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miércoles, 31 de octubre de 2018

El Tren de los abandonados.

El hecho de ser la región más pobre del país hace que algunas situaciones terribles pasen desapercibidas en el resto del territorio. Bueno, ya sabemos que en España de lo único de lo que se habla es de la esquina nororiental del país, a la que tampoco vamos a  dar más bombo aquí, por aquello de no hartar al personal. Como habrá comprobado el ávido lector de lo que quiero hablar, o rajar como me dicen algunos, es de la situación del ferrocarril en Extremadura. Ardua tarea, por cierto.
Ya he mencionado en otras ocasiones que en nuestra comunidad tenemos tramos de vía de los años 20, del pasado siglo, si señores, travesaños y raíles de tiempos del dictador, no Franco, antes aún, Primo de Rivera, don Miguel, que también fuese padre de José Antonio, el chico guapo que fundase Falange, pero eso es otra historia. El caso es que raro es el día en que no hay una avería en el tren que atraviesa la región y llega a Madrid, con el consabido cabreo del personal y el cachondeo generalizando en el resto del solar patrio. La cosa ha llegado a tal punto que incluso el Ministro de Fomento se ha atrevido a montar en el tren y ver si es cierto lo que cuentan, y en Extremadura,  siguen como en tiempos de la diligencia o del "pony express" que atrevesase el desierto en tiempos del Far West. La cosa no fue muy mal del todo, y parece ser que el valiente ministro llegó sano y salvo al objetivo, rebajando las quejas sobre dicho medio de transporte y prometiendo mejoras que no creemos que vengan así como así. 
Obviar a Extremadura es algo que viene siendo un clásico desde hace siglos, olvidada desde fuera y vilipendiada desde dentro, porque poco hacemos, y me incluyo yo mismo por mejorar la situación de nuestro territorio. Lo de los políticos en Extremadura es un caso, no se ponen de acuerdo ni en el color de la "caca"  y se arrojan los trastos unos a otros con cualquier motivo que de rédito electoral a sus propios intereses, dejando de lado el futuro de la región. Había que plantarse en serio, o nos dais un tren digno e igual al del resto de comunidades que vertebran el conjunto nacional o liamos un pollo de miedo. Creo, y es una triste realidad, que siendo mansos poco caso nos van a hacer. No se trata de otra cosa que de ser un poco radicales, por una vez en nuestra historia, y plantarnos, hacer frente al abandono con movilizaciones, cortes de vías o carreteras, que un poco mejor están y hacer ver que no se puede seguir así con nuestra Extremadura. Es cierto que no somos muchos, poco más del millón, pero nuestro territorio es grande, y con gran riqueza natural, por cierto nada contaminada, de no ser por centrales nucleares que dan energía a otros territorios, porque aquí no gastamos ni para un cuarto de central. 
Uno se cansa de ser el culo de Europa ante la complicidad de todo el estado español, me río yo de los que dicen que "España nos roba", coño a nosotros si que nos están robando, el futuro, la posibilidad de ser una comunidad atractiva, de progreso, no la cantinela de siempre, una región pobre, de interior, sin infraestructuras, y eso..mansos.No podemos dejar de protestar con todas nuestras fuerzas, de la mejor manera que podamos, eso sí, unidos, dejando las pugnas por las migajas de lo que no quieren en España y reclamando progreso. Eso me temo que pasa por algo más que por poner una charanga en Madrid y pasear cada dos años con la bandera extremeña, silenciados, consiguiendo medio minuto en el telediario nacional. El pasado 8 de septiembre, me quede de piedra viendo en Canal Extremadura el programa con motivo  del día de la región, del día de Extremadura. En la pequeña pantalla sacaban el acto que se celebró en Guadalupe, y sinceramente, me dieron ganas de vomitar. ¡Que barbaridad! pensé, pero de qué están hablando estos tíos, pues si, hablaban de los sesenta trajes que tiene la virgen, y del bordado de los mismos. Todos los alcaldes de la región en el monasterio, los presidentes de las diputaciones, el presidente de la Junta de Extremadura, buena parte de la rancia curia, arrimados, fieles y peregrinos, allí concurridos, y ...en la tele, hablando de la virgen de Guadalupe y sus trajes, pero que vergüenza, de verdad. No podíamos haber hecho algo reclamando un tren digno, celebrando el día en Madrid, y dando un poquito de espectáculo, para simplemente transmitir que no estamos muertos, que existimos. Que salió del día de la región, pues que dependemos de la diócesis de Toledo, ni para eso existimos, y nuestros representantes se sacaron un viaje a Roma para hablar con el Papa, y solventar dicha afrenta, que ojo, no digo que no lo sea, pero me temo que no es prioritaria en comparación con lo que estamos hablando. Cuídate de los mansos.
Pues nada, poco más que decir, insistir en lo dicho hasta ahora, no podemos dejar de pelear, la pugna debe ser seria, comprometida, con algo de ruido, y no cejar en el empeño, no olviden, queridos lectores, que a lo largo de la historia, nadie cede nada, las cosas se consiguen a lo bruto, eso si, con cierto tiento, o como dijera el maquiavélico Bisrmack, golpear con puño de hierro y guante de seda, pero, en fin, señores golpear... El tren de los abandonados llegará a Madrid, parece ser, el día 18 de noviembre, allí estaremos, por Extremadura, por todos nosotros. Que tengan un buen día.  

lunes, 20 de agosto de 2018

Gazpacho Nacional

"Españoles son aquellos...que no pueden ser otra cosa", lapidaria frase que pronunciase Cánovas del Castillo cuando se planteaba la redacción del primer artículo de la Constitución de 1876, aquella que amparase el turnismo político y también el caciquismo, prácticas que por otra parte, siguen vigentes a día de hoy. Es cierto que somos incorregibles, como pueblo y como país, que son dos cosas distintas, dado que no aprendemos de los errores del pasado e incidimos en los mismos males que ya en el siglo XVI quisieron solventar los "arbitristas" y el en el XIX los "regeneracionistas". Estos problemas no son otros que un nivel cultural bochornoso, una clase política arribista y endogámica, una falta de compromiso y de objetivos compartidos, aderezado todo ello, con un alto grado de desconocimiento de lo que ha sido nuestro pasado y del que en buena medida depende nuestro pobre presente. 
Un error común, a mi entender, es considerar España como un territorio unificado por distintos elementos integradores tales como la lengua, o la religión, puesto que siempre han convivido tanto idiomas como credos, en mayor o menor grado de animadversión. A nivel territorial, la España que algunos quieren ver ha sido tan sólo una quimera, puesto que es cierto que las Españas fueron imperio antes que país, y así lo entendieron sus monarcas, desde los Reyes Católicos hasta Felipe II, e incluso el primer Borbón, mantuvo en esa España, privilegios territoriales a los que apoyaron su candidatura en la terna contra el austriaco, sin que eso supusiera problema alguno. España no se puede romper, siempre ha pervivido con muchas costuras que engrandecen nuestro pasado como muestra de convivencia política, territorial, lingüística o cultural. Sin estos resortes es difícil entender España. Ahora bien, cuidado con malas interpretaciones, así desde el mismo momento en que todos aceptamos un marco de convivencia común que llamamos reino de España, y nos guiamos por un texto constitucional aprobado en 1978, se deben compartir esfuerzos en pro de este contrato, y no tirar cada parte hacia el lado de sus intereses propios  obviando ese compromiso común. El nacionalismo está destrozando el "abrazo" del 78, convirtiéndose en negocio para unos pocos y lavado de cerebro para mastuerzos con ínfulas de grandeza y altas dosis de incultura. Aunque he de reconocer, como extremeño que soy, que el invento nacionalista del siglo XIX, ha sido tremendamente rentable para las mal llamadas "comunidades históricas", o periféricas, que se han nutrido y enriquecido al tiempo que territorios como Extremadura han sido ignorados, olvidados, vejados por todos, incluso por los propios extremeños, siempre.
A día de hoy, agosto de 2018, vivimos tiempos inciertos, la Moncloa está dirigida por Pedro Sánchez, que ha llegado a la misma por la primera moción de censura que ha triunfado en toda la historia de la no muy longeva democracia española. Tras los gobiernos de Felipe González y José Luís Rodríguez Zapatero, el socialismo español alcanza de nuevo el poder, en este caso por la puerta trasera, con poco apoyo parlamentario y demasiados préstamos que devolver para mantener el sillón presidencial. El presidente "ocupa" como le llaman en algunos mentideros de la capital, preside un gobierno inestable abocado a dar golpes de efecto y hacer malabarismos para no caerse con todo el equipo. Todos aquellos que apoyan al nuevo gobierno, legal, pero sin pasar por las urnas, exigen el pago de sus apoyos, y como siempre, determinados territorios, aquellos con representación en Madrid, serán beneficiados, y por contra, también los de siempre, obviados. Hay que cambiar el sistema electoral que da cabida a partidos nacionalistas cuyo único objetivo es sacar tajada del estado  en beneficio propio en detrimento de otros territorios libres de ser "históricos", a pesar de Emerita Augusta, el reino Aftasí, Maltravieso o Cancho Roano.  
Parte de este lodazal patrio viene generado por un proceso de Transición que no fue tan idílico como nos han contado, en el que los políticos que participaron en el mismo se movían por los mismos intereses que los actuales, es decir, cuotas de poder e influencia, sillones, y millones, en pro de la democracia, y en la que "el pueblo" fue dejado de lado, como siempre, sabiamente aconsejado por tan insignes personalidades, que alumbraron una Constitución moderna, democrática, pero también con un enorme desequilibrio territorial, y cerrando por la puerta falsa un proceso de conciliación colectiva, que no se ha dado, perviviendo gran parte del cisma del 36, y de los cuarenta años de fractura franquista. Por supuesto que los generales franquistas lo siguieron siendo en 1976, igual de cierto que los  comunistas no se hicieron demócratas después del "pelucazo" de Carrillo, o que  los socialistas tuvieron que aprender su propia ideología después de cuarenta años de vacaciones, que dijeran sus rivales políticos. 
En este panorama, aquellos que en octubre del 75, aclamaban a voz en grito al caudillo en la Plaza de Oriente, se hicieron dos semanas después monárquicos hasta el tuétano, como si aquello de ser republicano fuese de pobres, o de apostatas empeñados en violar monjas y quemar templos. Después de casi cuatro décadas de Monarquía Parlamentaria, los que pensamos en una España republicana, seria, pujante, moderna, y de futuro, nos encontramos con que nuestro principal adalid y apoyo, son los propios reyes, en concreto, el emérito Juan Carlos de Borbón, que dejó de ser el Breve, para montarse en una moto y dilapidar dinero de los españoles, en fiestorros, cacerías y amantes oficiales, al son de Viva la Democracia. ¡Que gazpacho de país!
Mientras nuestros dirigentes se broncean, siempre por y para los españoles, el tema de moda en los medios de comunicación es Cataluña, en un mes, cuando se inaugure el curso político, seguirá siendo Cataluña, si no el País Vasco, y en Extremadura nos manifestaremos por un tren digno en Madrid, el 8 de septiembre día de nuestra región. ¿Conseguiremos algo?, pues pasar el día en la capital y asombrarnos con las maravillas de la técnica, viendo escaleras mecánicas que se mueven solas, y extraños trenes que no se paran y discurren por debajo del suelo, metros los llaman. Fuera de la broma, poco conseguiremos, no tenemos representación en Madrid, no sabemos protestar, y nuestros dirigentes regionales son planos, flojos, blanditos, y yo diría que hasta cortesanos. 
No se puede entender un país de progreso con una mitad a 100 revoluciones y otra a 25, tan sólo es concebible si el tinglado que hemos montado necesita para controlar al conjunto el apoyo de las partes privilegiadas, conformando un monstruo que acabará por deglutir al resto. Un ejemplo sirve gráficamente, de Cataluña se marchan miles de empresas, tiene más de seiscientas mil,  en Extremadura tenemos unas setenta mil, poco que comentar. 
Para finalizar me gustaría hacer una pequeña reflexión hacia aquellos que defienden periodos del pasado sobre la actual y poco justa democracia del presente, que al menos no mata, todos, en nombre de la monarquía, de la nobleza, del terrateniente, del cacique, o de la red clientelar del Ayuntamiento, todos digo, han contribuído al atraso de nuestra región, es hora de agarrar el toro por los cuernos, hemos de formarnos, y gritar muy fuerte para tener cabida en este gazpacho patrio, al menos para  ser un ingrediente indispensable en el mismo, o si no, romper todo el recipiente.  Que tengan buen día.

miércoles, 17 de enero de 2018

El Mercado del Nacionalismo

No sabía muy bien qué título poner a este escrito, y les explico a qué me refiero con esta duda de partida. En los últimos meses la situación, ya de por si anómala, en el funcionamiento de la política patria, ha degenerado en un esperpento que ya quisiera el bueno de Valle Inclán haber vivido. No me quiero referir desde aquí a la situación de Cataluña, es precisamente querer combatir a este nacionalismo de mercado, pesetero e interesado el motivo que gesta este artículo y no sólo me refiero a los que viven del negocio catalán, sino también al resto del país, abanderado por los medios de comunicación, que siguen el cuento a este hartazgo generalizado. Es un verdadero coñazo poner cualquier medio de comunicación en este puñetero país, a todas horas, todos los días, la misma cantinela, el asunto del nacionalismo  catalán que nunca se acaba y que se ha convertido en el heredero del nacionalismo vasco, que copó los anteriores cuarenta años de la "actualidad" nacional. 
Lo que pudiera tener de interesante este asunto, ha devenido con el abuso, en una situación cómica que aburre, cansa y harta al resto de los que formamos parte de este trozo de tierra y sentimientos encontrados que llamamos España. En nuestro país, nos encontramos una serie de territorios, que jamás, (y es jamás en su más rotunda contundencia) salimos en medio de comunicación alguno, y la verdad, que sólo se hable de los mismos siempre, sin posibilidad de conocer otras realidades, más allá de este nacionalismo cutre, idiota y de mercadeo es molesto, ofensivo y hasta, si me permiten, triste. Al resto de España, nos la pela, y siento el término vulgar, pero no negaran que expresivo en su verbalización, que Cataluña haga  tal cosa o deje de hacerla, a mi, como extremeño, lo que me interesa es que mi tierra siga adelante, que tengamos un tren digno, que recibamos más turismo, que el paro baje, que se cobre más, que la distancia con el resto de España, fruto del caciquismo y el abandono se reduzca, que la universidad extremeña mejore, que mis gentes se formen y luchen por lo nuestro, que es lo del conjunto del país, que seamos por una vez vanguardia,  y representemos algo en el país. Todo esto pasa por dejar de hablar tanto de algunos territorios y empezar a mostrar otras realidades que vayan más allá de la esquina nororiental ocupada por Cataluña, diluyendo, no obstante,  las cortinas de humo que vienen bien a vividores, medios de comunicación  y políticos. Hay que apoyar, no tanto con subvenciones y miserias, sino mostrando en  los medios de comunicación las potencialidades de aquellos territorios hoy vedados y excluidos.
La culpa aquí no sólo es de los que viven de la pantomima excluyente del rancio nacionalismo catalán, que es un vano empeño en no querer ver más allá de su propia nariz, puesto que todos, catalanes, extremeños y hasta vietnamitas de cuarta generación, pertenecemos al genero humano y nos diferenciamos muy poco unos de otros. Lo que sea ir más lejos de tamaña verdad, es rizar el rizo y construir diferencias donde no existen, al abrigo de la pela, que es como los pelos del culo, digan lo que digan abrigan. El Nacionalismo catalán ,planteado como esta a día de hoy, no es bueno ni para Cataluña, ni mucho menos para España Por ello, yo quiero que en este país se tenga en cuenta al menos a otros 35 millones de españoles silenciados en los medios de comunicación. Que hartazgo coño. Entiendo que hablar de la situación de Extremadura, región pobre, bastante poco habitada, donde no hay mucho granero electoral, es menos rentable que hacerlo de otros lugares, pero oigan, aquí también tenemos nuestras necesidades, en algunos casos muy superiores a las del resto de lugares, por ser tierra, de todos es sabido, de latifundio, señoritos y miseria, paliada en gran parte en los últimos años democráticos. Pero aún así, Extremadura es Extremadura, y debemos seguir peleando por existir, por tener la importancia que se tuvo en tiempos de Roma, o con los musulmanes. No se puede vender el tema de la peculiaridad de un territorio como aspecto para querer recibir más que el resto, como hacen los mercaderes del nacionalismo, porque si esto es así, más peculiaridades que Extremadura no se tienen en la mayoría del país.
Hemos convertido todo asunto de actualidad en un completo espectáculo de consumo en los medios, y hay cosas que deberían ser más serias, no apelando tanto al mercadeo  y buscando más la lógica que da una dimensión proporcional a la importancia de cada asunto. En dicho sentido el "conflicto" catalán está recibiendo un trato desmesurado, ni es tan indispensable  ni al resto nos importa en tamaña magnitud. En el polo opuesto se encuentran los territorios olvidados, tanto por la Historia como por la dinámica de la actualidad. 
Por tanto, señores de la Televisión española, de cadenas privadas nacionales, desde Antena Tres hasta la Sexta, pasando por Cuatro y Telecinco, hagan un esfuerzo por abrir el abanico informativo y tengan en cuenta a otros lugares y realidades, porque sepan ustedes que el camino cansino por el que transitan, al resto de pasajeros obligados, nos tiene ya hasta los mismísimos huevos. Buena tarde señores, y tomen nota los aludidos.