Vistas de página en total

domingo, 27 de enero de 2019

Mentiras "deluxe"

Podría comenzar diciendo que "vamos a contar mentiras", como dice la canción, sin embargo, este artículo no trata exactamente de eso, hablaremos de la mentira, pero en un sentido muy distinto, vinculada al calor que nos da su cobijo en momentos de duda, de desamparo o de auto convencimiento. Es cierto que en algunos casos no denominamos a tal concepto como tal, como mentira, preferimos hablar de fe, de esperanza, de entrega, o hasta de lucha, a lo largo de las próximas lineas trataré de escudriñar estos aspectos. 
El otro día, por la calle me crucé con dos monjas, no se si es signo de mal agüero o de buena chanza, el caso es que sucedió, que me eliminen los dioses si es que miento. Además no queda la cosa ahí, una de ellas era anciana y blanca, la otra joven y de color, probablemente latinoamericana, sabemos de sobra que la Iglesia pierde vocaciones en Mundo Subnormal, y suple la falta con gente de más allá del charco. El caso es que la monja de menor edad iba a paso raudo, sonriente, encantada de la vida, bueno, así es como yo me la cruce por la calle, y frente a esa alegría vital, mi nubarrón racionalista se quedó sorprendido, y me dije a mi mismo, que valor tiene esta gente, entregan su vida en nombre de la fe, de la creencia, de una vida más allá de la Parca. Como siempre viene la duda cartesiana, y nos preguntamos, y si todo esto es mentira, si no existe nada más que este mundo que nos toca. Se trataría de vidas entregadas a una causa inútil, sin embargo, es esa mentira la que les permite ver un cierto sentido divino a un accidente de tráfico, a una violación, o a que un pequeño sea arrebatado de la vida por un pozo ilegal y maldito. Si, si, ya se lo del libre albedrío, pero eso funcionaría con adultos, no con niños inocentes, o con animales irracionales, que también sufren las calamidades de este mundo injusto. No podemos engañarnos, la fe, que puede que tenga mucho de auto engaño, nos da calor y nos mima, ante este invierno constante que es el día a día. 
Hay otra faceta en el engaño que nos aportan las religiones, aquel que se resguarda en la entrega de una pequeña limosna para alimentar al monstruo de nuestras propias conciencias, de nuestra inacción por cambiar la realidad actual, bárbara, desigual, irracional, pero mantenida por espurios intereses económicos de todo tipo. El "buen" cristiano que responde al patrón de "fariseo" al estilo de las Sagradas Escrituras, que se persigna, se confiesa, comulga y entrega cinco céntimos de propina en la parroquia, a la par que pone verde al vecino, envidia a la vecina, aguza la vista desde la mirilla, y taladra con la mirada a todo aquel que no cuadra con sus cortos parámetros de beatería barata. Este tipo de personas viven una tremenda mentira, al pensar que cumplen con los designios de su dios, pero sólo compran lo superficial del mensaje (incienso y rosarios incluidos), y así todo sirio es un potencial terrorista, o todos los marroquíes, los moros, son gente de mal vivir, obviando entre otras cosas, que el propio Jesús, era palestino de nacimiento y judío de religión. Sepulcros blanqueados, hipócritas, que vivís en la mentira y a sabiendas que antes entra un camello por el ojo de una aguja que un rico en el reino de los cielos.
No es el mismo tipo de mentira, pero también la realidad que crea genera consuelo a sus acólitos, y los engaña en el quehacer de sus labores. Hablo en este momento de las militancias en los partidos políticos, generalmente de izquierdas, pero valen de cualquier tipo de ideología. Así, alguien que milita en un partido supuestamente obrero hace campaña para luchar en contra de las desigualdades, en pro de la emancipación de la clase trabajadora, pelea por un mundo mejor, coloca carteles y hasta defiende a sus líderes (cuidado, que no afirmo yo, que todos los sean) en tertulias, cafés y tabernas de todo pelaje, llegando incluso a la refriega, ya saben ustedes, que en España se puede hablar de todo, menos de fútbol, religión y política. A razón de lo anterior ya sólo me queda un tema para no volver hablar en un tiempo, lo prometo. Sin embargo, en nuestra democracia hace mucho que los partidos dejaron de hacer caso a sus siglas, es más, hasta sucede lo contrario, si un partido asegura ser democrático, probablemente le falten algunos puntos para conseguirlo, o si los estatutos rezan la condición republicana, no es óbice para apoyar a un rey, o a dos. Eso señores lo sabe todo el mundo, los partidos son máquinas electorales, gigantes en busca del poder, y los militantes de los mismos hace tiempo que dejaron de luchar, sólo se hace en beneficio de los intereses propios. Si en el Ayuntamiento colocan a los míos, colocan a los obreros, colocan a los buenos. No, te han enchufado, al menos intenta ser eficiente, y saber que estás ahí haciendo trampas, trabaja compañero.
En fin, esto no da para mucho más, hemos estado trece días agarrados a la fe, a la mentira colectiva que nos daba sosiego, el pequeño no podía morir en ese pozo, la vida no puede ser así, pero nos engañábamos en vano, para no afrontar la triste realidad, y finalmente, la historia ha acabado muy mal, como otras muchas veces. Vivimos bien con nuestras mentiras, con nuestras verdades, afuera de las mismas, hace mucho frío, es propio de la condición humana. Quizás tendríamos que abrigarnos y salir fuera, paliar el frío, mejorar el mundo. Ya empieza el partido del domingo, les dejo señores, ahí tienen el tercer asunto vedado, el fútbol. Que tengan una buena semana. 

domingo, 13 de enero de 2019

El paseito...

Después de los atracones navideños, y probablemente porque no tenía nada mejor que hacer, el otro día,  decidí dar un paseito por la ciudad. Badajoz es una ciudad que se debe conocer a pie, no es una urbe, esas cosas no existen en mi Extremadura, pero el trasiego diario se suele hacer en coche, y al volante se pierde parte del encanto del lugar, que no es poco, créanme. 
En mi deambular fui testigo de la pugna que se abre estos días en "mundo subnormal" entre la resistencia que trata de mantener el alumbrado navideño, las estampas del niño Jesús en sus ventanas, y demás vestigios del ya pasado simulacro de paz y alegría que supone la navidad, y por otro lado, los mil carteles que anuncian el inicio de las Rebajas, y recrudecen la ya de por sí terrible cuesta de enero. No se porque me da la impresión que en nuestro país la cuesta es constante, con pocas etapas llanas, siguiendo el símil ciclista. 
Casi como un autómata dirigí mis pasos hacia la zona vieja de la ciudad, la de calles intrincadas, donde se masca la historia en el aire, cada esquina susurra semblanzas de un pasado remoto y no tan remoto, cada recoveco refiere algún amorío prohibido, y cada balcón ha sido testigo de mil traiciones y conjuras.  Iba inmerso en mis pensamientos, entre desamortizaciones y cambios de gobierno, entre moderados y progresistas, entre Narváez  y Espartero, elucubraciones estas, derivadas de mi dedicación a la docencia cuando comencé a fijarme en algunos detalles que me rodeaban, y que me dieron el combustible necesario para el artículo que tiene usted delante de sus ojos.
En primer lugar me encontré con un muchacho joven, no mas de 18 años, acompañado por su padre, charlaban tranquilamente, pero al pasar por una iglesia, y probablemente derivado de la imagen del "cristo" en la pared, el chaval se persignó devotamente, al menos tres veces. Yo seguí mi camino, ni me inmuté, pero mis pensamientos, hasta ese momento el el siglo XIX, volvieron de repente al presente. Sinceramente tengo que reconocer que me llamó la atención, quizás porque estemos más acostumbrados a ver manifestaciones religiosas en personas de más edad, y no en gente tan joven. A partir del gesto religioso, y con el "ojo antropológico" puesto en marcha, llegué a la conclusión que el tipo fuera cofrade, y que participase con ahínco en las procesiones, portando alguna imagen. Es curioso, a los que nos falta fe, nos llama poderosamente la atención que haya gente, incluso muy jóvenes, que siguen atraídos por la religión y los dramas sociales que se desarrollan en torno a la Iglesia y su sistema de dominación. No se porqué me extraño de esto, la verdad, puedo dar testimonio de alumnos con una tremenda fe en las imágenes religiosas, fe cercana al fanatismo que da la incultura, y muy poco o nulo empeño en otras materias no tan sacras pero si imprescindibles como la Historia o las Matemáticas. 
Seguía con mis reflexiones internas, caminando sin rumbo fijo, cuando observe otra situación. En este caso se trataba de un niño de no más de 11 años, acompañado en este caso por su abuela, digo yo que fuera su abuela, al menos por la edad eso parecía. Venían de algún centro educativo, o cualquier academia de idiomas, refuerzos, ballet o vete a saber tú de dónde, dada la cantidad de tareas que tienen que tener ocupados a los niños hoy en día, mañana o tarde, para que los padres puedan respirar, no se engañen, cada vez se estudia menos. Deduje esta realidad por la mochila, y lo que me indignó, fue que la misma la llevaba la abuela, es cierto que tenía ruedas, pero tiraba de la misma la abuela, mientras que el niño, con cara de pánfilo no hacía ni el más mínimo esfuerzo por ayudar a la afanada señora. El mundo al revés me dije. Cincuenta años o más separan a la abuela del nieto, medio siglo en el que hemos pasado de empezar a trabajar con 9 años y con muchas carencias vitales, a una vida regalada, que hace que los niños no valoren nada y no sean capaces ni de plantearse la anormalidad y también amoralidad de situaciones como las descritas. No se trata de que la gente del siglo XXI, viva como la del siglo XIX, pero debemos hacer un esfuerzo por dejar de sobreproteger e intentar educar gente "independiente" y preparada para la "jungla" a la que deberán hacer frente en pocos años. 
Emprendía el camino de regreso a casa, dando vueltas a lo vivido, cuando,  en otra zona, donde las "ofertas" le ganaban definitivamente la batalla a los "Reyes Magos",  pude observar,  otra desagradable circunstancia que pone de manifiesto lo retorcidos que somos y el poco tiento que tenemos para con nosotros mismos. Resulta que el problema de aparcamiento es algo endémico en Badajoz, al igual que en todas las ciudades, donde un millar de personas se esfuerzan en ir a una calle de tiendas en coche intentando encontrar un lugar donde depositar el auto mientras pelan sus tarjetas al son de promociones cansinas y eslogan vacíos, pero convincentes. El caso es que un conductor, con toda su jeta, llegó a toda velocidad, y aparcó su utilitario, con tanta desgana o mala leche, que no introdujo el vehículo de forma vertical entre las líneas, sino de forma "quasi" horizontal, haciendo que el espacio que quedaba para otro aparcamiento se perdiese, y sucesivamente el resto de coches que aparcaron  en la fila, tuvieron que seguir el patrón del mastuerzo inicial. Digo yo, qué nos costará hacer las cosas bien, pensando un poquito en los demás, y viendo lo que molesta que nos hagan esas "jodeuras" a nosotros, que todos hemos pasado por alguna situación semejante. 
En mi deambular por la ciudad, oxigené mi cuerpo y preocupé  mi ánimo, puesto que me embargó la sensación de vivir una vuelta al medievo, donde la sociedad era supersticiosa y crédula, donde había quienes tiraban del carro de una minoría que tenía por suerte haber nacido en una cuna aristocrática, donde la violencia era la norma, y la solidaridad algo que sólo existía en las historias de juglares o cuentos de niños. Han pasado cientos de años de aquella realidad, pero parece que no estamos muy lejos de sus ecos, y volvemos a sus parámetros intelectuales y comportamentales, olvidando lo que ha costado llegar a una sociedad que con sus "enormes" fallos permite que podamos vivir en libertad, aunque ésta esté siempre atenazada por el libertinaje y la barbarie. 
En poco tiempo estaba en casa, crucé el portal, y a resguardo en el ascensor, el espejo del mismo me devolvió a la realidad y me sacó de mis pensamientos, delante de mí, reflejado, vi mis arrugas incipientes y el pelo cano, ya casi más que las que en su día tuviese mi padre. No se porqué me vino en ese momento a la cabeza el comienzo de la "Divina Comedia", en la que el genio florentino decía estar en la mitad de la vida, tenía 35 años, yo 40, probablemente y salvando las distancias también en la mitad del camino, y al igual que Dante "en una selva oscura" me encuentro. ¿Qué piensan ustedes?. Buena noche amigos.