Mira ensimismado desde la ventana, la neblina apenas permite ver más allá del haz de luz que emiten las lámparas de gas que alumbran la calle. En la chimenea la madera crepita por el fuego, no hace mucho que han avivado las llamas. Se está cómodo en el apartamento de la calle Baker. El sonido de un violín tocado con mesurada maestría inunda la estancia, parece que así uno se concentra mejor. No le interesa la melodía, sino la capacidad del instrumento para alejarlo del tedio de la vida cotidiana. Hace meses que no encuentra ningún placer intelectual que alimente su ego, cualquier enigma que ponga a prueba su depurada capacidad deductiva. 1884 se está mostrando como un año enormemente aburrido, un par de casos menores y poco más, echa de menos alguna peligrosa aventura que le saque del marasmo en el que vive.
Tan concentrado está en sus pensamientos y en el violín que no advierte la llegada de su compañero quien no queriendo molestar, precavidamente, se sienta en el sillón y comienza a leer el periódico. El recién llegado, se retrepa en el asiento, estira los pies, ha sido un día duro recorriendo Londres de casa en casa, pasando consulta a clientes adinerados, bastante quejicas y poco enfermos, a pesar de sus protestas y lamentos. El "Strand" habla de política y sociedad, no le interesa mucho, prefiere la sección internacional, probablemente por su pasado como militar al servicio del imperio, en Afganistán, que tiempos aquellos, cuando era un joven soñador, al servicio de su Majestad, la Reina Victoria. Absorto en la lectura profiere en voz alta;
-¡Qué curiosos son estos españoles!
La música del violín cesa al instante. El apasionado interprete se percata que no está sólo, no sabe cuanto tiempo ha estado de solista delante de su "educado" compañero de piso.
- Watson, no sabía que estaba ahí. ¿A qué se refiere con lo de los españoles?
- Nada, Holmes, no se preocupe, le vi ensimismado con el instrumento y no quise interrumpir. Han sido sólo unos minutos. Estaba leyendo el "Strand", y bueno, parece ser que se han celebrado elecciones en España. Han establecido un sistema de turnos de partidos en el poder, se alternan de forma pacífica en el gobierno.
- Hasta ahí todo normal, ¿no?. Imagino que su sorpresa se debe a algún detalle que ahora mismo no alcanzo a entender. ¿Me equivoco?
- Siempre tan agudo. Si, es un sistema aparentemente normal. Un rey, un Borbón, de origen francés, cosa que no casa mucho con los españoles, sabido es que ambas naciones han tenido numerosos enfrentamientos a lo largo de la Historia. Más allá de la procedencia de la dinastía, es más significativo aún decir que el marco legal, es la Constitución de 1876. Duradera constitución para ser España, creo que son bastante asiduos a cambiar los textos legales, este parece que se está consolidado.
- Por Dios, amigo,no sabía que aparte de ser usted Doctor en Medicina fuese también un entendido en Historia española.
- Nada de eso, no se burle usted de mi, sólo es interés, probablemente porque en mi juventud estuve pasando unas vacaciones en Gibraltar, y pude conocer parte del sur español. Que calor Holmes, usted no se hace idea. Pero déjeme que le diga que me ha llamado la atención. El caso es el siguiente, en España no hay democracia, se ha establecido un sistema político inspirado en el nuestro, el británico, pero en el que se manipulan los resultados.
-¿ Cómo es eso posible?, la oposición se quejaría, es impensable que un sistema se mantenga así.
-Nada de eso, el truco está en el acuerdo que establecen los líderes de los dos partidos, hay un trato previo a las elecciones, y así establecen quien forma gobierno.
- Pero habría que cambiar los votos..., no lo veo Watson.
- Me divierte Holmes verle boquiabierto a usted, cuando suele ser al contrario. Verá, hay diversos métodos de manipulación. El más escandaloso consiste en sustituir la urna electoral real por otra manipulada...
- ¡Qué barbaridad!
- Sólo estamos empezando amigo, en otras ocasiones, al margen del pucherazo, que es como se llama este sistema, usan otros métodos. Por ejemplo, es normal que acudan a votar los difuntos, a esto le llaman, y tiene su gracia, voto de "Lázaros".
-Levántate y...vota.
-Cierto, además, también "encasillan" al candidato que debe salir y a través de un sistema jerarquizado y denominado "caciquismo", cada jefecillo local o provincial, hace su trabajo manipulando por todos los medios los resultados electorales. Por eso me asombraba con este país, que hace no tanto fue imperio, y nos dio todo lo que pudo a nosotros, los ingleses.
- Querido Watson, no me deja de asombrar, yo que pensaba que sus miras no iban más allá de nuestro insigne imperio. Verá, todos los pueblos tienen sus costumbres, sus bondades y sus lacras, nosotros no estamos para dar muchas lecciones. En nuestro Londres, se compra todo, desde opio hasta amor de talonario en el East End. Sin embargo, resulta que en nuestro imperio no existen las prostitutas, o al menos eso dicen las autoridades. De la monarquía, mejor no hablar, mis jóvenes esbirros, los "irregulares", me informan que el insigne príncipe "Albert Víctor", frecuenta la compañía de mujeres de mal vivir, algunas de ellas, infectadas de sífilis, por cierto tremendamente contagiosa, la enfermedad. Ante esto, ¿mejor un Borbón?¿quién sabe?
- Cuidado Holmes, esas palabras son peligrosas, ante todo, respeto a la Reina Victoria, sería un escándalo.
-Que ella misma se encargaría de cortar de raíz para que no llegase a la opinión pública. Se imagina, un fanático enloquecido asesinando prostitutas en nombre del imperio. Que cosas.
La conversación se ve interrumpida por la entrada de la Señora Hudson en la habitación, rápidamente informa que un señor, aparentemente muy nervioso está en la puerta y requiere los servicios del Señor Holmes. Automáticamente el Detective, mira a Watson dándole a enteder que se ha acabado la conversación, al tiempo que enciende su pipa, ahora es Holmes quien se acomoda en el sillón, e inhala una amplia calada. Conforme expira el humo le dice a la señora Hudson.
-Hágale pasar, veamos que nos cuenta el Inspector Lestrade.
Al tiempo que entra en la estancia el nuevo visitante...
-Pero, ¿cómo ha sabido qué era el Inspector?
- Cada uno sabe de sus cosas, amigo, cierre la boca, ahora la abre usted.
Tan concentrado está en sus pensamientos y en el violín que no advierte la llegada de su compañero quien no queriendo molestar, precavidamente, se sienta en el sillón y comienza a leer el periódico. El recién llegado, se retrepa en el asiento, estira los pies, ha sido un día duro recorriendo Londres de casa en casa, pasando consulta a clientes adinerados, bastante quejicas y poco enfermos, a pesar de sus protestas y lamentos. El "Strand" habla de política y sociedad, no le interesa mucho, prefiere la sección internacional, probablemente por su pasado como militar al servicio del imperio, en Afganistán, que tiempos aquellos, cuando era un joven soñador, al servicio de su Majestad, la Reina Victoria. Absorto en la lectura profiere en voz alta;
-¡Qué curiosos son estos españoles!
La música del violín cesa al instante. El apasionado interprete se percata que no está sólo, no sabe cuanto tiempo ha estado de solista delante de su "educado" compañero de piso.
- Watson, no sabía que estaba ahí. ¿A qué se refiere con lo de los españoles?
- Nada, Holmes, no se preocupe, le vi ensimismado con el instrumento y no quise interrumpir. Han sido sólo unos minutos. Estaba leyendo el "Strand", y bueno, parece ser que se han celebrado elecciones en España. Han establecido un sistema de turnos de partidos en el poder, se alternan de forma pacífica en el gobierno.
- Hasta ahí todo normal, ¿no?. Imagino que su sorpresa se debe a algún detalle que ahora mismo no alcanzo a entender. ¿Me equivoco?
- Siempre tan agudo. Si, es un sistema aparentemente normal. Un rey, un Borbón, de origen francés, cosa que no casa mucho con los españoles, sabido es que ambas naciones han tenido numerosos enfrentamientos a lo largo de la Historia. Más allá de la procedencia de la dinastía, es más significativo aún decir que el marco legal, es la Constitución de 1876. Duradera constitución para ser España, creo que son bastante asiduos a cambiar los textos legales, este parece que se está consolidado.
- Por Dios, amigo,no sabía que aparte de ser usted Doctor en Medicina fuese también un entendido en Historia española.
- Nada de eso, no se burle usted de mi, sólo es interés, probablemente porque en mi juventud estuve pasando unas vacaciones en Gibraltar, y pude conocer parte del sur español. Que calor Holmes, usted no se hace idea. Pero déjeme que le diga que me ha llamado la atención. El caso es el siguiente, en España no hay democracia, se ha establecido un sistema político inspirado en el nuestro, el británico, pero en el que se manipulan los resultados.
-¿ Cómo es eso posible?, la oposición se quejaría, es impensable que un sistema se mantenga así.
-Nada de eso, el truco está en el acuerdo que establecen los líderes de los dos partidos, hay un trato previo a las elecciones, y así establecen quien forma gobierno.
- Pero habría que cambiar los votos..., no lo veo Watson.
- Me divierte Holmes verle boquiabierto a usted, cuando suele ser al contrario. Verá, hay diversos métodos de manipulación. El más escandaloso consiste en sustituir la urna electoral real por otra manipulada...
- ¡Qué barbaridad!
- Sólo estamos empezando amigo, en otras ocasiones, al margen del pucherazo, que es como se llama este sistema, usan otros métodos. Por ejemplo, es normal que acudan a votar los difuntos, a esto le llaman, y tiene su gracia, voto de "Lázaros".
-Levántate y...vota.
-Cierto, además, también "encasillan" al candidato que debe salir y a través de un sistema jerarquizado y denominado "caciquismo", cada jefecillo local o provincial, hace su trabajo manipulando por todos los medios los resultados electorales. Por eso me asombraba con este país, que hace no tanto fue imperio, y nos dio todo lo que pudo a nosotros, los ingleses.
- Querido Watson, no me deja de asombrar, yo que pensaba que sus miras no iban más allá de nuestro insigne imperio. Verá, todos los pueblos tienen sus costumbres, sus bondades y sus lacras, nosotros no estamos para dar muchas lecciones. En nuestro Londres, se compra todo, desde opio hasta amor de talonario en el East End. Sin embargo, resulta que en nuestro imperio no existen las prostitutas, o al menos eso dicen las autoridades. De la monarquía, mejor no hablar, mis jóvenes esbirros, los "irregulares", me informan que el insigne príncipe "Albert Víctor", frecuenta la compañía de mujeres de mal vivir, algunas de ellas, infectadas de sífilis, por cierto tremendamente contagiosa, la enfermedad. Ante esto, ¿mejor un Borbón?¿quién sabe?
- Cuidado Holmes, esas palabras son peligrosas, ante todo, respeto a la Reina Victoria, sería un escándalo.
-Que ella misma se encargaría de cortar de raíz para que no llegase a la opinión pública. Se imagina, un fanático enloquecido asesinando prostitutas en nombre del imperio. Que cosas.
La conversación se ve interrumpida por la entrada de la Señora Hudson en la habitación, rápidamente informa que un señor, aparentemente muy nervioso está en la puerta y requiere los servicios del Señor Holmes. Automáticamente el Detective, mira a Watson dándole a enteder que se ha acabado la conversación, al tiempo que enciende su pipa, ahora es Holmes quien se acomoda en el sillón, e inhala una amplia calada. Conforme expira el humo le dice a la señora Hudson.
-Hágale pasar, veamos que nos cuenta el Inspector Lestrade.
Al tiempo que entra en la estancia el nuevo visitante...
-Pero, ¿cómo ha sabido qué era el Inspector?
- Cada uno sabe de sus cosas, amigo, cierre la boca, ahora la abre usted.