Antes de finalizar este 2022, me gustaría hacer una reflexión en forma de artículo que he querido titular como "la Edad de Oro de lo grotesco". Este rimbombante título está sacado de un disco de la banda Marilyn Manson, y salvando las distancias, lo he escogido porque pretendo dar mi opinión sobre algunas prácticas culturales que se observan en nuestros días y que me parecen eso, grotescas, chabacanas, y de poco gusto.
Para empezar hemos de referir que nos encontramos en un momento del año bastante "peculiar" y es que es cierto que, al parecer, en estos días celebramos el nacimiento de nuestro "Salvador" en el portal de Belén hace más de dos mil años. Sin embargo, nada más lejos de la realidad, en estas fechas lo único que se celebra es que el capitalismo ha sido capaz de encumbrarse como el único y verdadero Dios de nuestros tiempos. Adoramos al capitalismo y todos seguimos su credo de consumismo y superficialidad. Sé puede ser más cateto que alguien que sube un vídeo o un estado mostrando lo que le ha traído Papá Noel o los cada vez menos adorados Reyes Magos. Lo que pretendía ser un tiempo de solidaridad y de compartir con familia y amigos, se ha convertido en una fiesta de postureo e individualismo. Eso sí, todos muy preocupados e indignados por la entrada de los talibanes en Kabul, o por la invasión de Ucrania. Nuestra zona de confort es amplia, calentita, segura, y nuestra capacidad de conmoción nula, poco más que un segundo efímero en la eternidad, y a otra cosa mariposa.
En estos días de gozo y alabanza se ha impuesto también una práctica que desconozco su antigüedad, aunque me temo, que no es muy alejada en el tiempo, me refiero a las cenas denominadas "de empresa", aunque se llevan a cabo en todos los ámbitos y oficios, empresarial o no. Estos acontecimientos pretenden una mayor integración entre los trabajadores de un determinado gremio, tratando de crear un posterior ambiente de trabajo más óptimo. La realidad es que las rencillas, los piques, y la mala baba propia de nuestra cultura, se multiplican en este tipo de festejos. Así podemos observar como el compañero que ha bebido más de la cuenta se convierte en la comidilla de los comentarios del resto, protagoniza vídeos con su tajada, y pasa un día regular, cuando ya, más despejado le toca regresar al curro el siguiente día hábil. Compartir, departir, disfrutar, con tus jefes y compañeros, tiene además sus riesgos, si a ello le sumamos el alcohol, el desenfreno y la inercia, puesto que jugar a ser eternos veinteañeros peinando canas y estando muy próximos al medio siglo, conduce a un lugar indeterminado, pero muy próximo al bochorno y al ridículo. Pero no hay que preocuparse por esto, no pasa nada, en la siguiente celebración otro meterá la pata y protagonizará los chascarrillos del resto, y vuelta a empezar, además, fiestas de este tipo se hacen bastante asiduamente. Entienda el sabio lector que cuando uno habla de meter la pata, no solo es en el sentido literal, el caso es meter, o intentarlo, con pareja o no, sin respetar ni nada ni a nadie, en estos tiempos somos además bastante crueles.
En otros artículos he hablado ya del black friday, del menos conocido cyber monday, o de Halloween y otras prácticas culturales ajenas e impuestas a la fuerza, y que han venido para quedarse, porque forman parte del credo consumista, y por tanto, no tienen fecha de caducidad. En los últimos tiempos he descubierto otra práctica que lleva por nombre "baby shower" y que no sé muy bien de qué trata, pero por lo que he podido comprobar lo que busca es presentar al futuro bebé, dado que todavía no ha nacido, y en algunas modalidades, dar a conocer al resto de familiares y amigos, si será niño o niña. En torno a esta celebración suele haber un convite y una entrega de regalos a los afortunados papás, vamos que de nuevo el materialismo y la superficialidad se imponen. De verdad que la tontuna generalizada de estos tiempos no deja de sorprenderme. Nos encontramos al borde de la extinción intelectual, porque con una situación crítica a nivel internacional, con una nueva Guerra Fría en ciernes, y un empobrecimiento generalizado de las clases obreras, nuestra preocupación más incipiente es juntarnos con los amigotes y celebrar un Baby Shower.
En el ámbito de la educación, del que formo parte, tampoco nos libramos. En secundaria nos hemos convertido en mantenedores de los alumnos, es decir, mi papel como profesor va mucho más allá de enseñar los principales acontecimientos históricos, está además en entretener, motivar y controlar la salud de mis alumnos, vamos unas labores que poco o nada, tienen que ver con la formación que recibimos en las facultades de filosofía y letras, o en las de ciencias, puesto que las ocupaciones de todo el profesorado, de letras o ciencias se han ampliado notablemente. En todas estas obligaciones que nos imponen solo hay una de la que no se habla, puesto que es obvia, aunque ignorada en los nuevos tiempos, y no es otra que la del ejemplo, el profesor debe ser un espejo en el que mirarse, no un payaso contratado para animar una fiesta infantil. Por otro lado, la renovación digital hace que el contacto con los padres sea constante, y algunos padres utilizan las plataformas educativas como si se tratase de un Wasap, y los mensajes no entienden de horas y requieren una respuesta al instante, sin pensar que el profesor tiene un horario, una familia, unas obligaciones y hasta una vida. Siguiendo con el papel de mantenedores y dentro de lo grotesco del artículo, los profesores debemos tener entre algodones a los alumnos, que no sufran, que no se esfuercen, que lo consigan todo sin trabajo, pero eso sí, con actitud. Ahora bien, cuando tengan dieciséis años y se puedan integrar en el mundo laboral, les abrimos las puertas del IES, les quitamos los algodones y que se busquen la vida como "la paquera", ahora sí, bienvenidos a la jungla que es la vida real. Mientras tanto les preguntamos en las sesiones preparatorias de la evaluación por la clase más divertida, o la menos densa, o qué asignatura es más aburrida, y el último día de clase, les montamos un circo en el centro para que no se aburran y pasen una mañana divertida y ocurrente. La vida no siempre es divertida, y eso también se debe educar. Por favor, debemos dignificar la educación, y sobre todo, no engañar a los alumnos, hay que mostrarles la jungla antes de finalizar los estudios, es más, debemos prepararles para sobrevivir en la misma.
Acabo aquí este artículo, que será el último del año 2022, hablando de otra noticia grotesca, pero tristemente bastante habitual, me refiero al titular del día que nos informa que Froilán, verdadero heredero de la corona española, si no se hubiesen saltado a su madre por ser mujer, se ha visto envuelto en una trifulca discotequera con navajas y puñaladas de por medio, qué más se puede pedir señores. Feliz Año.