Todas las poblaciones tienen personajes ilustres que han llevado el nombre de su ciudad o pueblo a los altares del reconocimiento y de la gloria. La Historia está llena de exploradores, marineros, médicos, científicos, descubridores o genocidas, que han (des)honrado a sus convecinos, dándoles motivos para el orgullo y la admiración. Pero dejemos estos dignos nombres a Clío y centrémonos en otros personajes, anónimos, desapercibidos más allá del plano local, pero muy interesantes e imprescindibles para...nadie, o si acaso para sus propios pueblos, a los que llenan de vida e historias.
En mi pueblo, Villazamundio de la Sirena, hay una auténtica jungla de personajes característicos, peculiares, imprescindibles para la localidad, sin ellos nada sería igual, desde luego. Pero entremos en harina.
Un personaje peculiar, pongamos que se llama José María, es increible, padece un extraño trastorno motivado por el afán de agradar y vivir una realidad que nada tiene que ver con el mundo tangible, por lo que se dedica a fantasear en público, o por decirlo de una forma menos fina, hablamos de un trolero de cojones. Tan grande es el afán de salir del mundo en el que se ha criado que sea el tema que sea, José María aporta sus propias vivencias, las cuáles son todas falsas, así si alguien en una conversación habla de la Monarquía, este afirma que conoce al Rey, vamos que toma café y pastas con el monarca. Si alguien habla de la Universidad, José María señala que don Javier (era el nombre de su maestro en la escuela pero vale para toda conversación vinculada con el ámbito educativo) les dejó hacer grafitis en la fachada de la Universidad de Salamanca, matando así dos pajaros de un tiro, por un lado impresionando a los universitarios a los que gorroneaba alcohol y por otro a los grafiteros, a los pretendía gorrear unas caladas de tabaco aliñado, todo ello en el contexto de un botellón de pueblo. Aventurero, empresario, arqueólogo, político, asesor, don Juan de "barra fija", empolvado y bujarra sin vocación, esas son una mínima parte de las credenciales de este individuo.
Al margen de la mitomanía barriobajera de José María, hay otros muchos que merecen aparecer en este escrito, aunque advierto que recoger todos los "hijos ilustres" de la población sería imposible, puesto que en Villazamundio hay potencial para financiar un viaje a Tarantino o mejor, a George Lucas, para rodar una saga mucho más prolífica que Kill Bill o Star Wars. En los últimos años ha despuntado un personaje deleznable y ruín, quien ha protagonizado por todos los mentideros locales un trio con otra pareja, además sin cortarse ni un pelo y de forma pública, todo un canto a la Libertad. Pongamos que este personaje es apodado Macaredo, y que se dedica a ...que mas da. Pues bien, hasta aquí todo normal, ninguna queja, cada uno vive su vida y su sexualidad como quiere o puede, pero nos falta un pequeño detalle en la ecuación. Macaredo se lía con la mujer de su acompañante, delante del mismo, y sin que este diga nada en absoluto, claro, porque este pobre "cornudo" es ciego, y no se da cuenta de la infidelidad de la que es objeto por parte de su amantísima pareja y el bueno de Macaredo. Entre morreo y morreo infiel, cuando el ciego tiene ganas de orinar, Macaredo le lleva de la mano al servicio, como perfecto amigo que es, y al tiempo todos lo que lo vemos sentimos ganas de vomitar. En otras ocasiones no es al ciego a quien acompaña al servicio, sino a Campanilla, su esposa, quedando el pobre hombre en la barra hablando sólo, aunque él no lo sepa.
Otro tipo interesante, además un histórico es Romualdo, un hombre que desde hace varias décadas se pasea por el pueblo, con cara de mala ostia y fumando un porrito ostentosamente. Cuenta la leyenda que Romualdo, cuando era joven fue agredido por otros chavales que le dejaron incapacitado para trabajar, aunque eso no suponga ningún obstáculo para llevar años y años arrascándose los huevos al son de buenos paseos y canutitos adormecedores del poco cerebro consciente que le queda. Este hombre frecuenta el parque de la Prostitución, y ha quemado numerosas generaciones de villazamundieses hablando de una forma misteriosa, refiriéndose a un "ellos" que nadie conoce, así tranquilamente te puede soltar "eso te digo, tío, que yo todos los cinco de mes pillo mi tela, y tengo pa mis porros, porque yo me los fumo sólo, ellos que digan lo que quieran", y así sigue, treinta años después de la supuesta paliza no ha pegado palo, y entre todos, entre tú y yo, y también ellos, le pagamos una pensioncita para que siga con sus paseos y sus canutitos, o para que compre un sello nuevo, porque además el tío colecciona sellos, manda huevos.
En fin amigos, no puedo evitar sentir cierta nostalgia de mi pueblo y de sus habitantes, al tiempo que se despierta en mi ser ese espíritu navideño propio de estas fechas, viendo tanta bondad y buenos sentimientos al mi alrededor. Otro día prometo hablar de más vecinos ilustres, todos ellos del mismo calibre que la pequeña muestra aquí descrita.
En mi pueblo, Villazamundio de la Sirena, hay una auténtica jungla de personajes característicos, peculiares, imprescindibles para la localidad, sin ellos nada sería igual, desde luego. Pero entremos en harina.
Un personaje peculiar, pongamos que se llama José María, es increible, padece un extraño trastorno motivado por el afán de agradar y vivir una realidad que nada tiene que ver con el mundo tangible, por lo que se dedica a fantasear en público, o por decirlo de una forma menos fina, hablamos de un trolero de cojones. Tan grande es el afán de salir del mundo en el que se ha criado que sea el tema que sea, José María aporta sus propias vivencias, las cuáles son todas falsas, así si alguien en una conversación habla de la Monarquía, este afirma que conoce al Rey, vamos que toma café y pastas con el monarca. Si alguien habla de la Universidad, José María señala que don Javier (era el nombre de su maestro en la escuela pero vale para toda conversación vinculada con el ámbito educativo) les dejó hacer grafitis en la fachada de la Universidad de Salamanca, matando así dos pajaros de un tiro, por un lado impresionando a los universitarios a los que gorroneaba alcohol y por otro a los grafiteros, a los pretendía gorrear unas caladas de tabaco aliñado, todo ello en el contexto de un botellón de pueblo. Aventurero, empresario, arqueólogo, político, asesor, don Juan de "barra fija", empolvado y bujarra sin vocación, esas son una mínima parte de las credenciales de este individuo.
Al margen de la mitomanía barriobajera de José María, hay otros muchos que merecen aparecer en este escrito, aunque advierto que recoger todos los "hijos ilustres" de la población sería imposible, puesto que en Villazamundio hay potencial para financiar un viaje a Tarantino o mejor, a George Lucas, para rodar una saga mucho más prolífica que Kill Bill o Star Wars. En los últimos años ha despuntado un personaje deleznable y ruín, quien ha protagonizado por todos los mentideros locales un trio con otra pareja, además sin cortarse ni un pelo y de forma pública, todo un canto a la Libertad. Pongamos que este personaje es apodado Macaredo, y que se dedica a ...que mas da. Pues bien, hasta aquí todo normal, ninguna queja, cada uno vive su vida y su sexualidad como quiere o puede, pero nos falta un pequeño detalle en la ecuación. Macaredo se lía con la mujer de su acompañante, delante del mismo, y sin que este diga nada en absoluto, claro, porque este pobre "cornudo" es ciego, y no se da cuenta de la infidelidad de la que es objeto por parte de su amantísima pareja y el bueno de Macaredo. Entre morreo y morreo infiel, cuando el ciego tiene ganas de orinar, Macaredo le lleva de la mano al servicio, como perfecto amigo que es, y al tiempo todos lo que lo vemos sentimos ganas de vomitar. En otras ocasiones no es al ciego a quien acompaña al servicio, sino a Campanilla, su esposa, quedando el pobre hombre en la barra hablando sólo, aunque él no lo sepa.
Otro tipo interesante, además un histórico es Romualdo, un hombre que desde hace varias décadas se pasea por el pueblo, con cara de mala ostia y fumando un porrito ostentosamente. Cuenta la leyenda que Romualdo, cuando era joven fue agredido por otros chavales que le dejaron incapacitado para trabajar, aunque eso no suponga ningún obstáculo para llevar años y años arrascándose los huevos al son de buenos paseos y canutitos adormecedores del poco cerebro consciente que le queda. Este hombre frecuenta el parque de la Prostitución, y ha quemado numerosas generaciones de villazamundieses hablando de una forma misteriosa, refiriéndose a un "ellos" que nadie conoce, así tranquilamente te puede soltar "eso te digo, tío, que yo todos los cinco de mes pillo mi tela, y tengo pa mis porros, porque yo me los fumo sólo, ellos que digan lo que quieran", y así sigue, treinta años después de la supuesta paliza no ha pegado palo, y entre todos, entre tú y yo, y también ellos, le pagamos una pensioncita para que siga con sus paseos y sus canutitos, o para que compre un sello nuevo, porque además el tío colecciona sellos, manda huevos.
En fin amigos, no puedo evitar sentir cierta nostalgia de mi pueblo y de sus habitantes, al tiempo que se despierta en mi ser ese espíritu navideño propio de estas fechas, viendo tanta bondad y buenos sentimientos al mi alrededor. Otro día prometo hablar de más vecinos ilustres, todos ellos del mismo calibre que la pequeña muestra aquí descrita.