Apuntándome a la moda gastronómica
que nos persigue, desde hace ya tiempo, he decidido dedicar el artículo de hoy
a una tradicional receta culinaria propia del país, más degustada incluso que
el gazpacho andaluz, el cocido madrileño, o las fabes asturianas. Me estoy
refiriendo a la receta del líder, a la cocción y preparación de un referente al que adorar y reverenciar en estos tiempos difíciles por los que
atravesamos.
Como toda receta debe contar con
una serie de ingredientes y seguir una serie de pasos en su preparación. Entre los ingredientes necesarios nos
encontramos los siguientes:
1) Hay que contar con un público
decidido a asumir el nacimiento de un nuevo líder, sobre todo cuando en la
mayor parte de las ocasiones nos encontramos con botarates que no ven más allá
de su mediocridad. Los partidos políticos cuentan con hinchadas que suelen
deglutir bastante bien las ocurrencias del “aparato” de turno.
2) Por otro lado hay que legitimar este “surgir” de la nada con unas sólidas bases, por lo que a menudo si el
líder no está casado, se le busca una pareja y se le casa, si no tiene estudios
se le facilitan unos títulos, más o menos legales, que traten de justificar que
lo que nos están presentando como oro en paño no pasa de hojalata de la mala.
No se crean que exagero en mis apreciaciones, la realidad es todavía más
hiriente que lo aquí refiero en tono de chanza. No importa la calidad, señores,
sino que el elegido/a cumpla con los objetivos de los “sabios”, que suelen
coincidir con los de los poderes económicos. Tratarán de hacernos creer que el
desconocido que despunta como nuevo dirigente lo hace por la propia fuerza de
su liderato, hecho además avalado por una militancia que sabe ver su magnificencia
entre la zafiedad del resto de
candidatos, si es que se mantiene la
ilusión de pluralidad democrática.
3) Es de todo punto necesario
contar, además, con unos medios de
comunicación que transmitan la fuerza del líder, su bondad, su inteligencia, su
altruismo y gran corazón. A nivel nacional o internacional, esta labor es
realizada por grandes empresas que actúan como mercenarios secundando y
apoyando las iniciativas llevadas a cabo por su patrón, lógicamente a cobro de talón. En nuestros días y a escala
menor, en los Ayuntamientos o Diputaciones, suele haber un equipo de
trabajadores (del partido del jefe) que en las denominadas “redes sociales” se
encargan mañana, tarde y noche de defender todas y cada una de las acciones del
amo, que generalmente no suele atender estos canales dejando dichas labores a
los subalternos.
En la misma línea, y como forma de propaganda, también suele existir un panfleto mensual que se
encarga de poner al día a los sufridos lugareños de las últimas inauguraciones
que se han realizado en la localidad. En dicho documento no hay página en la
que no aparezca el líder, sus acólitos y mucha gente de relleno, porque hay que
rodearse del vulgo, si son ancianos o niños, mejor que mejor.
4) El último ingrediente lo
conforma la sociedad, los votantes, porque hay que saber que gran parte de
estos idiotas con ínfulas de poder llegan a los gobiernos e instituciones por
nuestros votos, o por nuestra incapacidad para hacer ver a los que apoyan esta
basura que dejen de hacerlo. Es muy complicado convencer a la gente, cada
persona tiene una enculturación distinta, una educación y una cultura
diferentes, y en muchos casos estos últimos elementos brillan por su ausencia,
lo que se traduce en animales sin formación como presidentes de grandes
potencias, caso de Trump, memos rodeados de corrupción que no respetan al
pueblo haciendo ruedas de prensa por medio de televisiones de plasma, como
Rajoy, o mentecatos alelados que no han leído un libro en su vida, en muchas de
las alcaldías de nuestra “piel de toro” patria. Ante este desolador panorama no es de
extrañar que el expresidente Obama vaya a dedicar su tiempo en preparar a los
líderes del futuro, precisamente para eso mismo para que siga habiendo
posibilidad de futuro.
Con los ingredientes en la mesa
se lleva a cabo la receta, que comienza con la elección y aprobación de un
tonto útil, aunque cuidado con la selección del tonto, puede que este no sea
tan tonto como se espera y se rebele,
luego es terrible la situación que se abre, puesto que habría que desmitificar lo
mitificado y desencumbrar lo encumbrado, quedando la cosa un tanto menos creíble.
Una vez elegido el tonto se le legitima, se le casa, se le pone un traje de los
domingos, unas alzas si es bajito, y se le pasea como si de un dios en vida se
tratase. Convertido en “honoris causa” el lumbreras hace paseíllo por plazas,
calles, saraos o “eventos”, al objeto de vender el producto, mejor un año antes
de la campaña para que vaya rodadito. El líder no va sólo, lleva un nutrido
grupo de "discípulos trepadores" que se limitan a corear las consignas dadas. Si con ayuda de los
medios de comunicación comprados o propios se consigue llegar al poder gracias
al apoyo del pueblo, ya tenemos el plato
en la mesa, un líder de bajos vuelos, que puede incluso ser prescindible en un
momento dado, pero que como digo, cuidado de pasarnos con la sal, porque a
veces pueden resultar estomagantes y muy difíciles de anular. Esta receta suele
venir acompañada de una sobremesa plagada de nepotismo y redes clientelares,
donde ayuntamientos y diputaciones se convierten en las principales empresas
del lugar o en cementerios de elefantes donde cobijar tanto esfuerzo en pro de los demás. Todo ello
regado con unas buenas dosis de incompetencia, chabacanería e idiotez supina,
donde los secuaces del líder se convierten en raptores de la libertad y de la
democracia del pueblo.
Nada más señores, el verano se va
apagando, y las piscinas están cada vez más vacías, ya mismo toca trabajar otra
vez, y de nuevo las noticias hablarán de la receta del líder. La mesa está
lista, bon appétite.