Hoy es un día triste, para qué vamos a engañarnos. Llevo toda la jornada intentando ponerme delante del folio y desahogar mi espíritu, que se encuentra un tanto abatido. Ayer por la noche, mi amigo Rafa me comunicó que había muerto Antonio, me quedé de piedra, no me lo esperaba, no podía ser. La sorpresa de la madrugada, se ha convertido en un sentimiento de profundo pesar a lo largo de todas las horas siguientes. Está claro que no se puede disfrazar lo que uno siente, y en esta ocasión, la pena me embarga.
Antonio era un tipo peculiar, nacido en Alburquerque, su querido Alburquerque, llevaba la intemerata de años en Villanueva de la Serena, donde lo pude conocer y disfrutar en numerosas ocasiones de su compañía. Era mayor que yo, unos veinte años, pero no era óbice para compartir numerosos cafés y tertulias de las más variadas temáticas, dado que su cultura era bastante prolífica. No puedo negarlo, también fueron muchos los cigarros y cervezas que compartimos. Era un auténtico librepensador, había militado en la CNT, y siempre llevó la Libertad por bandera. No quiero que este artículo sea algo triste, Antonio se tomaba la vida un poco a broma, por ello, solo voy a referir algunas de las cosas que compartí con el maestro Robles.
En un pueblo extremeño, de poco más de veinte mil habitantes, una persona que se pasaba por el forro todo lo que pudieran pensar o decir de él, era bastante cuestionada. Si a este modo de entender la vida, sumamos, su aspecto, propio de un literato español del siglo XIX o un anarquista de la Iera Internacional, generamos el caldo de cultivo propio para la crítica de portería con mucha mala baba y muy poco contenido. Recuerdo que un día, tomando café, en el caso de Antonio, bautizado, me dijo "nos iría mejor a todos si estos tipos se preocuparan por mi vida, lo mismo que yo me preocupo por la suya". A propósito de este aspecto, los que conocimos a Antonio, sabemos que se refería a Villanueva como Salt Lake City o la ciudad del lago salado, no por la sal, sino por los mormones y su alta estima de la moralidad y la crítica constante a todo aquello que escapara de sus limitados criterios dogmáticos.
Otro aspecto reseñable es el interés que mostraba hacia todo lo relacionado con la cultura en general, por lo que era socio habitual de todas las bibliotecas que estuvieran a su alcance. Siempre le acompañaba algún libro debajo del brazo, de ahí su cultura y su saber estar. A uno le gusta leer, y suele intentar devorar todo lo que cae a su alcance, pues Antonio, siempre me llevaba unos mil libros de ventaja. Cuando en el año 2007 le pedí que me hiciese un poema para el libro que escribí sobre el "grupo de Cáceres", no lo dudó un instante, es más, escribió el poema en una servilleta, tardó tres minutos, y bueno, ahí sigue abriendo la triste historia que relata el libro. En otra ocasión me regaló un libro en el que relataba las andanzas del fundador del Partido Comunista de Don Benito, libro que conservo con agrado y que lleva por título "Manada sin jefe". Este libro lo escribió a partir de las conversaciones que mantuvo con el protagonista de la historia contada.
Son muchas las anécdotas que podría compartir aquí, que hablan de otras épocas y de otros momentos, y en los que la sabiduría mundana de Robles nos alumbraba por su mayor experiencia y vivencias. En una ocasión, me relató la historia de un agradable anciano, al que yo cedí el paso de forma educada. No me afeaba el gesto, era bastante caballero, lo que me vino a decir Antonio, es que en la vejez se suelen perdonar los desmanes y se desdibujan las realizaciones del resto de la vida, en aquel caso, refería la historia de un afable señor, que de más joven, en la dictadura, no había sido tan bueno como su imagen nos podía dar a entender.
En las redes sociales, que advierto, no me gustan nada, he disfrutado leyendo o escuchando sus aportaciones, todas de un gran nivel cultural, rompiendo el erial de postureo y pose a la que nos tienen acostumbrados estos lugares. Así los tangos se alternaban con los cantautores, Mafalda con Manolito o Forges, y de vez en cuando, alguna pullita a los que somos del Madrid, porque era atlético hasta la médula. En estas redes se veía un Robles desenfadado, que se abría en la intimidad de la multitud, y era enternecedor verlo con su nieto, el sucesor como he leído en Facebook. También eran constantes las referencias a Alburquerque, su lugar de origen, al que siempre hacía una publicidad extraordinaria.
No quiero seguir, escribir esto, me está removiendo, sólo finalizar haciendo referencia al título del artículo, a lo de "la utopía sirve para caminar", que viene de un vídeo que compartió hace bastante Antonio y en el que Eduardo Galeano explica en qué consiste la utopía, o mejor, vivir la utopía y en el que acaba señalando que por más que caminemos, la Utopía siempre estará en el horizonte, por lo que para lo único que sirve, y no es poco, es para caminar. Hasta siempre amigo, ahora eres libre para caminar hacia donde quieras. Un fuerte abrazo a la eternidad.