocados a un jornada de Huelga General Educativa, que resultó en mi opinión, cuanto menos, decepcionante. El balance de la jornada reivindicativa varía, pero desde luego fue escaso, casi nulo, hasta el punto de sentirme asquedado en parte con mi propio colectivo, grande para muchísimas cosas, pero "parado" para otras tantas. Dentro de los principales análisis destacaremos el de la administración, en este caso la Junta de Extremadura, que sitúa en un 50% los datos de participación del alumnado y en un deslumbrante 5% el de los profesores, datos que dan ganas de llorar.
Es cierto que quizás no sea el mejor momento, que hay mucho sindicalista vividor y poco o nada comprometido con la educación, que los alumnos en gran parte no saben por lo que se movilizan, el caso es faltar a clase, y también es verdad que no ha habido mucha información, que algunos sindicatos o plataformas educativas se han mostrado más bien tibias con la convocatoria, en fin, que quien no se consuela es porque no quiere, motivos hay más que de sobra, a otro perro con ese hueso, lo que pasa que es mucho más comodo ir a currar para no tener alumnos y estar toda la mañana de jarana, y eso sí, con el sueldo intacto. Pavor me da, que la educación sea también una cosa de dinero. Que asco de verdad. No nos ponemos de acuerdo ni en el color de la mierda, ahora si, todos quemados por el nivel del alumnado, algunos niños en los institutos de secundaria sin saber la tabla de multiplicar, leyendo con dificultad, y con terribles faltas de ortografía, abrasados por sueldos congelados y ratios de alumnos que superan los treintena por aula, las 18 horas lectivas una quimera del pasado que seguro no volverá, la redución de tres horas a los mayores de 55 años, una utopía aún por escribir. Todo esto sin mencionar la obligación que tenemos de dignificar la profesión docente, puesto que mi vocación me ha llevado a tratar de difundir mi curiosidad a los chavales, y eso dista mucho de ser completamente y en algunas aulas, una persona que hace monólogos para un público que ni está, o alguien que tiene que sortear los retos constantes de alumnos mal criados y sin ningún tipo de educación, que deberían traer de casa, o en ocasiones, ser guardia de seguridad, mantenedor o cantante aficionado..., en fin, no me digan que no hay motivos ni información, faltan huevos (ovarios), y sobran las razones (no quiero entrar en el negocio de las oposiciones y las academias, eso da para otro artículo, o enciclopedia).
Ayer noche, con la almohada de testigo me sentí mal, triste, esto no debe seguir así, puesto que no vamos bien, tenemos que unirnos, paralizar la educación para conseguir una verdadera educación, ser cautos pero efectivos, pelear de verdad por nosotros y por los que vienen detrás, puesto que ninguna culpa tienen de nuestra necedad.Siempre quedará tiempo para quejarnos de un defecto de forma, o de una fecha "nefasta" por inadecuada, por precipitada, por poco informada. Hay que ser conscientes que los derechos que se pierden casi nunca se recuperan, cada tijeretazo, cada recorte, cada insulto a nuestra dignidad permanecerá en el tiempo, y será muy difícil de recuperar. Los profesores tenemos que recuperar esta materia, la asignatura de la solidaridad, el compromiso, la vocación, y la unión, como digo tiempo habrá para querellas internas y pugnas vacías.
Hoy ha sido una mañana larga, con un mal sabor de boca, un no saber qué está pasando en mi colectivo, en mi profesión, y un interrogante ¿hasta cuándo seguiremos "poniendo la otra mejilla"? ¿ Un día de sueldo es el precio de nuestra dignidad? Eso parece al son de los acontecimientos. En fin, reconozco que yo dudé hasta el último momento, puesto que parece que no cambia nada, todo es más cómodo si se hacen oídos sordos, todo más suave con la administración y los compañeros, pero al final, mi madre quién si no, me animó a pelear por lo que creo y me uní a la reivindación, con mis motivos, como cada uno en esta labor.
Sirva este artículo para llamar un poco a la concienciación del colectivo para seguir luchando por lo nuestro, la sociedad nos necesita unidos, no les demos la espalda. Vean que no he mencionado siquiera la LOMCE, es lo de menos, sin una Ley educativa partidista y sin consenso siguen sobrando los motivos. No quisiera acabar sin mostrar mi admiración por algunos compañeros que si secundaron la movilización, a tan sólo unos meses de jubilarse, con todo hecho en la profesión pero dando un ejemplo muy valioso a los nuevos, gracias a ellos mi decepción no es tan grande.
Es cierto que quizás no sea el mejor momento, que hay mucho sindicalista vividor y poco o nada comprometido con la educación, que los alumnos en gran parte no saben por lo que se movilizan, el caso es faltar a clase, y también es verdad que no ha habido mucha información, que algunos sindicatos o plataformas educativas se han mostrado más bien tibias con la convocatoria, en fin, que quien no se consuela es porque no quiere, motivos hay más que de sobra, a otro perro con ese hueso, lo que pasa que es mucho más comodo ir a currar para no tener alumnos y estar toda la mañana de jarana, y eso sí, con el sueldo intacto. Pavor me da, que la educación sea también una cosa de dinero. Que asco de verdad. No nos ponemos de acuerdo ni en el color de la mierda, ahora si, todos quemados por el nivel del alumnado, algunos niños en los institutos de secundaria sin saber la tabla de multiplicar, leyendo con dificultad, y con terribles faltas de ortografía, abrasados por sueldos congelados y ratios de alumnos que superan los treintena por aula, las 18 horas lectivas una quimera del pasado que seguro no volverá, la redución de tres horas a los mayores de 55 años, una utopía aún por escribir. Todo esto sin mencionar la obligación que tenemos de dignificar la profesión docente, puesto que mi vocación me ha llevado a tratar de difundir mi curiosidad a los chavales, y eso dista mucho de ser completamente y en algunas aulas, una persona que hace monólogos para un público que ni está, o alguien que tiene que sortear los retos constantes de alumnos mal criados y sin ningún tipo de educación, que deberían traer de casa, o en ocasiones, ser guardia de seguridad, mantenedor o cantante aficionado..., en fin, no me digan que no hay motivos ni información, faltan huevos (ovarios), y sobran las razones (no quiero entrar en el negocio de las oposiciones y las academias, eso da para otro artículo, o enciclopedia).
Ayer noche, con la almohada de testigo me sentí mal, triste, esto no debe seguir así, puesto que no vamos bien, tenemos que unirnos, paralizar la educación para conseguir una verdadera educación, ser cautos pero efectivos, pelear de verdad por nosotros y por los que vienen detrás, puesto que ninguna culpa tienen de nuestra necedad.Siempre quedará tiempo para quejarnos de un defecto de forma, o de una fecha "nefasta" por inadecuada, por precipitada, por poco informada. Hay que ser conscientes que los derechos que se pierden casi nunca se recuperan, cada tijeretazo, cada recorte, cada insulto a nuestra dignidad permanecerá en el tiempo, y será muy difícil de recuperar. Los profesores tenemos que recuperar esta materia, la asignatura de la solidaridad, el compromiso, la vocación, y la unión, como digo tiempo habrá para querellas internas y pugnas vacías.
Hoy ha sido una mañana larga, con un mal sabor de boca, un no saber qué está pasando en mi colectivo, en mi profesión, y un interrogante ¿hasta cuándo seguiremos "poniendo la otra mejilla"? ¿ Un día de sueldo es el precio de nuestra dignidad? Eso parece al son de los acontecimientos. En fin, reconozco que yo dudé hasta el último momento, puesto que parece que no cambia nada, todo es más cómodo si se hacen oídos sordos, todo más suave con la administración y los compañeros, pero al final, mi madre quién si no, me animó a pelear por lo que creo y me uní a la reivindación, con mis motivos, como cada uno en esta labor.
Sirva este artículo para llamar un poco a la concienciación del colectivo para seguir luchando por lo nuestro, la sociedad nos necesita unidos, no les demos la espalda. Vean que no he mencionado siquiera la LOMCE, es lo de menos, sin una Ley educativa partidista y sin consenso siguen sobrando los motivos. No quisiera acabar sin mostrar mi admiración por algunos compañeros que si secundaron la movilización, a tan sólo unos meses de jubilarse, con todo hecho en la profesión pero dando un ejemplo muy valioso a los nuevos, gracias a ellos mi decepción no es tan grande.
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