Después de perderme durante meses por recónditas selvas, y surcar mares lejanos vuelvo a la carga, y para ser fiel a mi espíritu crítico, propio de la Ilustración, regreso con una serie de quejas bajo el brazo. En realidad los meses han sido sólo una semana, y las recónditas selvas y lejanos mares se reducen a un apartamento en Matalascañas, eso sí cobrado a muy buen precio. La verdad que la cosa ha estado bastante bien, y la "playa del sobaco" no ha decepcionado mis pretensiones, que no iban más allá de rascarme la cosa a conciencia, independientemente de las veces que he tenido que mostrar las axilas para saludar a convecinos de Badajoz, que han sido muy pocas por cierto. El resto de días que nos alejan del ya lejano 14 de junio, última vez que escribí algo, han estado ocupados por el final de curso, a saber; exámenes, correcciones, informes, tareas de pedagogo, administrativo, vigilante, vidente, mantenedor, y otras labores propias de un docente del siglo XXI, en España, claro está.
Me considero, y creo verdaderamente que lo soy, un tipo de izquierdas que defiende como bandera el progreso de la sociedad, entendida como un conjunto de personas con los mismos derechos y con un conjunto de deberes comunitarios, que buscan vivir en paz, de la mejor forma posible. Los empeños comunales deben ser compartidos y prácticados por todos, en una búsqueda colectiva del desarrollo social. El progreso debe ser algo así, parecido al menos a lo que suscribo en este artículo, pero cuidado, en muchas ocasiones, este pretendido avance se confunde con "progresía", es decir, un falso progreso que tiene mucho de anuncio y poco de fondo. Esta aclaración de inicio, entre progreso y progresía, es necesaria para que no se confunda lo que voy a exponer a continuación y se tilde de conservador, retrógrado o simplemente "facha", nada más allá de mi intención, es preciso ser muy cauto con los términos, y ejercer la pedagogía con lo que uno pretende trasmitir, en un mundo de obcecación, superficialidad y redes sociales aneuronales.
Como docente en un instituto (o catorce) público, lógicamente defiendo la educación pública para todos y todas, y por ello me he manifestado en distintas ocasiones en su favor, además de forma activa, es decir asistiendo a las huelgas, o lo que es lo mismo, faltando al puesto de trabajo, y anuncio que lo seguiré haciendo, como no puede ser de otra manera. Dentro de esta defensa de lo público es necesario un sistema de becas que permitan acceder a la formación a todos aquellos que tienen mayores dificultades económicas y puedan permitir que sus hijos adquieran una formación sólida, completa y de calidad. Me indigno cuando la "elegante Europa" exige recortes a los países miembros, y como no, esos ajusten recaen sobre los más pobres, que dejan de recibir ayudas como las que mencionamos aquí, referidas a las becas. Toda mi vida he sido perceptor de becas públicas, y siempre he estudiado en organismos públicos, por lo que estaré siempre agradecido de haberme podido beneficiar de la mejor época de la historia de España en cuanto a ayudas a la formación. Hasta aquí, en este ámbito, es lo que yo entiendo por progreso, es decir facilitar que todos y todas en la comuna tengamos las mismas opciones, y que además las aprovechemos como es debido.
La Progresía comienza a través de acciones como las que voy a referir; en muchos lugares, como Extremadura, la Junta (el gobierno) ofrece gratuitamente los libros de texto a todos aquellos que cumplan determinados requisitos, generalmente de tipo económico. Medida ante la que hay que quitarse el sombrero y decir "chapeau". Pero es cierto también, que muchos de los que reciben los libros no los abren en todo el curso, de forma literal, acuden al instituto sin material, o si lo traen lo dejan en la mochila. Aquí es donde yo me indigno y reviento por dentro, no puedo hacerlo de otra manera que no sea escatológica, y me pregunto cómo no se controla ese dispendio, es decir, si el resultado académico muestra que ese niño o niña no ha hecho nada en todo el curso, porque no le da la gana, no hay que premiarle volviéndole a sufragar los libros, hay que dignificar la educación, y eso pasa porque los padres den valor a este tipo de medidas por las que yo he peleado y pelearé, pero aplicadas de una forma coherente y de progreso.
En la misma línea podemos encontrar "papás y mamás" que pasan absolutamente de la educación de sus hijos y además requieren que esa educación (que no formación) se les ofrezca desde la institución educativa, ¡que cara más dura!. Así los plazos para solicitar becas se olvidan, se pasan, se dejan para otra ocasión, claro, no he pedido la beca a mi niño en forma y plazo porque estaba en la playa y no me he acordado, o tenía cita con el tatuador para ponerme el nombre de mi bisabuelo debajo del pezón, o una frase en inglés atravesando las costillas, o haciendome cien "selfies" con mis amiguitos o amiguitas para subirlas o colgarlas en tal o cual red social, no los aguanto de verdad. ¿Se puede ser más hortera y zafio?
Por otro lado en España contamos con un sistema de Salud puntero que no lo hay en el resto del mundo, puesto que es gratuito y universal. De nuevo hay que felicitarse por lo logrado como país y también plantearse de forma muy seria que si seguimos abusando, el sistema no se podrá mantener. En dónde está el error, en el mal uso que hacemos de este sistema, en su sobreexplotación. Uno debe acudir al médico cuando lo necesita, no cuando uno está aburrido, porque si no sabemos ejercer bien nuestra libertad, esta se convierte en libertinaje, y acabarán por cobrar las consultas de un simple catarro. Hace no mucho acudí al Hospital acompañando a mi bebé porque tenía fiebre y no éramos capaces de hacerla bajar, y el mal uso del sistema sanitario era evidente, hasta el punto que pude escuchar a una mujer decirle al médico que había traído a sus tres hijos a urgencias, sólo uno tenía visos de estar enfermo, pero llevaba los otros dos por si atender a doscientas personas en un día fuera poco para el médico.¡Que barbaridad!
Por otro lado en España contamos con un sistema de Salud puntero que no lo hay en el resto del mundo, puesto que es gratuito y universal. De nuevo hay que felicitarse por lo logrado como país y también plantearse de forma muy seria que si seguimos abusando, el sistema no se podrá mantener. En dónde está el error, en el mal uso que hacemos de este sistema, en su sobreexplotación. Uno debe acudir al médico cuando lo necesita, no cuando uno está aburrido, porque si no sabemos ejercer bien nuestra libertad, esta se convierte en libertinaje, y acabarán por cobrar las consultas de un simple catarro. Hace no mucho acudí al Hospital acompañando a mi bebé porque tenía fiebre y no éramos capaces de hacerla bajar, y el mal uso del sistema sanitario era evidente, hasta el punto que pude escuchar a una mujer decirle al médico que había traído a sus tres hijos a urgencias, sólo uno tenía visos de estar enfermo, pero llevaba los otros dos por si atender a doscientas personas en un día fuera poco para el médico.¡Que barbaridad!
La Progresía quizás esté en asumir como Estado una operación de cambio de sexo, pero no incluir vacunas contra la meningitis en la cartilla vacunal de un bebe o niño, o no pagar el tratamiento a los enfermos de Hepatitis C, más aun cuando la mayor parte de estos pacientes han enfermado cuando estaban ingresados en algún hospital público. A esto precisamente me refería cuando hablaba de no mal interpretar mis argumentos, que nada tengo en contra del colectivo LGTB, y entiendo y defiendo sus reclamaciones, pero hay cosas más prioritarias para un estado que el cambio de sexo de una persona individual.
La vivienda es un derecho constitucional, y por ello todos estamos de acuerdo con las viviendas sociales, para asentar a las personas más desfavorecidas, que por uno u otro motivo no pueden acceder a un alquiler (que también pueden ser considerados una variante más o menos fina de robo) o a la compra de una vivienda (hecho que puede ser tenido como de Ciencia Ficción si observamos el precio en relación a lo que gana un español medio). Ahora bien, esto dista mucho de la realidad actual, en donde gran parte de estos arrendatarios de vivienda social no pagan unos alquileres simbólicos, o destrozan las viviendas que entre todos hemos sufragado, o llenan de basuras sus calles, convirtiendo supuestos barrios para gente humilde en verdaderos guettos donde prolifera la delincuencia, la droga, y la marginación. Yo, nieto de minero y de represariados por ideas políticas, defensor de lo público y comunitario, entiendo el progreso de forma que uno, no puede hacer de esta ayuda social una forma de vida, es decir, si la educación es gratuita, el médico y la vivienda también, uno debe esforzarse y mejorar, saliendo de esta forma de vida "accidental" e intentando devolver al sistema parte de lo que este te ha dado, o prestado . Es decir yo no debo aspirar a ser minero (con todos mis respetos), debo intentar ser algo más. Estos argumentos me hacen ver con antipatía la idea de una Renta Básica, por el mero hecho de respirar, dado que obvia que muchos de los receptores de la misma no han hecho absolutamente nada por mejorar sus condiciones de partida. Hay que asegurar como Estado un trabajo, al menos, por unidad familiar, y ayudar con este tipo de medidas a quien no tenga otra forma de ganarse el pan, lo que es muy diferente a dar ochocientos euros a una persona que ha ido a la escuela durante años sin hacer ni el huevo, luego sin formación autoimpuesta no ha buscado o encontrado trabajo y se dedica a pulular fumado hasta arriba y haciendo gala de su nefasta educación.
Por ello señores, y voy terminando ya, me espera una cañita, que estoy de vacaciones, no podemos confundir progreso con progresía, porque hacemos un flaco favor a nuestra sociedad, y la llevamos por derroteros que no son los que debieran ser, así por ejemplo hay barrios en todos los lugares convertidos en vertederos asociales, donde no se puede ir a pasear de forma normal, como si estuviésemos en Mossul o Kerbala, donde la delincuencia coquetea con la droga y la marginalidad. No nos podemos permitir estos lujos. Que tengan un buen día.