Mañana día 21 de diciembre los extremeños y extremeñas estamos llamados a votar y hoy, la víspera de tan insigne fecha, nos encontramos en jornada de reflexión. Yo he de confesar que ya he decido a quien voy a votar, y además, me voy a dar un gustazo, voy a ejercer mi derecho hacia la candidatura que más me ha llenado el corazón y la cabeza a lo largo de este atípico proceso.
Y digo que es un proceso atípico, porque estamos en Navidad, cuando generalmente estos procesos se realizan en primavera, en abril o mayo, pero cuando lo que priman son los intereses sesgados y no la voluntad general, en el sentido rousseauniano, nos vemos digiriendo el resultado de los comicios, con los niños de San Ildefonso cantando de fondo los números premiados de la lotería. A propósito de la Navidad, como ya he dicho en otras ocasiones, es una fiesta que ha perdido todo el sentido que pudiera tener en su origen. No me refiero “al Solsticio”, ni tampoco “a las Saturnalias”, quiero decir que las Navidades eran días de compartir, de disfrutar con familiares y amigos, de intentar ser mejores, aunque sólo fuera por unos días. Ahora también tienen parte de lo referido, pero observo que algunos empiezan con la decoración navideña desde el día 12 de noviembre, un mes y medio antes de la “natividad” y no es una decoración interior, como pudiera ser el típico árbol o el portal de Belén, no, en los últimos tiempos la decoración pasa por llenar las puertas de luces, muchas, y motivos decorativos diversos y variados en su recargamiento, propios, además, de la Navidad en Laponia o Alemania, rincones alejados de nuestra geografía y tradición, y todavía más alejados del buen gusto y del decoro. Me preguntó dónde queda el sentido religioso de estas fiestas, que finalmente se han convertido en una loa al mal gusto y al más absoluto consumismo. Desde luego son fechas que se hacen, por estas cosas, un tanto ominosas. Las Navidades no dejan de ser una muestra más de la sociedad vacía y superficial que hemos construido por no saber bien dónde nos encontramos y hacia dónde vamos como sociedad.
En esta jornada de reflexión también me acuerdo de las cenas de empresa, ahora que, parece ser, hay muchas más cenas que empresas en nuestro país. A nivel personal, he de reconocer que no participo mucho de los saraos que se realizan a lo largo del año, por diversos motivos, reencuentros tras las vacaciones, terapias en el desarrollo de lo cotidiano y despedidas antes de vacaciones, en un ciclo que no acaba y que pretende unir y socializar a los compañeros de trabajo. Confieso que me gusta socializar con mis compañeros cada día, tomando un café o haciendo terapia grupal sobre los sinsabores y los pequeños triunfos del día a día, que de todo hay . Pero eso no es suficiente en los tiempos que corren, la sociedad actual requiere de más, busca un modo de diversión estándar en el que debemos de participar todos y todas, independientemente de gustos o afinidades, o quizás obligaciones. Y en la que poco importa la apetencia, puesto que estoy harto de escuchar a compañeros que participan de estas reuniones, decir que van porque se han apuntado, pero que no tienen ganas, luego, una vez en el sitio, se dejan llevar y disfrutan. Claro que me gusta compartir con mis amigos y compañeros, pero a mí manera, no de forma autómata y repetitiva según los moldes del momento.
Volviendo a mis reflexiones particulares, que me están sacando un artículo de estos de "todo revuelto" he de decir, que de un tiempo a esta parte, me preocupa el problema de la desinformación, o más bien de la manipulación informativa. Esto me viene porque hay días que no sé qué opinión tengo, porque no acabo de ver la realidad en los medios de difusión ordinarios, y tengo que buscar la información real por mi propia cuenta. No hay forma de tener claridad en nuestros días, puesto que todos los medios (no todos, ya he dicho que hay algunos reductos de libertad) informan según sus intereses, por lo que generan una situación de total perversión informativa, en la cual es muy difícil tomar partido. Los grandes grupos económicos controlan los medios de comunicación, incluidas las redes sociales, lo que genera, en buena medida, que nuestros jóvenes, a los que no les ha faltado nunca de nada en la vida, se conviertan en nostálgicos de un régimen asesino como el de Franco, del que no saben nada, más allá de los clichés que algunos divulgadores a sueldo del poder difunden. Pero, ojo, esos jóvenes sólo están siendo utilizados, deberíamos ir a por los que promueven está situación, es decir, los que pagan a estos mercenarios para generar ideas y estados de opinión. Esta situación es muy peligrosa, puesto que el mundo está para pocas tonterías más, y lo que menos nos interesa ahora, a nivel global, es una nueva escalada de odio y violencia de aquellos que se convierten en profetas de la Libertad, su Libertad, y llenan la cabeza de los demás de rencor, xenofobia, racismo, aporofobia y analfabetismo. Cuidado con la reacción porque no deja de ser una herramienta del capital para seguir controlando el cotarro como llevan haciendo toda la vida. Contra esta enfermedad sólo nos queda el conocimiento, la lectura, el periodismo independiente y la educación, siempre que está última no caiga en el sectarismo, el negacionismo o la reescritura de la historia, conformando un claro ejemplo de sesgo cognitivo, en el que sólo se muestra la realidad que nos interesa mostrar y no la realidad total.
En estas reflexiones no puedo dejar de señalar que hace unos días falleció Robe, el alma de Extremoduro, y todavía no he escrito nada al respecto, y no lo he hecho por falta de ganas, sino porque ya ha habido mucha gente que lo ha hecho, y muy de Extremoduro es no seguir modas, y ser auténtico, como homenaje, me quedo con las palabras de mi amigo Manu "se está muriendo nuestro mundo" poco más que añadir al respecto, le deseamos un buen viaje a Robe, allá donde quiera que esté, y nos agarramos a todo lo bueno que nos queda, empezando por Evaristo, Rosendo, Barricada, los Suaves, Reincidentes, Marea, Sínkope, Omnia Transit ..., y muchos más que no cabrían en este corto artículo. Buena tarde, no olviden que estamos en Navidad y reflexionando, porque, al fin y al cabo, qué importa ser poeta o ser basura.