Nadie le ha cantado a la luna mejor que Federico. Esta afirmación pertenece a Emilia Llanos y se dirige al americano de origen español, Agustín Penón, o al menos, así se recoge en la novela gráfica “la araña del olvido” que acabo de leer a lo largo de los últimos días. La historia relata la investigación que durante 1955 y 1956, realizó Penón en Granada y otras localizaciones, sobre la detención y muerte de Federico García Lorca. Es una obra versada, muy bien hilvanada, llena de datos históricos y anécdotas.
A lo largo de su lectura, podemos disfrutar del ambiente, perfectamente captado de una Granada detenida en el tiempo a mediados de los años cincuenta del pasado siglo. El lector observa como un americano, hijos de españoles exiliados, acude a Granada a investigar y preguntar por el asesinato de Lorca, su genio más universal, al objeto de escribir un libro definitivo, que relate las ultimas horas del excelente escritor.
Desde el primer momento uno siente la sombra del miedo, del silencio, que poco a poco va atenazando al protagonista, y al propio lector, que observa y siente los peligros de tan ardua tarea. A lo largo de sus viñetas y diálogos, nos movemos por tascas, salones, mentideros y lupanares variados, siguiendo a Penón y a distintos personajes que tuvieron algo que ver con las últimas horas de Federico. Los hermanos Rosales, Ramón Ruiz Alonso, la Huerta de San Vicente, o la casa de la calle Angulo, serían algunos de los protagonistas y las localizaciones que se señalan en la obra y que nos permiten revivir desde nuestros cómodos sillones de lectura, los últimos y dramáticos momentos en la vida del autor del Romancero Gitano y tantas otras.
El libro muestra una serie de estampas, perfectamente logradas, en donde se puede advertir una España dividida entre vencedores y vencidos, entre los que señalan y los señalados, al tiempo que nos plantea algunos interrogantes no resueltos, como por ejemplo la relación de Federico con Emilia Llanos, que pudo ser una relación de amor, o por otra parte, el motivo de su asesinato, la política, la ideología, o simplemente la condición sexual del maestro granadino, o también, la necesidad de quedar en paz con Dios antes de morir, es decir, es cierto que rezó junto a un falangista antes de ser ejecutado. Todo ello quedará en el eco de la historia y nunca conoceremos la verdad.
Nos podemos preguntar por el sentido de la guerra y la barbarie que fracturó nuestra sociedad y que aún hoy sigue siendo objeto de debate y de discusión política, cuando debería ser un tema agotado y superado. Se consiguió algo con tanto odio. Uno siente como se le encoge el estómago, al imaginarse a un aterrorizado Federico esperando el momento final, más aún cuando a lo largo de los diálogos e impresiones recogidos en la obra, de boca de sus seres queridos y amigos incluso de algunos de sus captores, Lorca, era una persona sensible, temerosa, desprendida, buena, más allá del genio literario. Uno observa en Lorca la personificación de todos aquellos inocentes que fueron liquidados por el odio y la envidia de aquellos que necesitan un culpable a sus propias frustraciones y desencantos vitales, y aquí no hay colores, sólo sangre, analfabetismo, incultura y crueldad.
La sombra del miedo, esa telaraña que se teje junto al olvido y al silencio, hizo que el propio Agustín Penón, no fuese capaz de publicar sus anotaciones en forma de libro. Si lo hizo la actriz Marta Osorio, que recibió los materiales atesorados por el mismo Agustin Penón, de manos de su amigo común William Layton, a partir de la obra “Miedo, olvido y fantasía. Crónica de la investigación de Agustín Penón sobre Federico García Lorca (1955-1956)” y que permitió desentrañar la verdad sobre el final de Federico García Lorca.
La obra tiene mucho muchísimo más de lo que aquí se indica, y espero que ustedes lo descubran por sí mismos, dado que es de obligada lectura está “Araña del olvido”, cuyo autor, Enrique Bonet, hace un trabajo extraordinario . Buenas noches amigos.